Con un candidato a vicepresidente que entró a la política nacional cuando Obama sólo tenía 11 años, el mensaje de cambio de Obama parece hipócrita.
Por Walter Goobar
EEUU entró en las dos semanas decisivas de la campaña presidencial. Estos días son más importantes, incluso, que los previos a las elecciones. De aquí al 4 de septiembre, entre el 14% y el 29% de los estadounidenses va a decidir a quién votará el 4 de noviembre. Por lo pronto, Barak Obama anunció ayer que el senador Joseph Biden será
su candidato a la vicepresidencia, el republicano John McCain lo hará el 29, mientras ambos partidos celebran esos festivales de relaciones públicas que son sus convenciones.
La elección de Joseph Biden es una decisión transcendental para Obama, que se ha revelado como un candidato mucho más débil de lo que sus seguidores pensaban en las primarias. Obama ha empezado a caer en las encuestas y ha visto cómo se esfumaba la ventaja inicial que llevaba sobre el republicano John McCain.
Las debilidades de Obama son cuatro: su falta de experiencia; sus carencias en materia de política exterior; la percepción, por un 30% de la opinión pública, de que es "muy izquierdista" y, finalmente, su desconexión total con la clase media blanca.
Con 65 años y 36 de ellos en el Senado, Obama espera que Biden le aporte brillo a la política exterior, pero un flanco débil de decisión es que con un Vicepresidente que entró a la política nacional cuando Obama sólo tenía 11 años, el mensaje de cambio del demócrata parece hipócrita.
Con Biden en la fórmula, le quedan a Obama otros problemas por resolver: la tendencia de su colega senador a la incontinencia verbal que podría perjudicarlo justamente en temas de política exterior en los que no concuerdan. En su contra pesan el haber votado a favor de la guerra de Irak y estar muy vinculado al viejo establishment de Washington.
Habrá que ver si a la larga la nominación favorece o perjudica a Obama. Es evidente que Biden está enamorado de si mismo y tiene aire de estadista, pero no aporta un Estado como hubiera hecho un gobernador. Un senador da mucha menos competitividad a una candidatura que un gobernador.
La experiencia legislativa que Biden le puede sumar a Obama también es relativa porque 36 años en el Senado de EEUU no son experiencia política. El Senado es una cámara endogámica, con toques aristocráticos, en la que una vez que se gana el escaño es casi imposible perderlo.
Biden tampoco aportará experiencia en política exterior. La política exterior se hace en el Departamento de Estado, en el de Defensa, en el del Tesoro y en la Casa Blanca. No en el Senado.
Queda por ver si al elegir a Biden, Obama no le ha hecho un gran favor a su rival John McCain.
Diario Miradas al Sur
24-AGO-2008