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A SIETE AÑOS DE LOS ATENTADOS

Enigmas y misterios del 11-S

Siete años no han sido suficientes: lo que sabemos y lo que ignoramos sobre la oscura trama del 11 de setiembre no ha variado demasiado. La preparación y ejecución de los atentados a las Torres Gemelas y al Pentágono están rodeadas de certezas y misterios por partes iguales. Lo que los investigadores dan por seguro, lo que refutan y lo que dudan.

Por Walter Goobar
wgoobar@miradasalsur.com
Siete años no han sido suficientes: lo que sabemos y lo que ignoramos sobre la oscura trama del 11 de setiembre no ha variado demasiado. La preparación y ejecución de los atentados a las Torres Gemelas y al Pentágono  están rodeadas de certezas y misterios por partes iguales. Identidades, entrenamiento, armas, financiación, lo que sucedió dentro y fuera de los aviones cuando aún estaban en el aire, lo que los investigadores dan por seguro, lo que refutan y lo que dudan.
Nadie objeta que el 11 de setiembre requirió años de planeamiento, fue una operación ejecutada con sumo cuidado y profesionalismo y estuvo acompañada por una operación de acción psicológica -que incluyó los ataques con antrax-, destinada a convencer a los norteamericanos que EEUU tenía un enemigo creíble y sofisticado con los motivos, los medios y la oportunidad necesaria para perpetrar actos devastadores.
No caben dudas de que  los autores contaron con capacidad para coordinar todos los elementos necesarios para perpetrar una operación que implicaba violar la seguridad aeroportuaria en varios frentes, bloquear las comunicaciones sin que los pilotos lograran dar la alarma, desaparecer de las pantallas de radar, guiar aviones comerciales a blancos prefijados, evadir posibles contramedidas.
Con independencia de su existencia real, Al Qaeda y Osama Bin Laden parecen cada vez más sofisticadas leyendas montadas para protagonizar el papel de un enemigo feróz y creible contra los intereses de EEUU. Esto no quiere decir que Bin Laden en persona sea un invento total. Lo que parece más probable es que los adeptos de este discípulo de la CIA, creyendo realmente que actúan en nombre de Bin Laden, hayan sido manipulados para ejecutar operaciones bajo falsas banderas que en realidad eran adecuadas para sus agentes de control. En ese caso, cabría preguntarse quienes son esos controlantes? No hay una respuesta definitiva, pero si uno toma como modelo organizaciones del Medio Oriente como Hamas o Hezbollah, no cuentan con valijas nucleares (fabricadas en EEUU, esporas de antrax (fabricadas en EEUU), pilotos suicidas (entrenados en escuelas de aviación ligadas a la CIA), tampoco han realizado ensayos de ataques con armas químicas, ni cuentan con aparatos de inteligencia económica tan sofisticados como para beneficiarse de sus propios atentados. Aúnque perpetran atentados suicidas, Hezbollah o Hamas evitan atacar intereses norteamericanos porque no serviría a sus fines. En ese sentido, resulta cuanto menos llamativo -sino sospechoso- que Al Qaeda le asigne -desde la retórica o desde la acción-, tan poca importancia a la lucha contra Israel y el sionismo. La única respuesta posible es que Al Qaeda - a diferencia de Hamas o Hezbollah-, estuvo y está  destinada a encarnar el papel de amenaza creible para los intereses norteamericanos donde esta no existía. En ese sentiedo, la psicósis del antrax fue la antesala de las armas químicas que Irak y Saddam Hussein jamás tuvieron, pero bastaron para justificar la ocupación de ese país.
Existen muchas zonas oscuras y el camino de la investigación se ramifica pero cada vez es más evidente que los responsables hay que buscarlos entre los beneficiarios políticos y empresariales del nuevo orden de bases totalitarias que comenzó a edificarse en el preciso instante en que se produjo el derrumbe de las Torres Gemelas, que no en vano eran el símbolo del capitalismo moderno.
LA ESPECULACION QUE NO EXISTIO
Las operaciones de Bolsa que ocurrieron los dias previos al 11 de setiembre involucraron a las empresas que resultarían más golpeadas por los ataques -como United Airlines, American Airlines, Morgan Stanley, Merrill Lynch y otras- indican que en Wall Street había gente bien informada que tenía acceso a información privilegiada. Por cierto que no se trataba de gente vinculada a las redes de Bin Laden. Resulta imposible creer que la CIA y otras agencias que monitorean las Bolsas y hacen inteligencia económica no notaran que las opciones a futuro de United treparon noventa veces por sobre el normal entre el 6 y el 10 de setiembre, y 285 veces por encima del promedio el jueves antes del ataque; que las opciones de American Airlines sufrieron un salto de 60 veces por sobre lo normal en el dia previo al atentado. Ocurrió lo mismo con las opciones de venta de las acciones del primer corredor de bolsa del mundo, Merrill Lynch & Co.: fueron multiplicadas por 25. Maniobras del mismo tipo fueron registradas con las opciones de venta de las acciones de los grupos de seguros involucrados: Munich Re, Swiss Re y Axa.
La Comisión de Control de Operaciones Bursátiles de Chicago fue la primera en dar la alarma. Comprobó que en la Bolsa de Chicago los "iniciados" habían logrado 5 millones de dólares de ganancias con United Airlines, 4 millones con American Airlines, 1.2 millones con Morgan Stanley Dean Witter & Co. y 5.5 millones de dólares con Merrill Lynch & Co. Las ganancias logradas alcanzarían varios centenares de millones de dólares, lo que constituye el mayor delito por aprovechamiento ilícito de informaciones privilegiadas jamás cometido.
Los investigadores financieros establecieron que la mayor parte de las transacciones pasaron por el Deutsche Bank y su sucursal estadunidense de inversiones, la empresa Alex Brown, mediante un procedimiento que asegura el anonimato de quienes realizan las transacciones. Hasta 1998 la sociedad Alex Brown fue dirigida por A.B. Krongard, un  asesor del director de la CIA y a partir de marzo de 2002 pasó a desempeñarse como número tres de esa agencia de inteligencia.  La investigación internacional, encabezada por la Organización Internacional de Comisiones de Valores (IOSCO), se estancó y no se ha detectado elemento alguno que permita relacionar las sociedades controladas por el líder islámico con los delitos de aprovechamiento de informaciones privilegiadas del 11 de setiembre.


EL EDIFICIO QUE NO EXISTIO
"La historia oficial sobre los atentados no se sostiene", afirma el profesor James Fetzer, uno de los fundadores de Científicos por la verdad del 11/9 una organización que reune a medio centenar de a académicos, psiquiatras, periodistas, agentes de inteligencia, militares y familiares de víctimas que cuestionan la versión oficial de los atentados contra las Torres Gemelas y el Pentágono.
La Torre Norte, fue impactada a las 8.46 y colapsó a las 10.29, mientras que la Torre Sur fue impactada en segundo lugar a las 9.03 y colapsó a las 9.59 pero un tercer edificio, el  WTC 7,  se cayó de la misma manera sin que haya sido alcanzado por ningún avión y dejó su propio cráter· de manera semejante a una demolición controlada. El WTC 7 albergaba dependencias del Servicio Secreto de EEUU, del departamento de Defensa, Servicio de Inmigración y Naturalización, Comisión de Seguridades e Intercambio de EEUU, Oficina de Manejo de Emergencias del Alcalde, Consejo Regional del Servicio de Renta Pública y de la Agencia Central de Inteligencia.
EL AVION QUE NO EXISTIO
La versión oficial siobre el ataque contra el Pentágono no se sostiene. Nadie ha explicado como un Boeing 757 pudo volar 500 kilómetros hacia el Pentágono sin ser detectado. En la terrible impostura, el investigador francés Thierry Meyssan que puso en tela de juicio la caída del avión de American Airlines sobre el Pentágono, redobló la apuesta con Pentagate, un segundo libro donde profundiza su teoría de que no existió un avión que se estrelló contra el Pentágono: Según Meyssan todo fue producto de una "maniobra" militar que buscó camuflar una explosión en el Pentágono que fue obra de un complot o un intento de golpe de Estado del aparato militar estadounidense.
Es imposible que un Boeing 757 pudiera entrar al espacio aéreo del Pentágono sin ser detectado por los radares y los satélites y sin ser destrozado por una de las cinco baterías antiaéreas que protejen el edificio. Las fotografías de los daños en el frente del edificio tampoco muestran rastros del fuselaje del avión, lo que alimenta la hipótesis de que el edificio fue atacado por un misil. Esta teoría se ve fortalecida por el testimonio de un controlador aéreo que ha declarado haber visto en el radar un objeto que se desplazaba a 800 kilómetros por hora dirigiéndose hacia la Casa Blanca y luego desviando su curso hacia el Pentágono. Según Danielle O'Brien, uno fde los controladores aéreos el aeripuerto Dulles de Washington, "La velocidad, la maniobrabilidad, la forma en que dio vuelta, nos hizo pensar que se trataba de un avión militar".
"¿Cómo explicar que la defensa aérea no haya sido utilizada?", se pregunta Meyssan. Para él, la única respuesta que cabe es: no fue un avión lo que chocó contra el Pentágono sino un misil cuyo "código" interno fue identificado como "aliado" por las baterías antimisiles del Pentágono y ello llevó a que los militares no reaccionaran. Si el Pentágono hubiese sido alcanzado por un misil, se cae de maduro que el autor del atentado no sería Bin Laden sino alguna estructura militar o de inteligencia de los EEUU.
LOS KAMIKAZES QUE NO FUERON
Ni siquiera la verdadera identidad de los secuestradores está confirmada. Las falsas identidades, el uso de seudónimos y los pasaportes apócrifos son una de las armas utilizadas por Al Qaeda. Algunos de los 19 secuestradores identificados por el FBI podrían, en realidad, no haber embarcado en aquellos vuelos, prestando su identidad a otros agentes en el momento del check in. Un sistema utilizado para no hacer morir a los líderes de la operación como kamikazes y seguir utilizándolos en el futuro.
Mohamed Atta, que se estrelló contra la Torre Norte del World Trade Center, Marwan Al Shehhi, que estaba a bordo del vuelo que destruyó la Torre Sur, y Ziad Al Jarrah, el kamikaze del vuelo 93 que se estrelló en Shankesville (Pensilvania), frecuentaban la mezquita Al Quds de Hamburgo (Alemania). Los tres de Hamburgo siguieron, desde julio a diciembre de 2000, lecciones de pilotaje en Estados Unidos, pero sólo en aviones de turismo. En el mes de diciembre de 2000 hicieron un único ensayo de vuelo -de tres horas de duración- en un gran avión de línea, pero a bordo de un simulador, en Florida. Después compraron un curso de vídeo para pilotos de avión de línea. Un entrenamiento aproximativo y, según muchos expertos, insuficiente para llevar a cabo con éxito la compleja navegación del 11 de setiembre.
Todavía no está claro dónde querían estrellar el cuarto avión, el vuelo 93 de la United Airlines que se precipitó al suelo en Pensilvania. El objetivo estaba probablemente en Washington, pero ni se ha podido demostrar si era el Congreso, la Casa Blanca, la sede de la CIA en Langley, Camp David, o la vecina central nuclear de Three Mile Island.
LA CACERIA QUE NO FUE
A mediodía del 11 de noviembre Osama Bin Laden estuvo en un centro islámico de Jalalabad. Fue la última vez que apareció en público. Desde entonces, su organización ha difundido vídeos con su imagen difíciles de autenticar y de fechar; los expertos han barajado todo tipo de teorías sobre su paradero y EE UU ha gastado miles de millones de dólares en seguir su pista. Pero el velo de misterio no ha sido descubierto.
Todo indica que Bin Laden tenía su huida de Afganistánplaneada antes de los atentados del 11-S, pero hubo un momento, a finales de 2001, en que estuvo a punto de caer en manos del enemigo.
Casi todos los expertos creen que en Tora Bora, al otro lado de las Montañas Blancas, en el este de Afganistán, las tropas de EE UU y el Reino Unido estuvieron a punto de capturarlo.
Se suponía que las cavernas de Tora Bora iban a ser la tumba de Al Qaeda y de Bin Laden, sin embargo en el momento en  el que pareció que el cerco iba a dar resultado, los norteamericanos lo dejaron escapar. En el libro La Base la periodista británica Jane Corbin revela que Fuerzas especiales británicas tuvieron a Bin Laden a su alcance en Tora Bora perocuando los norteamericanos pusieron en marcha la operación ya era demasiado tarde. Para EEUU el mejor enemigo es el enemigo vivo.
Diario Miradas al Sur
07-SEPT-2008

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