El antropólogo forense Clyde Snow, un texano de 80 años que intervino en las autopsias de John F. Kennedy, del asaltante de bancos Butch Cassidy, del faraón Tutankamón y del criminal de guerra nazi Josef Mengele, jugó un papel decisivo en el hallazgo del último nieto recuperado por Abuelas de Plaza de Mayo
Por Walter Goobar
Wgoobar@miradasalsur.com
Tiene aspecto de detective de novela negra y habla en un inglés pausado, con cadencia docente y relata con crudeza cinematográfica las primeras exhumaciones de víctimas de la dictadura que realizó en la Argentina en 1984.
Clyde Snow, un texano de 80 años que intervino en las autopsias de John F. Kennedy, del asaltante de bancos Butch Cassidy, del faraón Tutankamón y del criminal de guerra nazi Josef Mengele, jugó un papel decisivo en la fundación del Equipo Argentino de Antropología Forense y en el Juicio a las Juntas.
Hace un año, rememoraba su testimonio en el Juicio a las Juntas y explicó por que optó por exponer sobre los casos de un solo varón y una sola mujer: "Si hubiésemos tratado todos los casos, los desaparecidos hubieran quedado reducidos a meras estadísticas, a gente de papel y hubiésemos perdido a los jueces", murmuró.
"Recortándo el Juicio a las historias de Oscar Fonseca y Liliana Pereyra" -continuó-, "estábamos haciendo que Liliana hablara por todas las jóvenes mujeres que desaparecieron, que habían estado embarazadas"
En esa época no se contaba con el ADN, que nos puede decir exactamente quién es una persona, pero para declarar en el Juicio a las Juntas, Snow eligió contar los casos de un solo hombre y una sola mujer.
"Las mujeres que han tenido hijos tienen evidencia en los huesos pélvicos. El hueso es un tejido muy dinámico y responde a muchos tipos de estímulos a los que esta sometida una persona en la vida y el embarazo es uno de estos estímulos. En los huesos de la pelvis quedan evidencias que esta mujer ha tenido hijos, así que usando este tipo de evidencia, podemos construir la historia de vida de la persona hasta el punto de su muerte. Es como llevar un dialogo con la muerte. Estas preguntando -de manera figurada-, "¿quien sos?, ¿sos hombre o mujer?, ¿cuántos años tenias cuando falleciste?, ¿cuánto tiempo llevas aquí?, ¿por qué te encontraron en este lugar?, ¿cómo llegaste a estar aquí?, ¿cómo falleciste? y las respuestas que nos dan los esqueletos están en esta evidencia de los huesos", masculló Snow.
“El caso de Liliana era emblemático porque representaba el de todas las embarazadas que fueron mantenidas vivas el tiempo necesario para parir a sus hijos. Usando diapositivas color, conté la historia desde su secuestro, la exhumación de sus huesos y las evidencias de que había dado a luz algunas semanas antes de ser ejecutada desde corta distancia con un escopetazo en la cabeza". La última diapositiva era un hermoso retrato de Liliana que Snow utiliza aún hoy en sus conferencias. Todos los que estaban en la sala quedaron demudados", narra el antropólogo forense.
Luego de echar una bocanada de humo de su cigarro, el parsimonioso texano remató: "Los huesos de Liliana encapsulaban una historia: esos huesos nos estaban diciendo "busquen a mi hijo".
La historia que esos huesos guardaban concluyó esta semana, cuando Abuelas restituyó su identidad al nieto número 95: era el hijo de Liliana Pereyra, esa chicha a quien Snow ayudó a contar el último tramo de su historia.
Diario Miradas al Sur
14-SEPT-2008