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La hoguera de los endeudadores endeudados

Lehman Brothers representaba mejor que ningún otro banco de Wall Street, la cultura financiera que este mes cuestionó la decisión argentina de cancelar la deuda con el Club de París pero -al mismo tiempo-, se reveló incapáz de vaticinar su propio desplome.

Por Walter Goobar
Como en "La hoguera de las vanidades", -la novela de Tom Wolfe, llevada al cine por Brian de Palma-, Lehman Brothers representaba mejor que ningún otro banco de Wall Street, la cultura financiera que hizo que ciertos ejecutivos se comporten como si fueran los amos del universo.
Así se sentían los gurúes de Lehman Brothers que a comienzos de este mes cuestionaron  la decisión argentina de cancelar la deuda con el Club de París con reservas del Banco Central pero -al mismo tiempo-,  fueron incapaces de vaticinar su propio desplome.
El último y más desvergonzado informe de Lehman sobre la Argentina adevrtía sobre las dificultades para afrontar las necesidades de financiamiento de 2009, uno de los arietes con los que Wall Street critica, -por las dudas-, a los países remisos a seguir los dictados del libre mercado a ultranza.
Según Lehman, el acuerdo con el Club de París no despejaba el panorama de financiamiento del año que viene, en el que hay el doble de vencimientos que en 2008, porque aporta créditos de largo plazo para infraestructura y comercio exterior, pero no fondos frescos para un roll over de la deuda.
El lapidario informe titulado "La montaña rusa de Argentina", advertía sobre la posibilidad de que el país entrase en una nueva suspensión de pagos de su deuda pública, como ocurrió a inicios del 2002. El Informe cuestionaba la determinación oficial de no negociar con el FMI y reclamaba que se avance en la confección de índices de inflación confiables. Su difusión hizo trepar el riesgo país a un récord histórico para la poscrisis.
El 10 de septiembre, la Presidenta Cristina Fernández de  Kirchner le recomendó a Lehman Brothers,  "que se ocupara de sus propias cuentas en lugar de mirar a otros países".. La Presidenta estaba enojada con el banco que ya había reportado pérdidas de 6.212 millones de dólares en los nueve primeros meses del año y seguía augurando  calamidades para la Argentina.
Durante la pelea con el campo, los analistas de Lehman fustigaron la estrategia del Gobierno. Inmovilizada, frenada y helada aparece la administración argentina. El kirchnerismo tiene una manifiesta inhabilidad para resolver el conflicto". Más tarde, el banco erró de cabo a rabo su pronóstico sobre el desenlace del conflicto: anticipó que el Gobierno terminaría "acordando con el campo". Fue poco antes del voto de Julio Cobos en el Senado.
Durante años, Lehman presumió con arrogancia de su fortaleza. No en vano, el banco podía alardear de haber superado con éxito todas las pruebas a las que el mercado lo había sometido, incluyendo la Guerra Civil estadounidense, la crisis del ferrocarril de finales del siglo XIX, la Gran Depresión que siguió al "crash" de 1929 y la debacle del fondo Long Term Capital en 1998.
Hace un año, la revista Fortune calificó al banco de inversiones, fundado en 1850 por los hermanos Henry, Emanuel y Mayer Lehman, como "la entidad financiera más respetada del mundo", pero los
tendenciosos informes sobre la Argentina tenían otro nombre y apellido: su economista jefe para América latina,  era Guillermo Mondino, ex viceministro de Economía de Domingo Cavallo en 2001.
Mondino se fue de Argentina luego del descalabro económico que lo tuvo como protagonista. Desde entonces trabajaba en este  banco que vaticinaba catástrofes y calamidades para la Argentina, pero que con sus 613.000 millones de dólares de deuda protagonizó una de las mayores quiebras del país del Norte, por encima de la de  WorldCom en 2002 y de la de Drexler Burnham Lambert, el especialista en "bonos basura" que se declaró en bancarrota en 1990.
Durante la época previa al corralito financiero, Lehman Brothers hablaba bien de la Argentina, tal como recordó en los últimos días la Presidenta de la Nación.
Con las cartas ya jugadas, los depósitos atrapados y el Banco Central otorgando redescuentos a las entidades en problemas, que varias de ellas giraban a sus casas matrices en el exterior, un analista de ese banco de inversión expresaba: "La Argentina ya está lista para rendirse".
Ese funcionario era Joaquín Cottani, ex subsecretario de Financiamiento y ex negociador de la deuda en la primera etapa de Cavallo como ministro de Economía.
Parece una ironía del destino que las entidades que en las últimas semanas castigaron con entusiasmo la situación financiera local mediante informes de economistas argentinos, están en la bancarrota o cerca de ello.
Además de la quiebra de Lehman Brothers, se derrumbó Merrill Lynch, y  también tambalea el Citii, que lidera el ranking de entidades con los mayores quebrantos del sistema financiero.
Se trata de la vieja banda de los endeudadores endeudados. Su destino, tal vez sirva para desmistificarla vocación agorera y catastrofista del establishment argentino.
Diarios BAE y El Argentino
15-SEPT-2008
 
 

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