Con la nacionalización de AIG, el Gobierno de EE.UU. ha pasado a ser la mayor compañía de seguros del mundo, que ha convertido a los EE.UU. en un país socialista en el que el socialismo es para los ricos, para los que tienen buenos contactos y para Wall Street.
Por Walter Goobar
wgoobar@miradasalsur.com
No hay mejor receta que salir en la tapa de 'The Economist' para que a uno le pase exactamente lo contrario de lo que la influyente revista británica anuncia. En febrero de 1999, con una clarividencia histórica, el semanario británico proclamó el final del petróleo caro. En abril de 2006, dedicó a Goldman Sachs el titular "En la cima del mundo. Esta semana, sin embargo, esa formidable compañía que entre otras cosas tiene fuertes intereses mediáticos en la Argentina, perdía un 30,12% de su valor en Bolsa a la hora del cierre de operaciones en Wall Street. Goldman no ha entrado en pérdidas, pero la crisis le ha costado el 70% de sus beneficios en el segundo trimestre.
Hace un año, otra clarividente revista -Fortune-, calificaba a Lehman Brothers como "la entidad financiera más respetada del mundo", pero sus gurúes que a comienzos de mes cuestionaron la decisión argentina de cancelar la deuda con el Club de París fueron incapaces de vaticinar su propio y estrepitoso desplome.
Nadie sabe con exactitud, ni siquiera los propios bancos perjudicados, cuál será el impacto de esta sucesión de colapsos en sus balances. Esa incertidumbre hace que la crisis financiera se convierta en otra de confianza.
Así que los bancos se niegan a prestarse unos a otros, y un sistema financiero sin dinero en circulación es algo así como un cuerpo humano sin sangre en circulación, o sea, muerto.
Michael Spence, premio Nóbel de Economía 2001 dice que la crisis está lejos de haber sido conjurada. Vaticina que el mercado tardará dos o tres años en recuperarse y que "en el próximmo año asistiremos al colapso de otros 200 bancos".
Después de la meteórica caída de Lehman Brothers, nombres como Morgan Stanley o Wachovia han dejado de ser un sinónimo del esplendor de Wall Street para convertirse en los candidatos con más probabilidades de protagonizar la siguiente quiebra, una fusión o -en el mejor de los casos-, una comedia de humor negro y enredos.
Justo en la semana en la que muchos querían, o al menos pensaban, asistir al funeral de Morgan Stanley, resulta que ha pasado a ser "la mejor, o una de las mejores semanas de negocio" de su historia, lo cual trae inevitables asociaciones con la comedia cinematográfica "Muerte en un funeral".
Si con la caída de Lehman Brothers Washington pretendía evidenciar la buena salud de un sistema capaz de autorregularse en virtud de los principios incontestables del liberalismo, el salvataje de la aseguradora AIG -como sucedió antes con la nacionalización de pérdidas de las agencias hipotecarias Fannie Mae y Freddie Mac- puso al desnudo las paradojas del capitalismo financiero, que ahora parece urgentemente necesitado de la mano del Estado para socializar las pérdidas sin devorarse a sí mismo.
Nouriel Roubini, profesor de la Universidad de Nueva York, y el hombre que predijo la crisis señala que al haber nacionalizado AIG, la mayor compañía de seguros del mundo, "el Gobierno de Estados Unidos ha pasado ahora a ser la mayor compañía de seguros del mundo", que ha convertido a los Estados Unidos de América en "un país socialista en el que el socialismo es para los ricos, para los que tienen buenos contactos y para Wall Street".
El nuevo escenario está lleno de novedosas paradojas: Martin Wolf, el economista jefe del Financial Times que es -o mejor dicho-, era la Biblia del capitalismo escribe: "la confianza desmedida en los mercados no regulados ha demostrado ser una trampa".
En esta versión norteamericana del socialismo, Bush parece haber suscripto algunas de las tesis del marxismo. El problema es que se lo ve demasiado influenciado por el marxismo de Groucho Marx.
Por ejemplo: el salvataje de AIG -que lo convirtió en el presidente de la mayor aseguradora del mundo-, solo sirvió para inyectar más inseguridad al sistema. Por ese motivo el 19 de septiembre pasará a la historia como el dia en que Bush prohibió que cayera la Bolsa. El mundo es cada vez más inseguro y el no quiere convertirse en el presidente de los Estados Hundidos de Norteamerica.
Diario Miradas al Sur
21-SEPT-2008