BEATRIZ SARLO

“Hubo una defección muy grande"

Trabajó en todo el proceso de gestación del Frepaso y fue una de las principales asesoras de Graciela Fernández Meijide durante la campaña electoral de octubre de 1997.

Por Walter Goobar
Aunque todavía no quiere utilizar la palabra “traición”, la politóloga Beatríz Sarlo no vacila en admitir que “hay una defección muy fuerte al programa prometido” y agrega: “La palabra traición me resulta demasiado cargada hoy. A lo mejor la estoy usando pasado mañana”. Con respecto a la lucha contra la corrupción, cree que los políticos de la Alianza desearían dos o tres condenas a ex funcionarios menemistas.
“Eso no habla ni bien ni mal de la Alianza: habla de sus necesidades políticas. No pueden poner un seguro de desempleo porque los salarios son tan bajos que sería más ventajoso estar desempleado, no pueden garantizar lo que garantiza Lagos en Chile: un seguro de desempleo y hospitales que funcionen las 24 horas. Entonces, una condena judicial a estos personajes que han concentrado el repudio de todo el mundo le daría oxígeno político al Gobierno. También estoy segura de que no quisieran que esa ola de justicia desbordara ciertos límites...”
–¿A qué le tienen miedo?
–La Alianza piensa que es muy complicado para la estabilidad del sistema democrático una causa que llegue a tocar a Menem o a Balza. Hace tres años Chacho Alvarez hablaba de una Conadep de la corrupción que luego borró.
–¿Por qué?
–Porque toca al capitalismo. Es horrible decirlo de este modo pero si hoy se hicieran los juicios por corrupción a la manera de los juicios a las juntas, desbordarían hacia sectores que –según dicen los economistas de la Alianza– “recibirían una mala señal”. Los juicios a la corrupción son juicios apolíticos, pero también hablan de una forma corrupta del funcionamiento del capitalismo en la Argentina.
–¿Dónde termina el posibilismo de la Alianza y dónde comienza la traición a ciertos valores éticos?
–Hay una defección muy fuerte al programa prometido. La palabra traición me resulta demasiado cargada hoy. A lo mejor la estoy usando pasado mañana.
–¿A qué atribuye la mimetización del Frepaso en el poder en tan pocos meses?
–El Frepaso es un frente y nunca funcionó como partido. El radicalismo, en cambio, es un conjunto de personas e ideas muy acostumbradas a funcionar como un instrumento político, en el mejor y en el peor sentido de la palabra. El Frepaso no tuvo tiempo de constituirse como partido y ninguno de sus dirigentes trabajó para construir un partido. El carácter extremadamente personalista de una organización basada en figuras es uno de los síntomas de su rápida asimilación. El otro rasgo es la idea de que “el Frepaso tiene que garantizar que no va a sacar los pies del plato del Gobierno” y que tienen que ser los más fieles camaradas de armas de De la Rúa, más fieles incluso que sus propios camaradas radicales. Esta es una idea que trabaja en las estrategias de Chacho.
–¿No hubiera sido mejor que el Frepaso hubiese sido la primera oposición?
–El Frepaso tomó la resolución de que había que ganarle al menemismo a cualquier precio y que para eso había que construir la Alianza y no construirse a sí mismo. En un punto yo participé de esa convicción, pero hoy me pregunto: ¿por qué? y ¿para qué? ¿Qué hubiera pasado de desastroso en la Argentina si en vez de De la Rúa ganaba Duhalde y el Frepaso hubiera sido una oposición sólida, creciente, gobernando Buenos Aires o Rosario? ¿Cuál hubiera sido la catástrofe? Esa hubiera sido la gran oportunidad de un tercer partido que no salta etapas. Hoy la Alianza es el partido radical con dos extrapartidarios.
–Si no pueden hacer nada, ¿los dirigentes del Frepaso están en el Gobierno para conservar su lugar?
–Aunque me retiré por completo de ese espacio político, yo trato de ponerme en esa cabeza de Chacho o de Graciela. Creo que Chacho está pensando cuáles podrían ser las consecuencias de una ruptura entre los dos socios de la Alianza a siete meses de gobierno y creo que evalúa esas consecuencias como tremendas. Tal vez tenga razón. Ahí está el problema de la ética de la responsabilidad. Si yo me pusiera a hacer un ejercicio imaginario sobre lo que puede estar pensando Chacho Alvarez en este momento, me preguntaría cuáles son las consecuencias si yo pongo una línea firme y digo “de acá no se pasa”.
Revista veintitres
Numero edicion: 110 02/07/2000