Obama tiene el futuro hipotecado

La suerte del candidato negro no es envidiable, porque sabe de antemano que como consecuencia de la crisis financiera no puede cumplir con buena parte de lo que prometió, aunque no se haya atrevido a decirlo. Obama es el hijo directo de la crisis, mientras que McCain es su principal víctima.

Por Walter Goobar
wgoobar@miradasalsur.com
En esta elección, como en ninguna otra desde 1929, los estadounidenses van a votar con la mano en el bolsillo y el corazón en un puño. Las guerras de Irak y Afganistán, el peligro de Al Qaeda, las ambiciones de Putin, la nuclearización de Irán o el empuje imparable de China han desaparecido de la agenda electoral de los norteamericanos. Los impuestos, las pensiones, los ahorros son las cuestiones domésticas que en estos momentos no dejan a los votantes ver mucho más lejos de sus narices porque saben que el dinero para pagar la crisis de las hipotecas y la estafa bancaria saldrá de sus bolsillos.
Obama sugiere que saldrá de los que ganen más y habla de una mejor distribución de la riqueza que levanta acusaciones de herejía socialista entre los sectores más conservadores.
McCain, por el contrario, cree que hay que bajar los impuestos y crear las condiciones para que se generen nuevos trabajos y más oportunidades.
La oferta conservadora puede sonar seductora para los viejos ideales estadounidenses, pero va a resultar difícil convencer a muchos votantes que están con el agua al cuello.
Sin embargo, la suerte del candidato negro no es envidiable, porque sabe de antemano que como consecuencia de la crisis financiera no puede cumplir con buena parte de lo que prometió, aunque no se haya atrevido a decirlo.
Obama es el hijo directo de la crisis, mientras que McCain es su principal víctima.
Curiosamente, Obama no ha sido alcalde, ni gobernador, y ni siquiera ha ocupado un puesto ejecutivo. pero son justamente estos tiempos dificiles los que lo han llevado adonde está, pese a su falta de experiencia. Los norteamericanos se dan cuenta de que se encuentran en una nueva encrucijada de su historia, un cambio de rumbo profundo, radical y Obama parece ser el mejor candidato para el puesto. Su campaña electoral es su mejor carta de presentación. Durante dos años, ha ido eliminando uno tras otro a rivales mucho más conocidos y mejor situados que él, al tiempo que construyó un gran movimiento, primero con los negros, luego con los blancos de más alto nivel, para hacerse luego con la clase media urbana, profesional y por último rematar los medios de comunicación. El futuro presidente afrontará el escenario más complicado, en el plano doméstico y en el exterior. Tras dos administraciones Bush, la crisis económica ha terminado de poner en evidencia que la hegemonía de Estados Unidos como primera superpotencia y su liderazgo del mundo occidental se encuentran amenazados, pero el enemigo no es externo, sino que está dentro de sus fronteras y se llama capitalismo salvaje.
Se puede presumir, porque así lo dice él, que la presidencia de Obama recurrirá a la diplomacia más de lo que hubiera hecho la de McCain, pero eso no excluirá el eventual recurso a la fuerza si el caso lo exige. Más allá de los acentos personales, de los aciertos o de los errores de sus protagonistas. Obama terminará conduciendo una presencia internacional no muy diferente a la que habría practicado McCain en el caso de ganar las elecciones. De hecho uno dijo que había que bombardear Irán, el otro dijo que había que hacer lo mismo con Pakistán. Los paralelismos podrían multiplicarse. De todos modos,
Obama no viene a reivindicar nada ni a ajustar cuentas con nadie. Viene a devolver la esperanza a los norteamericanos y eso ya es bastante.

Diario MIradas al Sur
02.NOV-2008