“La propuesta de seguridad de Telerman es una sobreactuación y la de Macri es extremadamente continuista y conservadora del andamiaje de la Policía Federal”, afirma Marcelo Saín
Por Walter Goobar
Marcelo Saín es el actual Interventor de la Policía de Seguridad Aeroportuaria. También se desempeñó como viceministro de Seguridad de la provincia de Buenos Aires cuando el área estaba a cargo de Juan Pablo Cafiero y, desde ese lugar, cargó contra la Policía Bonaerense a la que acusó de "financiarse ilegalmente", aunque destacó que también podían llegar a tener cierta complicidad de intendentes bonaerenses y caciques distritales.
Licenciado en Ciencia Política de la Universidad del Salvador, con una maestría en Ciencias Sociales en FLACSO y Doctor en Ciencias Sociales de la UNICAMP brasileña, Saín se desempeñó como docente en materia de seguridad. A diferencia del actual secretario de Seguridad bonaerense, León Arslanian, cuyo fuerte es el derecho, Saín es un hombre de una importante formación técnica y profesional en temas de seguridad. Tiene publicados decenas de artículos y un cúmulo de libros sobre el tema, entre ellos el excelente "Seguridad, Democracia, y Reforma del Sistema Penal en la Argentina".
En esta entrevista con 7 DÍAS, Saín analiza a compleja relación entre la policía y el poder político.
– ¿Cómo va a influir el tema de la inseguridad y el de la policía en las próximas elecciones?
--Los temas de seguridad van a estar en el juego político y en el debate. De hecho, el proceso electoral en la Capital Federal muestra claramente que el de la seguridad es uno de los temas que más atrae a los porteños.
--¿Esto es bueno?
--Es bueno y es malo al mismo tiempo. Es bueno, en la medida en que coloca un tema que históricamente ha estado fuera de la agenda política en la Argentina y, como tal, estuvo gobernado por la policía y no por los votantes.
--¿Y cuál es la parte negativa?
--Que sea objeto de un abordaje liviano, ligero, sin un análisis profundo, es malo. Cualquiera que sea el signo político del gobierno electo, un abordaje liviano de los temas de seguridad va a ser un obstáculo para construir una nueva institucionalidad.
Ladrones de gallinas vs. tráficantes de personas.
--¿Qué pesa más, el crímen organizado o el crimen inorgánico?
--Hay crímenes, como el robo a mano armada, que tienen una gran visibilidad social porque ocurren en la vía pública. Sin embargo, gran parte de los homicidios dolosos se producen en el ámbito de relaciones personales de intimidad, en donde las condiciones sociales tienen una importancia relativa. Además de la criminalidad de cuello blanco, la de los delincuentes aparentemente respetables que viven en countries, está la otra gama de delincuentes que tienen que ver con circuitos delictivos que han estructurado una suerte de mercado de compraventa de cosas prohibidas: estupefacientes, autopartes, tráfico ilegal de personas. Todo esto se ha expandido enormemente y tiene la particularidad de haber creado mercados de compraventa de cosas. Esto tiene una enorme visibilidad social, porque compromete redes muy importantes, sofisticadas y complejas de personas que participan del negocio delictivo y esto no se podría producir si no hay un acompañamiento y una protección por parte de la propia policía. Este es uno de los problemas estructurales de la Argentina, porque gran parte de la estructuración delictiva en materia de criminalidad organizada fueron delitos de poquísima violencia y por eso no llamaban la atención, ni del poder político ni de la ciudadanñia.
--¿Por ejemplo?
--El tráfico de drogas o los desarmaderos. El problema es que estos emprendimientos suponen mercados que llegan a un plano de saturación. En esos casos, la competencia no se resuelve en la justicia comercial sino a los tiros. Ya hemos empezado a ver en las grandes urbes como se producen ajustes de cuentas que son un mecanismo de resolución de conflictos comerciales entre grupos que disputan una porción de mercado o una determinada rentabilidad.
--¿El consumo de droga no ha sido un motor de la violencia?
--Hay un mito en torno a eso. Al crimen organizado no le interesa la violencia en sí misma: gran parte de sus ganancias se invierten en la corrupción policial, en la corrupción judicial, en el asistencialismo para el control de ciertos territorios en los que el Estado se ha replegado o vaporizado. La expansión del negocio de la criminalidad organizada requiere la estabilización y el control del entorno social y, dentro de esto, la posibilidad de control del circuito estatal que está abocado a la desarticulación de estos emprendimientos.
--¿Cuándo se vuelven violentos estos negocios?
--Cuando se produce una saturación del mercado o cuando estos grupos delictivos llegan a un nivel de desarrollo y de profesionalización de tal envergadura que se empiezan a autonomizar de la regulación y de la protección del regenteo estatal. Esto se ha visto en Rio de Janeiro y en San Pablo. Hasta fines de los ´80 gran parte de la conformación del mercado minorista de la droga en San Pablo no estuvo acompañado de violencia delictiva. Hoy esos grupos han conformado fuerzas parapoliciales o paramilitares que les permiten tener un grado de negociación conflictiva con el Estado. En la Argentina, la droga y la criminalidad todavía no han llegado a ese nivel de desarrollo.
Financiamiento policial: no sólo pizza y cerveza.
--¿Cree que la policía puede autoreformarse como plantea León Arslanian?
--Las evidencis históricas indican que tenemos cúpulas policiales extremadamente conservadoras. La visión que tienen es continuista. Para las cúpulas, las reformas se limitan a dotar de más recursos operacionales y financieros. No hay una mirada crítica hacia sus propias instituciones.
--¿A que parámetros responde la policía?
--En sus parámetros estructurales tenemos una policía del siglo XIX. Lo fundamental para el policía no es la buena prestación del servicio de protección de los derechos de la gente, sino de una buena obediencia al superior. El bien a preservar institucionalmente es la institución y no la sociedad; asimismo, el principal cliente a satisfacer es el poder político y no la comunidad.
--¿Usted descree de la posibilidad de que surja un equivalente al general Balza que reforme las cúpulas policiales?
--No solamente que no hay un Balza, sino que lo único que hay son anti-Balzas.
--¿Cómo se financian hoy las policías?
--Para entender como se financian, hay que entender que el grueso de las labores que la policía cumple tiene más que ver con el asistencialismo social y la regulación de conflictos sociales, que con la prevención e investigación del delito. El programa de televisión Policías en acción -que algunas noches supera en rating a Gran Hermano-, refleja este fenómeno. Lo mismo pasa con la línea 911. Tenemos policías anacrónicos para los problemas que tiene que resolver.
No me respondió la pregunta sobre el presupuesto
Gran parte de de los servicios que la Policía presta, no consiguen ser financiados por el presupuesto formal. Con lo cual queda claro que esos recursos provienen de otro tipo de actividades que yo no creo que sean las cooperadoras policiales. Hay que poner blanco sobre negro esta discusión en el Estado. Si le das a una comisaría un presupuesto equivalente a los primeros diez días del mes, hay que preguntarse de donde se financia el resto.
--¿Cómo cree usted que se financia el resto?
--Parte de la regulación delictiva que produce la policía sirve para financiar parte del circuito que el propio Estado no financia. Por supuesto que los policías malos aceptan este esquema porque parte de esa rentabilidad espúrea es una fuente de enriquecimiento ilícito. Si no, el sistema no cierra.
Las propuestas de los candidatos.
--Usted colabora con la campaña de Daniel Filmus para Jefe de Gobierno de la Ciudad ¿Que opina de las propuestas de seguridad de Jorge Telerman y Mauricio Macri?
--Las tres opciones coinciden con que la Ciudad tiene que tener un sistema de seguridad y que la seguridad porteña tiene que tener una pata social y otra policial. Sin policía, no hay posibilidad de que la Ciudad tenga un abordaje integral en materia de seguridad. Pero tengo la impresión de que Telerman tiene temor de armar un sistema policial en serio, entonces plantea una policía "light", contravencional, armada, lo cual es una contradicción en si misma. Lo de Telerman es una sobreactuación. Quiere decirle a la sociedad porteña que es un duro pero en realidad es un blando.
--¿Y la propuesta de Mauricio Macri?
--Es muchisimo más audaz que la de Telerman, pero es extremadamente continuista y conservadora del andamiaje de la Policía Federal. Está planteando el traspaso de partes de la federal sin ningún miramiento crítico acerca de ese combo institucional.
--¿Y respecto de Filmus?
--La gran diferencia de la propuesta de Daniel Filmus es que nosotros creemos que la Ciudad primero tiene que definir un sistema policial propio, con parámetros institucionales modernos. Tiene que tener tres servicios policiales: uno preventivo, otro de investigación y un servicio judicial, pericial y científico para la futura Justicia de la Ciudad. Esa policía debe tener un régimen profesional nuevo, no militarizado, con parámetros modernos donde prime la flexibilidad.
--En ese esquema, ¿quien controlaría a la Policía?
--Es necesario un sistema de control externo, porque no creo en los modelos donde los policías que tienen que controlar, identificar y conjurar la corrupción policial, dependan del mismo jefe que tienen que investigar. Tiene que ser un control externo que garantice la defensa del imputado. Hay que ver qué se debe y qué se puede transferir de la Federal y qué no.
En la campaña de Daniel Scioli también están pensando en usted para contrarrestar la influencia de Juan Carlos Blumberg.
No conozco a Scioli personalmente, pero las propuestas de Blumberg son anacrónicas. Yo formo parte de la estructura política del Presidente y colaboraría con Scioli solamente si el Presidente me lo pide.
--¿Por qué la policía nunca esclarece casos como el de Nora Dalmasso en Córdoba o el de María Marta García Belsunce?
--En general, es muy difícil esclarecer casos donde los imputados son personas ricas, de la clase alta, porque tienen recursos para defenderse y porque no son el blanco de la estigmatización social. Nadie los considera delincuentes. No sé si en una miseria del Gran Buenos Aires o de Córdoba, un hecho como el de Nora Dalmasso o María Marta García Belsunce estaría esclarecido, pero habría algún culpable que ya hubiera confesado y no me cabe la menor duda que habría algún imputado. De alguna manera, se hubiera resuelto el caso. Pero tenemos una justicia que es muy selectiva desde el punto de vista social.
Revista 7 Días
18-05-2007