MEXICO SANGRIENTO

El imperio del narco

El marcotráficoasesina una persona por hora en México. El organigrama de la sangre reúne en su cúspide a una decena de nombres con sus respectivos apodos y alias que libran una guerra por el control de la frontera entre México y EE.UU,, uno de los principales puntos de ingreso del rentable tráfico de drogas.

Por  Walter Goobar
Wgoobar@miradasalsur.com
En Tijuana, Culiacán, Ciudad Juárez ya parece natural morir acribillado a la orilla de un canal o aparecer decapitado  en un callejón oscuro o en la calle principal. Los torturados, degollados y acribillados, forman parte de la macabra estela dejada por los los capos del narco y el crimen organizado,  que libran una sangrienta guerra entre grupos rivales y contra el Estado.
El narcotráfico le tomó la palabra al presidente Felipe Calderon y aceptó la declaración de guerra que él lanzó. Desde entónces, los sicarios ya no salen sólo a saldar cuentas con rivales, o miembros de las fuerzas de seguridad: matan periodistas, alcaldes,  empresarios yciudadanos comunes. El marcotráficoasesina una persona por hora en México.
El organigrama de la sangre reúne en su cúspide a un puñado de nombres con sus respectivos apodos y alias que libran una guerra por el  control de la frontera entre México y EE.UU,, uno de los principales puntos del rentable tráfico de drogas.
Esos diez barones de la droga, amos de la violencia,  tienen a millones de mexicanos como rehenes.
Tijuana es una ciudad con cielo gris, de plomo, en la que llueven balas. Aunque ha sido militarizada, sigue siendo la  sede del cartel de los Arellano Félix, una familia de once hermanos que han sido detenidos o han muerto en los últimos años.
Los Arellano Félix controlan el centro neurálgico de Tijuana, donde, además de manejar los cargamentos de cocaína, marihuana y anfetaminas, cobran peaje a vendedores de drogas minoristas o derecho de paso de cargamentos de otras bandas, mientras sus sicarios se encargan de los secuestros y ejecuciones.
La violencia desarrolla su propia cultura, sus rituales, su liturgia y su marketing. En las páginas de Youtube aparecen las escenas de los ajustes de cuentas, como episodios de una telenovela interminable. El video de la última ejecución, la crónica del último enfrentamiento con el reguero de cadáveres en el asfalto, se reproducen en todo el mundo. En blogs narcos y en You Tube presuntos sicarios, navegantes curiosos y fanáticos de la crónica de sangre, han encontrado un espacio de festejo o crítica de las fechorías recientes. Desde ahí envían el videoclip del momento o la melodía del nuevo corrido que alaba al jefe de turno.
Mientras la violencia arrecia por todo el país, los narcos y sus pistoleros siguen creyendo que la muerte cabe en una canción. Los corridos hablan de amores letales, describen aterrizajes suicidas, cuentan infancias de hambre y dicen que de la sangre fría no sale la sangre caliente. Su potencia descriptiva está fuera de duda: son auténticos e inculpatorios como una huella digital.
Estas partituras del crimen son el registro de las balaceras y el trazo biográfico de las figuras del narco. Se escuchan en las rockolas de los bares y en los stéreos de las 4x4 que se aventuran por las calles del hampa. Sus textos, narran la épica desde un lado de la trinchera. Le dan un tono de heroísmo a los actosdelictivos, adoctrinan a la joven infantería
del narco, acompañan a los verdugos en sus masacres. Es la música anunciatoria de los enfrentamientos y de las orgías de  muerte.
En lo que va del año, la cifra de muertos por el narcotráfico alcanza a 5.031. Al ritmo actual, los fallecidos en 2008 duplicarán los 2.800 provocados por el crimen organizado en 2007. En los dos años del mandato de Felipe Calderón ya se han contabilizado 7.882 asesinatos.
Los datos duros muestran que los cien días transcurridos desde la firma del pacto anticrimen han sido los más violentos.
El Gobierno mexicano raramente publica datos sobre las "ejecuciones" por lo que los números extraoficiales de El Universal, el único periódico de México que lleva un recuento diario, se convierten en una referencia exclusiva.
La Operación Limpieza de la fiscalía y cuerpos de seguridad arroja resultados terribles. La policía federal, que era la joya de la corona por disponer de los agentes más capacitados, mejor seleccionados y bien pagados, está corroída por la corrupción. Altos mandos, incluidos del área de inteligencia, colaboran con los capos a cambio de pagos mensuales. Uno de los recientes detenidos es Ricardo Gutiérrez Vargas, director de Interpol México.
En otro escándalo reciente se reveló que el cartel de Sinaloa entregaba 450.000 dólares  mensuales al ex zar de la lucha antidroga de México Noé Ramírez Mandujano a cambio de facilitar a la banda información secreta sobre las operaciones del Estado contra el narcotráfico. No es el primer caso. En 1997,  el general Jesús Gutiérrez Rebollo, también fue comprado por Amado Carrillo Fuentes, jefe del cartel de Juárez. Otro zar antidrogas, José Luis Santiago Vasconcelos murió en el reciente accidente aéreo en que falleció también el secretario (ministro) de Gobernación.
Nadie sabe el número de policías cooptados por el narco: todo es conjetural. El papel de la policía es decisivo por su inacción y entrega relativa a los intereses del enemigo. En el pasado reciente, han jugado papel de escoltas, apoyo y logística
al narco. No todos, claro está, pero
sí una imprecisa parte de la nómina. Con esos involucrados basta y sobra.
Lo mismo pasa con el Ejército: unos 18.000 soldados abandonaron sin despedirse las filas del Ejército mexicano durante 2008, con lo que el número de deserciones se eleva a 150.000 en los últimos 8 años, según un informe que las propias Fuerzas Armadas entregaron a la Cámara de Diputados. De los 18.000 desertores, unos 1.500 pertenecieron a los Grupos Aeromóviles y a los Grupos Anfibios de Fuerzas Especiales. Y parte de ellos se habrían incorporado a las mafias del crimen organizado.
El diario El Universal se preguntaba: "¿Qué hacen en las calles 150.000 personas entrenadas para matar?". Y añadía: "En su condición de prófugos, tienen dos opciones: la seguridad privada o la delincuencia".
Un porcentaje de esos antiguos soldados están «en la más sanguinaria organización en la historia reciente del país: Los Zetas, sicarios al servicio del cártel del Golfo que ahora operan por cuenta propia.
El analista Ricardo Alemán denuncia en "El Universal" que el estado de Chihuahua "ya cayó en manos del crimen organizado y el narcotráfico, que ya impuso su ley, que recolecta impuestos para dar protección a los criminales".
Diario Miradas al Sur
07-DIC-2008