La invaisión de Gaza parece calcada de la que el Ejército israelí lanzó contra Hezbollah en el Líbano en el verano de 2006. Aunque los estrategas israelíes reconocen haber aprendido de los errores de la guerra del Líbano, una operación de esta envergadura en los 365 kilómetros cuadrados de Gaza puede convertirse en una nueva trampa mortal.
Por Walter Goobar
wgoobar@miradasalsur.com
La operación Plomo Sólido del Ejército Israelí entró ayer en su segunda fase cuando columnas de blindados y 10 mil soldados traspasaron sobre la medianoche la frontera norte de la Franja de Gaza. El avance terrestre israelí –que ya registra combates cuerpo a cuerpo contra los milicianos de la organización islámica Hamas– tiene como objetivo central “tomar el control de las zonas utilizadas por los rebeldes para el lanzamiento de cohetes y destruir toda la infraestructura terrorista de la organización palestina”, aseguró un portavoz militar israelí.
La maniobra parece calcada de la que el Ejército israelí lanzó contra Hezbollah en el Líbano en el verano de 2006. Al igual que en esa oportunidad, Israel ha procedido, primero, al lanzamiento de bombardeos masivos contra infraestructuras y edificios clave de la organización islámica palestina para preparar el terreno a una ofensiva terrestre.
Aunque los estrategas israelíes reconocen haber aprendido de los errores de la guerra del Líbano –que se tornó en un fracaso político militar que fortaleció y legitimó a Hezbollah en lugar de aniquilarlo– una operación de esta envergadura en los 365 kilómetros cuadrados de Gaza puede convertirse en una nueva trampa mortal.
Los 34 días de la Segunda Guerra del Líbano –entre el 12 de julio y el 14 de agosto de 2006– mostraron a los estrategas israelíes, que una demoledora campaña de bombardeos aéreos, navales y artilleros meticulosamente llevada a cabo y con los sofisticados medios de su ejército no basta para impedir el lanzamiento de cohetes sobre suelo israelí, ni el hostigamiento de una guerrilla como Hezbollah.
Aquella operación fue un diluvio de fuego que se cobró las vidas de 1.187 libaneses, con más de 4.500 heridos y 15.000 viviendas destruidas. Un apocalipsis, al fin y al cabo, que no allanó lo suficiente el terreno para las fuerzas terrestres. La penetración por tierra fue poco pretenciosa, apenas una decena de kilómetros hasta el río Litani, y menos brillante aún. Se saldó con 116 soldados israelíes muertos y 41 heridos. Israel comprobó la eficacia de los lanzacohetes rusos RPG 29 que, en manos de los combatientes de Hezbollah destruyeron una columna de blindados en apenas unos minutos.
La guerra tuvo otras consecuencias. Hezbollah, que no sólo estaba perdiendo prestigio e influencia entre los libaneses que no eran chiítas –o simplemente que eran pro sirios o pro iraníes–, sino que empezaba a generar rechazo también entre los chiítas más moderados –que se sentían legítimamente libaneses–, salió reforzada a pesar de la evidente defensa que Hezbollah hacía de intereses extranjeros. Después de la guerra de verano de 2006, ni los libaneses moderados más valientes y audaces pueden manifestar la más leve crítica contra la organización filial de los sectores más ultraortodoxos de Irán. Una organización debilitada y desprestigiada renació de sus cenizas como consecuencia de su aparente derrota, una organización chiita pro iraní –nación persa y en consecuencia étnica y culturalmente no árabe– se convirtió en el ídolo y héroe de la calle árabe, mayoritariamente sunníta. La imagen de Israel quedó seriamente afectada, su enemigo jurado Hezbollah notablemente fortalecido y las aspiraciones de Irán de influir en el Medio Oriente, trágicamente reforzadas.
Las actuales operaciones sobre Gaza parten de una preparación aérea de las mismas características. Y los blindados de la Brigada 75, que anoche abrieron fuego, constituían la vanguardia de la inminente invasión, pero aún no han sido desplegadas las brigadas estrella, la Givati y la Golani, imprescindibles para estas operaciones. Sin embargo, hay comentaristas israelíes que opinan que el Ejército israelí se muestra reticente a librar una guerra por tierra.
Nadie duda de que Israel puede invadir y ocupar la Franja, como ya hizo desde 1967 a 2005, pero sus blindados y su infantería serían vulnerables en una guerra de guerrillas contra combatientes de Hamas o de la Jihad Islámica provistos tan sólo de armas ligeras pero enormemente motivados. A los palestinos les basta con sobrevivir entre los escombros para ganar. Eso los convierte en un enemigo muy difícil de derrotar según todas las experiencias de guerra asimétrica. El Ejército israelí tiene frente a sí en Gaza a una fuerza de entre 15.000 y 20.000 palestinos armados, que componen la milicia de Hamas y de otros grupos afines, como Yihad Islámica. Se trata, de una organización paramilitar guerrillera y no de un ejército propiamente dicho, aunque ha mejorado en sus estructuras de control y de comando, y cuenta con hombres bien entrenados. Dentro de ella, las Brigadas Izedin al Qassam están consideradas como las fuerzas de elite de Hamas. Son aproximadamente 1.000 hombres bien disciplinados y divididos en brigadas militares. Sus instructores y mandos han sido formados por los Guardianes de la Revolución iraníes y la organización libanesa Hezbollah. Su especialidad es la guerrilla urbana, cuyas tácticas ya probaron con buenos resultados durante la toma de control de la Franja, en junio de 2007.
Las fuerzas de Hamas han mejorado su equipamiento militar gracias a la ayuda iraní y de Hezbollah. Y eso incluye a los cohetes de fabricación casera, los Qassam, que son su arma más temida, aunque por ahora poco mortífera. Actualmente tienen un rango de alcance que supera los 20 kilómetros, después de haber mejorado su capacidad propulsora. Hamas también posee una provisión de misiles Grad, que son una versión de los Katiushas, capaces de alcanzar un rango de 40 kilómetros, según fuentes de la Inteligencia israelí, poniendo a tiro a las poblaciones de Ashdod y Beer Sheva, más allá de Sderot.
La organización palestina está organizada sobre el terreno para enfrentarse a una invasión israelí. Posee una extensa red de búnqueres, túneles y bombas-trampa, al estilo de la que sirvió a Hezbollah en la ofensiva terrestre israelí de 2006. La estrategia defensiva de Hamas se basa también en bombas y misiles antitanque, adquiridas en el bloque del Este, según el periódico israelí Haaretz. Después de haber comenzado su particular versión de la operación Plomo Sólido, Israel tiene que empezar a pensar en cómo salir de ella antes de verse atrapado en arenas movedizas.
Diario Miradas al Sur
04-ENE-2009