El primer ministro israelí, Ehud Olmert anunció un cese al fuego condicionado
y sin repliegue de tropas. En las horas previas al anuncio del cese al fuego, el ejército israelí redobló su ofensiva aérea y terrestre en la devastada Franja
Por walter Goobar
wgoobar@miradasalsur.com
Veintiun días y mil doscientos muertos después de que Israel lanzara sobre Gaza su peor ofensiva en décadas, el Gobierno de George W. Bush –en su último día de trabajo– le sirvió en bandeja un acuerdo para detener la guerra y suscribir un alto el fuego con sabor a victoria.
El viernes, mientras Israel redoblaba los ataques, la secretaria de Estado norteamericana, Condoleezza Rice, firmaba con su homóloga y amiga hebrea, Tzipi Livni, un acuerdo cortado a la medida de las exigencias y los deseos de Israel para poner fin a la ofensiva en Gaza. El documento garantiza a Israel que militares de países aliados impermeabilizarán la Franja a la entrada de armas por tierra, mar y aire para evitar el rearme de Hamas
La sensación de triunfo en Tel Aviv es tan marcada que ayer –al fin del shabat– se reunió el Gabinete de Seguridad y el Primer Ministro Ehud Olmert anunció un cese al fuego unilateral vigente a partir de las 22 (hora argentina) de ayer. Olmert aseguró que la capacidad misilística de Hamas ha mermado considerablemente, pero Israel no replegará sus tropas de Gaza y responderá a cualquier agresión.
Se especula que como contraprestación al acuerdo firmado como memorando de entendimiento, Israel accedería a reabrir los pasos fronterizos de la Franja de Gaza, lo que responde a una de las condiciones de Hamas para la tregua.
También se prevé una cumbre en Egipto entre el anfitrión, Hosni Mubarak, el presidente palestino, Abú Mazen, el secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon y el premier Ehud Olmert. De Hamas, ni rastro, aunque los israelíes saben y lamentan que seguirá siendo la voz dominante en Gaza.
No es un secreto que en las trincheras de Hamas hay dos posturas contrapuestas: un sector que apuesta a frenar antes del agotamiento, y un sector más radical que habría decidido resistir.
La fisura en el seno de Hamas se refleja con las quejas de dos voceros islamistas en Gaza contra el liderazgo en el exterior, encabezado por Jaled Meshaal: “Han provocado un gran desastre y muerte sobre Gaza por no prolongar la tregua”, le dijeron Razi Hamed y Ahmed Yusef, ambos allegados al líder de Hamas en la Franja, Ismail Haniya.
Decidido a fulminar a Hamas, Israel empleó en las últimas horas todo su poder militar contra Gaza.
A la misma hora que Tel Aviv y sus en emigos emitían señales que hacían pensar en un cercano y precario alto el fuego, el ejército hebreo realizó medio centenar de bombardeos, para forzar a Hamas a claudicar o, quizás, para aprovechar el tiempo antes de un cese de hostilidades.
Israel usó el ataque selectivo, para abatir en Jabalia al ministro del Interior de Hamas, Said Siam –jefe de los 13.000 policías que combaten en las calles a los soldados israelíes–. De esta manera, Israel asestó un certero golpe de último minito al acabar con su hijo Mohammed, su hermano Iyad y el mando supremo de los Servicios de Seguridad, Salah Abu Shreh.
También se entregó Israel al bombardeo masivo, que hizo arder la poca ayuda humanitaria llegada en fecha reciente, y dañó a las organizaciones que asisten a los palestinos. Particularmente, la sede central de la Agencia para los Refugiados de la ONU, donde el ejército hebreo lanzó proyectiles de artillería de 155 milímetros con fósforo blanco.
Con la decapitación de la cúpula de la Seguridad de Hamas y el golpe a las instituciones que intentan sostener la supervivencia de los palestinos, Israel parecía escenificar un golpe final que empujase a los islamistas a una tregua sin demasiadas condiciones.
Dentro del triunvirato que dirige la guerra por el lado israelí, es conocida ya la fractura entre el premier Ehud Olmert, partidario junto con el ejército de continuar la ofensiva hasta desintegrar la infraestructura de Hamas y de sus ministros de Defensa y Exteriores, Ehud Barak y Tzipi Livni. Ambos comparten la conveniencia de terminar ya, antes de que la imagen de Israel pueda erosionarse más en el ámbito de la comunidad internacional y las bajas entre los soldados pongan a la opinión pública en contra de esta operación.
Israel puede destruir parte de la infraestructura de Hamas. Pero esa neutralización militar temporal no eliminará la influencia de un movimiento islamico utilizado por Irán para incrementar su presión contra Israel.
Cuando se acallen las explosiones de las bombas de la artillería y la aviación, Israel deberá sacar lecciones políticas de la campaña de Gaza.
En ese sentido, es importante escuchar la opinión del prestigioso psiquiatra palestino Eyad Sarraj, que no pertenece a Hamas: “Cuando acaben los ataques israelíes, Hamas anunciará que ha vencido. Israel provocará que este grupo sea más popular que antes. Gaza se radicalizará más allá de Hamas”.
“Un niño que ha visto cómo su padre ha muerto o no lo puede defender, buscará a alguien que sea su protector, en este caso, una facción armada que le dará seguridad, dinero y la posibilidad de venganza. El círculo de violencia se ampliará”, advierte el psiquiatra palestino, porque durante la tregua muchos jóvenes se alistarán en las filas del brazo armado de Hamas y de grupos más radicales.
Hasta ahora, no hubo en el Medio Oriente ninguna guerra que haya resuelto de manera definitiva los problemas que prometía resolver. Todo lo contrario: cada una ha engendrado la siguiente.
Diario Miradas al Sur
17-ENE-2009