IRAN Y LOS ATENTADOS EN ARGENTINA

Teherán y las avenidas del terror

Una calle de Teherán acaba de ser bautizada con el nombre de Imad Mughniye, el principal sospechoso de los atentados terroristas contra la mutual judía, Amia y la Embajada de Israel en Buenos Aires

Por Walter Goobar
www.waltergoobar.com.ar


El régimen iraní decidió bautizar una calle de Teherán con el nombre de uno de los principales jefes militares de la milicia libanésa Hezbollah, Imad Mughniye, presunto responsable intelectual de la voladura de la Embajada de Israel y la Amia. Sobre Mughniyeh pesaba una orden de captura emitida por Interpol a pedido de la justicia argentina, pero en febrero de 2008, un atentado perpetrado por el Mossad israelí en Damásco, la capital siria acabó con la vida de este hombre por cuya cabeza se ofrecían 25 millones de dólares de recompensa.
Irán siempre rechazó toda participación en los atentados perpetrados contra la mutual judía, Amia n el que murieron 85 personas y contra la Embajada de Israel, donde fueron 29 los que fallecieron, pero ahora cualquier mapa de las calles de Teherán puede convertirse en una guía de los laberintos del terrorismo islámico.
La arteria en honor al jefe militar del Hezbollah libanés une otras dos polémicas avenidas de Teherán, dedicadas a la memoria del egipcio Jaled al Islambuli, asesino del presidente de su país Anwar al Sadat, y la otra en homenaje a Ahmad Qasir, el primer suicida que se inmoló en el sur del Líbano en 1982. Por una macabra coincidencia, la avenida que lleva su nombre atraviesa la Plaza  de la Argentina en la capital iraní.
El nombre de Mughniyeh  cobró fama en 1984, cuando perpetró un doble atentado con camión bomba que segó la vida de 276 marines estadounidenses y 56 paracaidistas franceses en la capital libanesa.
Según el fiscal Alberto Nisman, Mughniye fue el responsable de armar -bajo órdenes del gobierno iraní-, los grupos operativos que actuaron en ambos atentados registrados en Argentina en 1992 y 1994.
Aunque durante la década de los noventa se ocultó y salió de la primera línea de combate, al parecer había vuelto a la escena pública en enero de 2006, después de una década en la clandestinidad. En esa fecha,  Mugnhiyeh apareció junto al presidente iraní, Mahmoud Ahmadinjead durante una visita a Damasco. Fue la primera vez que se lo pudo fotografiar en diez años. Su reaparición pública fue considerada como una advertencia iraní frente a las presiones occidentales por el tema nuclear. 
Mugnieh era un hombre del pasado: Jubilado en Damasco, resultaba más útil para los iraníes que encerrado en una habitación de hotel de Teherán.
Había pasado a cuarteles de invierno porque estaba enfrentado con el Secretario General de Hezbolláh, jeque Hassan Nasrallah, más interesado en la construcción política del movimiento y en el ingreso del Partido de Dios al Parlamento libanés que en los detonadores, las células dormidas y el terrorismo liso y llano. Pero cada tanto agitaban su fantasma y a él no le disgustaba.
Imad Mughniyeh murió como vivió:  hace poco más de un año, el 12 de febero de 2008, los servicios de inteligencia israelíes lo liquidaron con una carga explosiva colocada en su propio auto en la capital siria. Aunque nadie se atribuyó el atentado, Hezbollah acusó inmediatamente a Israel que declinó  comentar la noticia, pero este año al cumplirse el primer aniversario de la muerte de Mughniyeh, el diario Yediot Ajaronot publicó los detalles de la operación perpetrada por el Mossad.
El escurridizo Mughniye cometió un error que le costó la vida: los israelíes supieron de antemano que iba a visitar la embajada de Irán en Damasco el 12 de febrero porque se celebraba el 29 aniversario de la revolución iraní.
Según el diario, los agentes israelíes que se infiltraron en la capital siria desde el Kurdistán iraquí,  interceptaron sus teléfonos y colocaron una carga explosiva en el apoyacabezas derecho de la  camioneta Mitsubishi plateada de Mughniyeh y la detonaron por control remoto.
Además de moral- y jurídicamente condenable, la política israelí de "asesinatos selectivos" de presuntos terroristas como Mughniyeh ni siquiera ha sido efectiva para Israel. A la muerte del jeque Abbas Mussawi, jefe de Hezbollah, le sucedieron los atentados terroristas en Argentina. Y el sucesor de Mussawi fue Hassan Nasralá, un dirigente más duro y mejor conocedor de la psicología israelí.
Pese a que Irán a rechazado toda participación en los atentados de la Argentina y ha rechazado también el pedido de extradición de nueve altos funcionarios de su gobierno entre los que se contaba el asesinado  Mughniye, tras su asesinato, el régimen de los ayatolas le ofreció sepultura en el denominado cementerio de los mártires, junto a la tumba del gran ayatolá Jomeini, donde tiene una lápida de mármol negra.
 
 
PASADO DE SANGRE
COLUMNA
Pasado de sangre
Poco se sabe de la vida de Imad Mughniyeh anterior a su militancia. Se cree que nació en 1962 en la localidad libanesa de Tayr Diba, en el sur del país, aunque pronto se desplazó a Beirut, donde vivió la guerra civil, en la que habría participado activamente. En 1976 se integró en la Fuerza 17, cuerpo de élite del movimiento Al Fatah de Yasir Arafat, participando como francotirador en los combates contra las fuerzas cristianas, aunque se le considera responsable de la Yihad Islámica, aparecida a principios de los 80 en el Líbano con apoyo iraní.
El nombre de Mughniyeh se convirtió en algo más que una preocupación el 23 de octubre de 1983, cuando  perpetró los atentados suicidas contra la embajada y el cuartel general de las tropas estadounidenses en Beirut que costó la vida a más de 260 marines.
Luego, se esforzó en hacer fracasar el canje de armas por rehenes con que la administración Reagan y el coronel Oliver North intentaron -con complicidad de Israel- comprar la voluntad iraní.
Más tarde, llevó el refinado arte del terrorismo a su más alto nivel con los atentados contra la embajada  de Israel y la AMIA en Buenos Aires donde  habría actuado como jefe del grupo operativo que tuvo a cargo la ejecución de ambos atentados.
Diario Miradas al Sur
08-MAR-2009