“El drama de los Balcanes es tan tremendo que la televisión no necesita añadir nada más”, dice Ted Turner para rechazar la acusación serbia de que CNN “falsea la verdad”. Asegura que también Clinton le atribuye operaciones mediáticas en Kosovo. Un largo diálogo sobre la influencia de la TV en las guerras de fin de siglo, los beneficios que obtiene CNN en cada conflicto y el futuro de los medios.
Por W.G., desde Atlanta, EE.UU.
El estudio central de la CNN en Atlanta es una especie de acuario virtual, donde siempre parece que se está rodando una película. De esta pecera salieron en vivo y en directo imágenes que conmovieron al mundo: la explosión del transbordador Challenger (1986), la matanza en la Plaza Tiananmen en China (1989), el bombardeo estadounidense sobre Bagdad (1991), la recuperación de la embajada de Japón en Perú (1997) y, ahora, los bombardeos contra Belgrado. Los misiles estadounidenses que están arrasando Yugoslavia “salvaron” a las cadenas televisivas, que buscaban desesperadamente noticias fuertes desde que se agotó el escándalo Clinton-Lewinsky. Durante los primeros diez días de bombardeos, CNN aumentó su audiencia en un 113 por ciento en los horarios centrales, hasta promediar 150 millones de hogares sintonizando esa estación. Pero sentado en su enorme despacho del piso 14, Ted Turner, el dueño del imperio Time-Warner, rechaza la idea de que su empresa periodística haya sacado beneficio económico con las guerras del Golfo y los Balcanes. En una entrevista con enviados de medios latinoamericanos, Turner se declaró partidario de “parar ya esta guerra”; contestó las críticas de los serbios que acusan a CNN de “falsear la verdad”; aseguró que su relación con el gobierno de Bill Clinton “no es precisamente entrañable”, e hizo un análisis dramático de una eventual escalada bélica en Kosovo: “Aunque faltan pocos meses, tengo miedo de que no lleguemos al año 2000”. Habla, obviamente, de una guerra atómica. Estos son los tramos salientes del diálogo.
–La televisión estatal serbia acusó a CNN de falsear la verdad y anunció que incluso podrían ser juzgados sus directivos.
–Supongo que es porque sienten que no hemos sido objetivos. En general, cuando uno cubre un conflicto, si hace un buen trabajo, las dos partes quedan disconformes. A menos que uno tome partido por uno u otro bando, nadie se gana amigos en medio de una guerra. El drama de los Balcanes es tan tremendo que la televisión no necesita añadir nada más. Créanme que nuestra relación con el gobierno estadounidense tampoco es precisamente entrañable. Ahora, el Departamento de Estado nos acusa de que la liberación de los tres prisioneros norteamericanos obtenida por el reverendo Jesse Jackson fue una maniobra periodística de CNN. Es indecente acusarnos de que esto es un montaje periodístico. Sólo les falta decir que Jackson es un empleado mío. Ojalá lo fuera. Lo cierto es que tampoco me gusta ver que bombardeen a los periodistas, porque a partir de esta guerra nos hemos convertido en blancos legítimos para la OTAN. Bombardear la televisión serbia fue una pésima idea. Alguien tiene que cubrir la guerra. Imagínese que EE.UU. hubiese bombardeado las radios japonesas durante la Segunda Guerra Mundial. Todavía estaríamos peleando porque ese fue el medio que utilizó el emperador para anunciar la rendición.
–¿La TV cambió las relaciones internacionales?
–Es un hecho que los principales líderes políticos del mundo sintonizan la televisión para mantenerse informados. Espero no cometer una infidencia, pero el presidente Clinton ha hecho instalar un televisor en el baño para poder ver CNN (se ríe). Nunca se me hubiera ocurrido hacer eso. Será porque no paso tanto tiempo en el baño... Yo creo que cuando uno ve las mujeres de Kosovo recogiendo pedazos le leña y carbón para cocinar o cuando uno muestra las escuelas y las casas saqueadas, la gente tendría que darse cuenta de la estupidez de la guerra. ¿Y qué va a pasar en Yugoslavia cuando terminen los bombardeos? ¿La OTAN va a reconstruir todos los puentes, las usinas, los hospitales y toda la infraestructura bombardeada?
–Usted se declara pacifista...
–Sí, soy un pacifista convencido. He admirado a Martin Luther King, a Mahatma Gandhi y a Nelson Mandela...
–...Pero CNN se beneficia con la cobertura de la guerra. ¿Esto no le resulta contradictorio?
–En cuarenta días de guerra hemos perdido un millón de dólares en equipos: la mitad la robaron o la destruyeron los serbios, la otra mitad los bombardeos de la alianza. Al menos en eso las cuentas están parejas. Nosotros no agitamos el nacionalismo. No decimos quién tiene razón y quién está equivocado. Simplemente nos limitamos a mostrar el drama y la miseria de toda esa pobre gente...
–Hay mucho sentido común en todo lo que dice sobre la guerra, pero esos puntos de vista no son los que CNN refleja en la pantalla...
–Desde antes de comenzar con CNN, hace más de 20 años, he hecho todo lo posible para acabar con la Guerra Fría. Nunca dije “hay que acabar con el capitalismo o con el comunismo”. Simplemente propuse que ambas partes dejaran de proponerse acabar con el otro. Ninguna de las dos superpotencias tenía el derecho a poner en juego el destino de toda la humanidad. Sin embargo, yo no creo que tengamos que asumir una posición editorial. Tanto ahora como entonces, tratamos de ser lo más veraces y objetivos posibles. No es nuestra misión convencer al mundo sobre un tema o una posición determinada.
–Usted ha aportado mil millones de dólares a Naciones Unidas. Es el mayor donante. ¿Por qué invierte en una organización que ha demostrado ser totalmente inútil para detener la carnicería en los Balcanes?
–La ONU es grande e ineficiente, pero es el único instrumento global que tenemos y si no la tuviéramos, tendríamos que inventarla, porque sus postulados son acertados. La ONU jugó un papel muy importante para acabar la Guerra Fría. De no haber existido la ONU, la Guerra Fría se hubiese transformado en una guerra caliente. Y en la actualidad sigue siendo importante, a pesar de su ineficiencia. Por otra parte, el dinero no se usa para financiar las actividades de la ONU, sino que el dinero va a diversas agencias de la ONU y nosotros participamos en la selección de proyectos específicos, como el de erradicación de parásitos en Africa, o desmovilización de niños-soldados en Sierra Leona. No estamos dando una limosna como se da en las iglesias. Estamos monitoreando los proyectos y esperamos ver resultados concretos.
–¿Quiere ser presidente de Estados Unidos?
–No, estoy viejo. Tengo 61 años y me siento cansado... creo que sería bueno que en el futuro EE.UU. tuviese un presidente negro.
–Esto que pasa hoy con CNN, ¿tiene algo que ver con sus expectativas al fundar la empresa, hace veinte años?
–Me atraía la idea de tener un canal que transmitiera noticias las 24 horas del día, pero en realidad lo que más me importaba era sobrevivir. Me sentía como Cristóbal Colón navegando en aguas desconocidas. No creo que Colón haya querido descubrir un continente, sino simplemente llegar a alguna parte para no caerse del mapa. A mí me pasó lo mismo: simplemente quería sobrevivir. El resto es historia conocida: la expansión vino mucho después.
–Su empresa Time-Warner es dueña de treinta publicaciones gráficas. ¿Cómo ve el futuro de los diarios y las revistas?
–Me preocupa el futuro de la palabra impresa, en general. Los diarios y los libros seguirán existiendo, por lo menos en los próximos cien años, pero entrarán en un período de declinación. La industria de los periódicos ha dejado de ser rentable y hay una creciente tendencia hacia la distribución electrónica en reemplazo de la distribución impresa. Por suerte, seguiremos usando el papel para limpiarnos el trasero, porque no creo que lleguemos a hacerlo electrónicamente.
–¿Cómo se imagina la sociedad y la televisión en el próximo milenio?
–Aunque faltan un par de meses para el 2000, tengo una preocupación más inmediata, que es la guerra en los Balcanes: creo que el peor escenario imaginable sería que la OTAN decidiese el envío de tropas terrestres o la implementación de un boicot petrolero. Eso forzaría una intervención rusa a favor de Belgrado y una guerra en la que esté involucrada Rusia se convertirá casi irremediablemente en atómica en cuestión de pocos días. Es decir que, aunque faltan pocos meses, tengo miedo de que no lleguemos al año 2000.
–¿Cómo creee que termina entonces lo de Kosovo?
–Esta guerra tiene que terminar ya, y debe ser de manera pacífica y negociada. No creo que se pueda acabar con la guerra tirando bombas sobre uno de los contendientes. Tarde o temprano la humanidad tiene que reaccionar.
OPINIÓN
La pantalla global
Por Walter Goobar
En la pantalla global no interesa cuantas víctimas se cobra la guerra. Lo único importante es que si hay muertos, sean de países periféricos. Cada vez está más claro que el valor específico de una vida humana reviste un carácter sumamente variable. La suerte de los tres soldados estadounidenses capturados y liberados gracias a la gestión del reverendo Jesse Jackson tiene para la televisión más valor que una veintena de desdichados serbios heridos o muertos en uno de los “bombardeos accidentales” de la OTAN y éstos, a su vez, se cotizan igual o menos que los cientos de miles de kosovares expulsados de sus casas.
Entre las muchas rarezas de este conflicto ha surgido la extraña idea de que se puede hacer la guerra sin tener que lamentar muertos. Esta idea sólo puede prosperar en sociedades ricas que se creen invulnerables, por lo que lo más probable es que esta guerra termine recién después de que aparezcan en la pantalla cadáveres aliados.
¿Ha cambiado la CNN la política exterior de Estados Unidos y de otros países del mundo? ¿Llegan las imágenes de la televisión a decidir en qué países se interviene y en cuáles no? Las decisiones sobre Somalia, Bosnia, Haití... ¿son, en realidad, tomadas por la fuerza de las imágenes televisivas? ¿Tienen los periodistas más poder que los políticos para orientar la actuación de sus gobiernos en una u otra dirección? Un estudio de la Cámara de Representantes de Estados Unidos admite que, lamentablemente, las cadenas televisivas influyen y hasta dictan en muchas ocasiones las decisiones de los políticos.
Sin embargo, algunos periodistas estadounidenses, como el presentador Ted Koppel, señalan que la televisión ejerce una influencia fundamental en las decisiones de Estado sólo cuando los gobiernos no tienen una política claramente definida. “Cuando los gobiernos no consiguen establecer claramente sus prioridades es cuando se convierten en prisioneros de la televisión”, opina Koppel.
Ningún televidente medianamente informado puede desconocer que la cadena de Ted Turner es el instrumento mediático para globalizar los códigos del poder estadounidense. Y esto es totalmente independiente del pacifismo y los actos de filantropía global de su fundador.
“Bombardear la televisión serbia fue una pésima idea. Alguien tiene que cubrir la guerra. Imagínese que EE.UU. hubiese bombardeado las radios japonesas durante la Segunda Guerra Mundial. Todavía estaríamos peleando porque ese fue el medio que utilizó el emperador para anunciar la rendición.”
Revista Veintiuno
Numero edicion: 43 01/02/1999