Nadie duda que en la pasada elección a jefe de gobierno Gabriela Michetti obró el milagro de humanizar la imagen de ogro medio torpe y medio troglodita de Mauricio Macri que venía actuando como una especie de Shrek de la política argentina, pero de tanto convivir con el ogro, Michetti terminó mimetizándose con el y y adoptando los peores vicios de la vieja política que proclamaba combatir.
Por Walter Goobar
Nadie duda que en la pasada elección a jefe de gobierno Gabriela Michetti obró el milagro de humanizar la imagen de ogro medio torpe y medio troglodita de Mauricio Macri que venía actuando como una especie de Shrek de la política argentina y un día proponía perseguir a los cartoneros y al dia siguiente se fotografiaba impúdicamente con una nena en un basural.
Oficiando de princesa Fiona, Michetti demostró verdadera destreza en el arte de neutralizar las aristas más reaccionarias del ogro del Pro. "Lo que pasa es que no tenés que ser tan facho", le recomendaba con ese desparpajo femenino que termina convirtiendo el peor de los defectos en una virtud.
Hay determinados elogios femeninos que dejan entreabierta la posibilidad de que en realidad se traten de críticas tan encubiertas como despiadadas. Es el caso de varias de las alabanzas públicas que Michetti le prodigaba a Macri: "Me resisto a que digan que humanizo a Mauricio", declaró Michetti a la revista Fortuna y agregó: "somos muy distintos en personalidad y formación: él viene de las ciencias exactas, yo de las sociales. Tenemos diferencias en la manera de comunicar, de transmitir sentimientos".
El argumento que escrimía Michetti parecía calcado de la trama del dibujo animado que dio vida al ogro más taquillero del cine: Shrek es un ogro maloliente que vive en un horrible pantano; odia ser molestado y es muy celoso de "su intimidad". Hasta que aparece una princesa, la bella Fiona, la que hace brotar sus sentimientos.
Es inegable que la bella, sensible y laboriosa Michetti no solo consiguió erotizar aquella campaña electoral, sino que ejecutó un milagro mayor que consistió en resucitar el mito de la "derecha sensible".
La receta fue sencilla: Michetti admitió a La Nación que compartía los prejuicios sobre Macri. Lo consideraba "un frívolo" que había "obtenido ventajas" con sus negocios con el Estado.
La chica de clase media que le aportó un barniz "progre" al PRO contrabalanceaba la imagen de Mauricio que ese mismo año se destacó por ser uno de los diputados más ausentes en el Congreso. Sin embargo, desde que asumió el cargo de vicejefa de Gobierno la bella princesa demostró que no era la estereotipada y frágil damisela capász de humanizar al ogro, sino -más bien-, que de tanto convivir con el ogro terminó mimetizándose con él y adoptando los peores vicios de la vieja política que proclamaba combatir.
Al igual que Mauricio Macri, Gabriela Michetti jamás desempeñó el cargo de vicejefa porteña y sus inasistencias a las sesiones de la legislatura fueron el único sello de su gestión.
"No vio una sola sesión legislativa. Yo creo que renunció casi el día que asumió", sostuvo el kirchnerista Diego Kravetz.
"Mal puede renunciar Michetti y escaparse para convertirse en diputada aduciendo que va a intentar buscar el financiamiento que trabo la gestión macrista cuando el problema principal del macrismo no es el financiamiento externo sino una falta absoluta de proyecto, rumbo e ideas", sostuvo esta semana el legislador Martín Hourest indicando que "educación, juego, policía, puerto y espacio publico, son solo alguno de los temas que jamás el macrismo supo o quiso dar respuesta."
Los legisladores porteños acusaron a Michetti de no haber ido nunca a presidir las sesiones y de inventar un reality show, con su supuesta angustia, antes de anunciar que dejaba de ser vicejefa para presentarse como candidata a diputada.
"Ella sufre, se angustia... Todos estuvimos en el reality show de estas últimas semanas donde las decisiones son tamizadas por la sensibilidad", señalço Gabriela Cerruti, que presentó una denuncia penal contra Michetti por no presidir las sesiones. La denuncia terminó archivada, pero el juez Luis Schelgel advirtió que "existen sanciones administrativas en la Legislatura y no se sabe por qué razones no han sido utilizadas". Cerruti pidió, entonces, que se evaluara una sanción, pero le respondieron recién después de la renuncia por lo que no le correspondía ninguna sanción.
La princesa y el ogro ya sueñan cob el trono y no es precisamente el del reino de Muy Muy Lejos.
Diario Miradas al Sur
26-ABR-2009