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PILAR NORES, LA ESPOSA ARGENTINA DE ALAN GARCÍA

“Mi marido no es un león herbívoro“

Este domingo, Perú elige Presidente. Y una argentina puede volver a ser primera dama. Pilar Nores cuenta su pasado como discípula de Cavallo; por qué fracasó la estrategia de limitar los pagos de la deuda externa; el rigor del exilio, Menem y Fujimori.

Por Walter Goobar
Si bien sigue a su esposo durante los actos políticos, trata de escapar a las cámaras y entrevistas: “Si hay algo a que le he tenido miedo con respecto a ser la esposa del presidente es figurar en las páginas sociales de las revistas. No soporto que me pregunten si uso zapatos, falda o pantalón como habitualmente tienden a encasillar a las esposas de los presidentes”, dice la cordobesa Pilar Nores, esposa del ex presidente y actual candidato a la presidencia del Perú Alan García, que este domingo disputará la segunda ronda electoral con Alejandro Toledo.
En 1985 y con sólo 35 años, Alan García se convirtió en el presidente más joven de Perú. Dueño de una excelente oratoria, el aprista García llegó a la presidencia con un discurso populista que estaba más recostado en la izquierda que en el centro: propiciaba condicionar el pago de la deuda externa a los ingresos por exportaciones y privatizar la banca. Perseguido por el fujimorismo y acusado de corrupción, durante el autogolpe de 1992, García huyó a Colombia y obtuvo el asilo político. Tras casi nueve años de exilio y sólo tres meses de campaña, García ha logrado aparecer como un estadista que aprendió de sus errores. “Pero Los que creen que ahora mi esposo es un león herbívoro se van a llevar una sorpresa”, advierte su esposa.
Pilar Nores es la hija número 13 de una familia de 14 hermanos. Su padre, Rogelio Nores, fue rector de la universidad y gobernador de la provincia de Córdoba. En esa Universidad, Pilar fue discípula de Domingo Cavallo:
–Hice una licenciatura en Ciencias Económicas donde lo tuve de profesor. Fui auxiliar de su cátedra y le tenía un gran respeto...
–Lo dice en tiempo pasado...
–(Se ríe) Sólo porque fue hace muchos años.
–¿Cómo se conocieron con Alan García? +
–Nos conocimos en España, en La Rábida. Había un congreso sobre Sociología y Desarrollo para América latina. Yo estudiaba Economía en Londres y él estudiaba en Francia.
–No me diga que empezaron esa relación hablando de política ...
–Exactamente. Tanto me llamó la atención la seguridad con la que hablaba Alan, que yo me pregunté si este señor no era un fanfarrón.
–Pero una pizca de romanticismo debe haber habido, ¿o no?
–¿Usted cree que la política no es romántica? Es muy romántica y es apasionante...
– ¿García estaba más a la izquierda que usted?
–Nosotros formamos parte de la generación de los ’70. Allí donde el Che Guevara era una bandera. La juventud en América latina estaba movilizada por una ideología continental.
–¿ Se acuerda cuando en la Argentina se coreaba la consigna “Patria querida: dame un presidente como Alan García”?
–(Se ríe a carcajadas). Sí, claro. Alan es un bolivariano que piensa que el continente sufre los mismos problemas: cuando hay inflación en la Argentina, hay inflación en Perú; cuando hay recesión en un país arrastra a los demás. Y los grandes problemas están sin resolver desde la Conquista hasta ahora.
–Alan García ha hecho una autocrítica de su gestión anterior. ¿Condicionar el pago de la deuda externa a un porcentaje del PBI fue un planteo demasiado avanzado para su época?
–Creo que si otros países de América latina nos hubiesen acompañado, tal vez hubiesen resuelto parte de los problemas que hoy afrontan Argentina, Perú y Brasil. Pienso que él eligió el camino de decir “no se paga más de lo que se tiene”, lo cual es un camino justo política y socialmente. Pero desgraciadamente no lo acompañaron. Su autocrítica no se refiere a limitar el pago de la deuda externa, sino a la inflación que destruyó parte de la imagen que él tenía.
–¿Cuáles son los errores políticos que usted le marca en la intimidad?
–Su defecto más grande es que todo lo quiere para ayer. La impaciencia es un defecto que tal vez pueda convertir en virtud de un gobernante.
–¿Cuánto influye usted en las decisiones ?
–(Se ríe) No estoy dentro de su comando ejecutivo... Cuando él fue presidente, tuve una actuación en el área social. En temas de política nacional yo no opino, porque solamente soy la esposa del candidato y no soy candidata a nada.
–¿Se siente la esposa “argentina” de García?
–No, porque soy peruana por matrimonio. Yo voto en Perú, me siento peruana y creo haber servido al pueblo peruano con todo mi corazón y esfuerzo. Durante los cinco años de gobierno de mi esposo hice 21 aldeas infantiles que albergaban a más de 100 niños huérfanos cada una. Esto se hizo sin un peso del Estado. En las zonas marginales, formamos 9.700 clubes de madres que existen hasta hoy y nuclean a más de medio millón de mujeres en todo el país. Son organismos con tres módulos: una cocina, para alimentar en conjunto a todas las familias, un taller de producción y una especie de “cuna-nido” para niños de entre 3 y 6 años porque la educación nacional no cubría ese rango.
–Desde que García abandonó la presidencia, ¿qué fue lo más difícil ?
–Sin dudas, el exilio de ocho años y diez meses. Aunque Colombia y Francia nos recibieron con mucho afecto, lo más duro fue estar solos con nuestros cuatro hijos.
–¿Fue difícil criar y educar a cuatro hijos entre la presidencia, el exilio y el retorno?
–Josefina, la mayor, salió del Perú a los 15 años y fue la única que estaba en casa cuando el ejército vino a buscar a su padre. A ella le ha costado mucho la soledad del exilio. Estudió una carrera científica en Francia y ya se ha graduado. Los otros tres salieron muy pequeños, de 7, 6 y 3 años, de manera que siguieron una educación prácticamente francesa. Hasta ahora todo lo que les ha tocado pasar lo han podido superar.
–¿Cuando se exiliaron no surgió nunca la Argentina como alternativa?
–No hay por qué decirlo... pero la verdad es que Perú y Argentina son dos países muy hermanos y por ese motivo nos era imposible pensar en la Argentina como un lugar seguro...
–¿Por qué?
–Por las relaciones entre ambos ejércitos, no íbamos a estar a buen resguardo en la Argentina.
–En ese sentido, ¿usted ve algún paralelismo entre el gobierno de Fujimori y el de Menem?
–Creo que Menem y otros gobiernos se apresuraron a reconocer en Fujimori a un presidente constitucional, que no lo fue, y a legalizar una situación que pudo haber durado mucho menos para el pueblo peruano. Más de eso no me atrevería a decir porque hace 25 años que estoy fuera de la Argentina.
–Cuando asumió la primera presidencia, Alan García tenía 35 años. Ahora tiene 51. ¿Está más moderado?
–A los que creen que mi marido es un león herbívoro, yo les recomendaría que no se confíen tanto. Uno puede reconocer los errores y plantear modificaciones, pero no va a renunciar a sus principios básicos, a gobernar para las grandes mayorías...
Revista Veintitrés
Numero edicion: 151 02/01/2001

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