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ESTELA: Documental de S. Di Florio y W. Goonar

CARLOS HELLER

“Quisiera creer que no hay partidos arreglados”

Auto-definido como “cooperativista de toda la vida”, detesta que le digan “banquero”. Nacido en Entre Ríos y porteño por adopción, a los 65 años Carlos Heller cuenta en su haber tres hijos y cinco nietos. El presidente del Banco Credicoop y ex vicepresidente de Boca afirma que Macri “es el enemigo a derrotar” y plantea la conformación de un espacio “autónomo” para las elecciones a la jefatura de Gobierno de Buenos Aires. “Estoy acostumbrado a gestionar la cosa pública, no estatal”, afirma.

Por Walter Goobar
--Parece que está disputando dos sillones ¿Cuál le gustaría más: el de jefe de Gobierno de la Ciudad o el de la AFA?
--Yo estoy trabajando para ser candidato a jefe de Gobierno y la otra opción tiene que ver con una propuesta del presidente de Vélez, Raúl Gamez, que hace campaña para que suceda a Grondona.
--Puesto a elegir entre el sillón de jefe de Gobierno y el de presidente de la AFA ¿Cuál sería su elección?
--Es difícil hablar de opciones: si tuviera que elegir, me parece que, desde el punto de vista de la sociedad, tiene mucha más trascendencia la jefatura del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Sin embargo, lo del fútbol tiene un condimento adicional: es mucho más apasionante. Imaginarme conduciendo el fútbol me resulta atractivo. Pero eso no quiere decir que esté en competencia: son dos cosas diferentes.
– Entonces, ¿cuál le gustaría más?
--Las dos. Yo me pasé la vida gestionando cosas públicas no estatales. Hace cuarenta y tantos años que trabajo en el ámbito cooperativo. Empecé mi vida laboral por accidente: soy técnico mecánico y, en una de las crisis del sector, perdí mi empleo. Me propusieron entonces trabajar como cajero de una caja de crédito. Fue así como me pasé la vida haciendo esto.
-- ¿Y como se acercó al fútbol?
--Un dia me llama Julio Grondona -a quien yo conocía porque él tenía la cuenta de su corralón en la Caja de Crédito de Avellaneda- y me pide que le de una mano a la gente de Boca. Inventamos entonces la financiación de los derechos de Prode futuros. Un año después, en 1981, Marcos Franchi me invita y me empiezo a meter en tema, hasta terminar como como vicepresidente de la entidad durante 10 años.
-- ¿Qué es Boca?
– Yo diría que es una cosa pública, a pesar de no ser estatal. Boca es de la gente. No tiene dueño -aunque ahora parece que si- , pero conceptualmente uno tendría que decir que no.
-- ¿Qué piensa de Grondona?
--(Hace una pausa). Creo que la permanencia tan larga al frente de la AFA genera una confusión entre la institución y la persona. Él se siente la AFA, y ahí se produce el problema. Hoy se analiza el tema de la AFA como una pelea pro o anti Grondona, porque no existe ninguna previsión en la normativa del fútbol argentino que le ponga un límite temporal a la permanencia. Una vez Grondona dijo que iba a salir de la AFA con los pies para adelante: yo creo que eso no es bueno. Quedarse hasta que uno se muera y salir con los pies para adelante no es la mejor manera de culminar una buena gestión.
--Y de Macri ¿qué opina?
--Yo me siento absolutamente opuesto a lo que Macri es y representa en todos los planos. Creo que pretende presentarse como una expresión de la nueva política, aunque en realidad es un hombre joven que intenta recrear todo lo viejo de la política, su peor faceta. Creo que aprovechó y le salió bien... -- ¿Por qué dice que le salió bien?
--Porque me consta que era su plan. No es cierto que Macri se metió en Boca por la pasión boquense y luego, un dia cualquiera, se le despertó el bichito de la política. El primer intento de Macri para llegar a la dirigencia de Boca fue negociando con nosotros: me vino pedir que convenciera a Antonio Alegre para que le dejara el lugar. Cuando fracasó en ese intento, le pidió una reunión a Alegre. En ese encuentro, que se realizó en el Sheraton, Macri le pidió a solas que hiciera un gesto patriótico y le dejara el lugar. Fue precisamente durante esa conversación que Macri confesó que Boca era una transición hacia la política, porque aspiraba a ser senador o jefe de Gobierno. Insisto: en el plano que uno lo busque, Macri es una expresión de lo que hay que cambiar en la Argentina. Él aprovecha el contexto de la racha espectacular de éxitos deportivos -que yo disfruto–, para llevar adelante procesos de privatización en Boca: el Museo de la Pasión boquense es un ente privado.
-- ¿Eso qué significa?
-- Indica incapacidad de gestión o facilidad de negocios para gente cercana; por ejemplo, la aparición reiterada de empresarios cercanos a Macri en las transferencias de los jugadores que vienen o se van de Boca. Los personajes se repiten: el escribano Gustavo Arribas, Fernando Hidalgo y Claudio Gamarni. Se trata de nombres vinculados a empresarios rusos implicados en operaciones de lavado de dinero. ¿Por qué tiene que estar Boca en todo eso? Todo esto viene de la mano del éxito deportivo, y en ese marco es difícil ser crítico, pero yo creo que es grave -y que sería gravísimo para la Argentina-, que gente que tiene las ideas que tiene Macri llegara a tener poder de decisión en cuestiones que le importan a los argentinos.
-- ¿Qué responsabilidad tienen los dirigentes en el comportamiento de las barras bravas?
--Yo viví muchos años enfrentado con la barra de Boca: en la cabecera donde se ubica la Doce ponían un trapo blanco que decía "Heller judío, comunista y ladrón”. Un buen día Alegre se reunió con ellos y acordó y yo me enojé muchísimo: me peleé, discutimos, y finalmente terminé aceptando que Alegre cambiara 250 entradas por tranquilidad. Yo me acuerdo que en esa época había algunos periodistas que le hacían notas a José Barrita y a nosotros, y los delincuentes parecíamos nosotros. No se buscaban favores, sino que fue una suerte de pacto de rendición. -- ¿Qué pasa hoy?
--Creo que hoy es una mezcla. Hay dirigentes que usan a las barras bravas, hay políticos que usan a las barras bravas, y creo que hay dirigentes sindicales que usan a las barras bravas. En definitiva, son mano de obra pesada al servicio de distintos contratantes o causas. Cuando vienen momentos como éstos y se producen crisis, hay que aplicar el derecho de admisión; sin embargo, no hay gente sancionada. Para dar la batalla contra las barras tiene que haber una decisión política cierta y fuerte que permita pensar que las cosas son diferentes.
-- Si estuviera en el sillón de Grondona ¿Qué haría?
--Pondría el reloj en cero y sería absolutamente severo e intransigente con cada hecho de violencia. Y después tiene que pasar. Hay que tratar a los simpatizantes del fútbol como ciudadanos: respetarlos y exigirles que respeten.
-- ¿Los barras bravas son los verdaderos campeones de la temporada?
--Eso es un título. El tema se junta con lo de San Vicente y con lo del Hospital Francés: estamos hablando de la vuelta a la institucionalización de las formas violentas en muchos aspectos de la vida argentina. La sociedad se alarma -y con razón-, porque la violencia ha dejado una marca demasiado dura.
-- ¿Qué es lo que le gusta del fútbol?
--El gol de chilena que hizo Ronaldinho lo vería 45 veces. El fútbol es picardía, ingenio, seducción: el fútbol es engaño en el mejor sentido de la palabra, porque es aprovechar la distracción del otro. Yo estoy convencido de que el fútbol gusta tanto porque es el único juego que se juega con una parte inhábil. La habilidad está en la cabeza, los hombros, los pies, las rodillas: todo menos las manos. Entonces, el futbolista desarrolla las mismas habilidades que un malabarista. Lamentablemente, el super profesionalismo y la necesidad del resultado le sacan mucho de ese encanto y lo están convirtiendo en algo mucho más mecánico, más aburrido. El atractivo, de todas formas, es que cada partido es un hecho único e irrepetible, y uno vuelve a la semana siguiente imaginándose que va a ver algo mejor y más cercano a esa fantasía que se tiene en la cabeza.
--¿Lo apasiona algún otro deporte?
--La pesca. Desde hace unos años salgo a pescar con unos amigos. Es un grupo que se integra con gente de Buenos Aires y de Mendoza. Nos vamos una semanita a una cabaña, una salida de hombres: la actividad principal es pescar, jugar a las cartas, contar cuentos y tomar buen vino. Realmente, es una bocanada de aire fresco. Además, en el silencio de Villa Angostura se duerme bárbaro.
– Volviendo al fútbol, ¿no se está convirtiendo cada vez más en espectáculo y menos en deporte?
--No. Está siendo cada vez más negocio. El fútbol es hoy un gran negocio rodeado de una gran pasión y creo que el crecimiento del negocio termina destruyendo la pasión.
-- ¿Hay partidos arreglados?
--Quisiera creer que no.
-- ¿Es una expresión de deseos o un acto de fe?
--Durante todos los años que fui dirigente una sola vez se me acercó una persona que decía que venía en nombre de un árbitro para ofrecerme arreglar un partido de Copa Libertadores. Le dije que no por tres razones: no tenía porque creer que era cierto que representara a la persona que decía que representaba, también podía pensar que a la misma hora otro señor le ofreciendo lo mismo a las autoridades de otro club, y tercero porque no tenía la convicción de que había un juego en el que había una disputa. Si llegaba a la conclusión de que no era así, me iba en ese mismo momento.
-- Eso fue un hecho aislado, pero si pasa en Italia ¿porqué no puede pasar aquí?
--Me horroriza pensar eso, pero no tengo elementos para decirlo. El exceso de negocio mata el juego. Cuando uno ve que en México, Televisa es dueño de varios equipos, no es difícil pensar que si hay dos equipos del mismo dueño no se resuelva un resultado en función de la conveniencia. En Argentina, siguen habiendo instituciones manejadas por los socios y por asociaciones civiles: hay pocos casos de clubes gerenciados; por eso, quiero pensar que no hay partidos arreglados. El dia que piense que si, no voy más a la cancha. -- ¿Cree que es un riesgo posible?
--Si, totalmente, en la medida en que crece el negocio.
-- Por ejemplo...
--Las apuestas instantáneas favorecen el riesgo del arreglo. Hay que desarticular los elementos que favorezcan la posibilidad del arreglo.
RECUADRO 1 Aires de candidato Carlos Heller se aleja por un momento de la city porteña para caminar los barrios porteños. El lunes 27 estuvo junto a más de medio centenar de ONGs barriales en el Club Social y Deportivo Franja de Oro de Pompeya.
-- ¿Cómo explica su idea de ser candidato a jefe de Gobierno de la Ciudad opositor, pero no anti kirchnerista?
--Junto con el diputado Claudio Lozano dijimos que nuestro perfil es autónomo y no confrontativo. En primer lugar por una razón muy simple: si llegáramos a la jefatura del gobierno de la Ciudad, tendríamos que tener una política de razonable diálogo con el gobierno nacional. Nuestra idea no pasa por definirnos como opositores o como oficialistas, sino como alternativos.
-- ¿Por qué?
--Al ser oficialista se supone que uno tiene que alinearse y decir que todo lo que hace el gobierno está bien, aunque a uno no le guste. Y ser opositor es todo lo contrario: hay que buscarle siempre la vuelta para para decir que estoy en contra, aunque alguna cosas me parezcan bien. Si yo soy autónomo puedo decir: a mi me parece bien que se reduzca la Corte, pero me parece mal como se manejó el tema del Consejo de la Magistratura; a mi me parece bien como se negoció la deuda externa con con los acreedores privados, pero me parece mal que hayamos cancelado la deuda con el FMI. Eso quiere decir ser autónomo. Yo firmaría el discurso que dio Kirchner en Naciones Unidas, pero al dia siguiente fue a la bolsa de Wall Street y dijo: “Estamos volviendo al lugar del que nunca nos tendríamos que haber ido”. No estoy de acuerdo. Y ser autónomo es poder decirlo.
-- ¿Lo beneficia que Daniel Scioli vaya como candidato a provincia?
--El gobierno no se va a quedar sin candidato en la Ciudad. Yo creo que si Scioli va a la provincia, el candidato en la ciudad será Daniel Filmus, que compite más que Scioli en el espacio que nosotros queremos armar. El actual vicepresidente compite más con Macri. La gente que nos puede votar a nosotros, es la gente que no votaría ni a Macri ni a Scioli, pero que probablemente si votaría a Filmus. Me parece que lo que están buscando es generar un candidato bonaerense ante la posibilidad de que Macri se corra a la provincia: creo que son amagues, globos de ensayo para ver como caen.
-- ¿Y Anibal Ibarra?
--Tuve conversaciones con Miguel Bonasso, con Anibal Ibarra, con Graciela Ocaaña y hasta con Jorge Telerman; sin embargo, tener una conversación no quiere decir concertar un acuerdo. Con Ibarra conversamos. Una cosa es pensar en encolumnarse detrás de Ibarra y otra es pensar en Ibarra como el componente de una alianza. Yo no haría una alianza bajo el liderazgo de Ibarra. RECUADRO 2 "Creo que hay que salvar a SanCor como cooperativa" --Que un emblema de la especulación financiera como es George Soros, se quede con un emblema de la economía social como es Sancor me parece una señal malísima para un país cuyos dirigentes dicen que hay que construir un modelo diferente. Construir un modelo diferente requiere actores y sectores diferentes, pero si quienes lideran siguen siendo los mismos que lideraban antes, es muy difícil que haya un modelo distinto. Si la economía sigue liderada por los mismos sectores no va a haber modelo diferente. Una de las cosas que hay que modificar es la resignación de que la economía avance como algo inexorable. En esto hay dos formas de actuar: si el mercado resuelve, lo de Soros está bien. Otra manera sería que el Estado resuelva, establezca los límites y fije las prioridades de la sociedad: si esa es la política, lo de Soros está mal. Pero no me conformo con cambiar a Soros por Esquenazi: yo creo que hay que salvar a Sancor como cooperativa, y para eso el Estado tiene recursos. Hace falta decisión política, vocación, convicción, y pelearse con quienes haya que pelearse.
--En la conferencia de IDEA, usted ironizó sobre el tema de la "responsabilidad social de los empresarios"
-- Yo digo que uno no puede lavarse la conciencia dando limosna. Hablar de responsabilidad social empresaria porque se ayuda a un colegio o a un comedor popular, cuando se emplean a trabajadores en negro o no se respetan las medioambientales, no es responsabilidad social empresaria. La primera responsabilidad empresaria consiste en pagar buenos sueldos y tener a los empleados en blanco. La responsabilidad social empresaria debería pasar por restituir el nivel de ingresos al sector del trabajo que lo tenía hace treinta años. La plata no se hizo humo; alguien se la quedó: hay 120 millones de dólares de argentinos en el exterior. Todo eso que se fue al exterior es trabajo argentino.

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