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Telleldín vuelve al banquillo

Tras el fallo de la Corte Suprema que dejó sin efecto la absolución contra el reducidor de autos robados, Carlos Alberto Telleldín, el principal sospechoso en el atentado contra la AMIA puede volver a una celda. Un cúmulo de evidencias lo vinculan con el coche-bomba y con los perpetradores del ataque terrorista

Por Walter Goobar
Carlos Alberto Telleldín, el reducidor de autos robados que estuvo diez años preso por haber armado la caminoeta Trafic que se usó como arma homicida para volar la sede de la AMIA el 18 de julio de 1994, y que recuperó la libertad en septiembre de 2004, debido a que el Tribunal Oral Federal 3 declaró nula toda la causa a por las irregularidades que se le probaron al destituido  juez Juan José Galeano, volverá al banquillo de los acusados. Aquella a sentencia absolutoria de los jueces Miguel Pons, Gerardo Larrambebere y Guillermo Gordo que también fue avalada por la cuestionada  Cámara de Casación le concedió al pricipal sospechoso de la causa una impunidad que esta semana fue revocada por la Corte Suprema.
El máximo tribunal declaró nula esa sentencia y dejó como válida la investigación del atentado hecha por Galeano hasta el 31 de octubre de 1995. Ésa es la fecha en la que este hampón devenido ahora en abogado,  accedió -previo pago de 400 mil dólares-, a involucrar a los policías bonaerenses encabezados por el ex comisario Juan José Ribelli, como los responsables de haberse llevado de su casa la camioneta-bomba durante un "apriete".
Hoy por hoy no hay nadie preso por el ataque contra el edificio de la calle Pasteur que se cobró la vida de 85 personas, nadie sabe dónde se armó la el coche-bomba, quién proporcionó los explosivos ni la verdadera identidad de Andre Márques, el alias que oculta a la persona que cordinó el ataque con un celular comprado en la Triple Frontera, pero nadie duda que Carlos Alberto  Telleldín, sigue estando en el centro de esta compleja trama de engaños, encubrimientos y terrorismo.
Antes de convertirse en el principal sospechoso de la causa más compleja de la historia judicial argentina,  Carlos Alberto Telleldín, alias El Enano,  era un delincuente de vasto prontuario con varios pedidos de captura pendientes, y desde hacía un tiempo formaba parte de una organización dedicada a colocar autos "doblados" o "mellizos" en el mercado. Su actividad era bien conocida por la policía, que cada tanto lo apretaba y le cobraba peaje.
-"Yo doy y ellos me dan", era el eufemismo que Telleldín usaba para describir su relación con los uniformados.
Dos semanas antes del atentado, -más precisamente los días 3 y 4 de julio de 1994-,  Telleldín y Alejandro Monjo, otro reducidor de autos protegido por la Federal, viajaron a la Triple Frontera, el sitio desde donde se presume que se cordinó el atentado contra la AMIA. No fue un viaje de placer: por esos días Telleldín estaba acosado por un grupo de poolicías bonaerenses que pretendía cobrarle 150 mil pesos/dólares por un peaje que adeudaba.
En la Triple Frontera, Telleldín acordó comprarle a Monjo una camioneta Trafic incendiada para "doblarla" con otra que robaría uno de sus proveedores de vehículos ajenos.
Telleldín volvió de Iguazú a Buenos Aires en avión y desde su llegada se mostró más nervioso que de costumbre. Había indicado a los mecánicos que colocaran un elástico para chasis largo en lugar del elástico para chasis corto, que correspondía a ese modelo de Trafic, lo que indica que sabía que estaba preparando el vehículo para soportar una carga muy superior a la normal: el peso de las bolsas de tierra utilizadas para dirigir la explosión de 125 kilos de Nitrato de Amonio que se hubirarían en la caja.
Entre el 3 y el 7 de julio, le ordenó a uno de sus mecánicos que hiciera desaparecer la Trafic incendiada antes de traer la gemela, "porque sino vamos a ir presos".
El diez de julio, cuando faltaban escasos ocho dias para que se consumara el atentado Telleldín publicó en los clasificados de  Clarín un aviso para vender la Trafic "doblada".
Allí entra en escena otro de los sospechosos: el empresario textil sirio-argentino Alberto Kanoore Edul, que ese dia llamó por teléfono a la casa de Telleldín. Más tarde, Edul justificó ese llamado diciendo que estaba buscando una Trafic para reemplazar a una furgoneta Mercedes Benz que le habían robado. Sin embargo, su coartada no cierra: Edul no llamó a ningún otro vendedor de camionetas que por esos días se anunciaban en los clasificados de Clarín, y  la camioneta Mercedes-Benz fue denunciada como robada mucho después.
Lo que ahora intentarán probar los investigadores es que la  Trafic puede haber pasado de Telleldín a Kanoore Edul y de este al agregado cultural iraní, Moshen Rabbani.
En la agenda de Kanore Edul no sólo figuraban los teléfonos de Rabbani y de la mezquita, sino de once talleres mecánicos, lo que es llamativo para un empresario del rubro textil.
Otro elemento sospechoso es que el volquete retirado de la puerta de la AMIA pocos minutos antes de la explosión, fue traslalado hasta las inmediaciones de la casa de Kanoore Edul. Además,  el chofer que hizo ese traslado había dejado cuatro radiomensajes en la casilla de Telleldin.
Con todo esto, había suficientes razones para investigar a Edul. Asi se hizo, pero desde el entorno del presidente  Carlos Menem se paró la investigación.
A esto se agrega "la desaparición" de casetes con grabaciones de las líneas telefónicas de los Kanoore Edul, de las transcripciones de estas conversaciones, "la baja intempestiva y sin orden judicial" de una escucha.
El 14 de julio, cuatro días después de la entrega de la Trafic a los terroristas,  varios  policías de la Brigada de Vicente López tirotearon a Telleldín mientras conducía un Renault 19 Chamade. Su destreza como piloto lo salvó. Los balazos pegaron en el parabrisas del vehículo.
El viernes 15 de julio a las seis de la tarde, la Trafic llegó al estacionamiento Jet Parking, ubicado en Azcuenaga y Marcelo T. de Alvear, cerca de las facultades de Medicina y Ciencias Económicas. El conductor pidió una estadía de cinco días pero accedió a pagar por quince, que era el tiempo mínimo, sin poner muchas objeciones. Cuando intentó estacionar, la Trafic quedó trabada con dos ruedas en la calle y dos en la vereda. Como por arte de magia, apareció en ese momento otra persona, que se ubicó al volante, estacionó la camioneta y desapareció sin saludar.
Este tropiezo llamó la atención de los empleados, que observaron que la parte trasera de la Trafic estaba levantada. No podían saber que el elástico del vehículo había sido cambiado para soportar el peso de los explosivos.
Faltaban sólo tres días para el atentado y el coche-bomba ya estaba emplazado a nueve cuadras del blanco.
Allí se pierde el rastro del vehículo: nunca se logró dar con el taller donde se atracaron los explosivos para convertirlo en coche-bomba. Tampoco se logró determinar si esto ocurrió antes o después de su paso por el estacionamiennto Jet Parking, frente a la Facultad de Medicina porque una nueva desaparición de pruebas ha impedido confirmar la fecha y hora de la salida del cochebomba.
El dia que detonó la bomba en la AMIA , Telleldín estaba en su casa frente al televiisor y cuando vio las imágenes de la masacre exclamó: 'estos hijos de puta me cagaron'", segón declaró su esposa Ana Boragni durante el juicio oral . La frase demuestra que Telleldín conoce perfectamente a los perpetradores del atentado.
Antes de que la camioneta Trafic pudiera ser identificada como el coche-bomba que había
estallado en la AMIA, Telleldín escapó del país y se hospedó nuevamente en la casa de Alejandro Monjo, en la Triple Frontera, un movimiento que confirma que ese lugar fue el centro neurálgico de la operación terrorista.
Allí sólo permaneció dos días y luego tomó un avión de regreso.. Desde el Aeroparque, llamó a la policía para entregarse. Es evidente que alguno de sus protectores le había dado garantías de que pronto saldría en libertad.
La camarista María Luisa Riva Aramayo- muy cercana al menemismo, jugó un papel clave junto al ex juez Galeano en  la inclusión de algunas pruebas y la exclusión de otras, el ofrecimiento de prebendas a Telleldín para que declarara en contra de los policías bonaerenses, pero Riva Aramayo se llevó esos secretos a la tumba. Y ahora que se acostumbró a la libertad, El Enano Telleldín pueden volver a una celda.
Diario Miradas al Sur
31-MAY-2009

 

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