Se supone que las imitaciones sólo confirman prejuicios construidos previamente. En ese caso, sólo en los votantes indecisos, que en general son los menos politizados, "Gran Cuñado" puede tener un peso electoral. Pero, aunque el efecto electoral sea irrelevante, no sucede lo mismo con su efecto despolitizador y anti político.
Por Walter Goobar
Es probable que el día después de las elecciones la Argentina se sumerja en un debate sobre el papel que jugo Gran Cuñado en los resultados para saber en que medida la sátira basada en estereotipos farsescos influyó en la decisión de un importante número de votantes.
No debería ser lo mismo un candidato estatizador que uno privatista; ni uno que privilegia los derechos humanos y la dignidad que otro que propicia la mano dura o el voluntarismo sin propuestas. Sin embargo, los personajes más beneficiados por las imitaciones, Néstor Kirchner y Francisco de Narváez, y los más perjudicados, Julio Cobos y Carlos Reutemann, desnudan mejor que cualquier manual de sociología las virtudes y las miserias de una franja muy numerosa de la sociedad argentina.
El Kirchner de Gran Cuñado esta despojado del mal humor y del autoritarismo que le achacan sus adversarios. Es un fiel representante de la viveza criolla que es capaz de seducir con su audacia. El personaje tiene un cierto aire del Kirchner, que en su momento invitó al imitador de De la Rúa a la Casa Rosada, ese "Flaco como cualquier otro" que en 2004 surgió de la pluma de José Pablo Feinmann.
En el caso de Francisco De Narvaez, su
otro yo televisivo le ha dado la exposición que tanto necesitaba y lo ha instalado de tal manera en las pantallas que por momentos hace pensar que ha vendido su participación accionaria en América y ha comprado el equivalente en los canales del Grupo Clarín.
El De Narvaez de Gran Cuñado es obscenamente rico e igualmente frívolo. Sin embargo, pareciera que hay un vasto sector de la sociedad argentina que se siente atraída por esa riqueza y esa frivolidad desmedida. En el conurbano bonaerense, donde De Narváez era un desconocido- ahora le preguntan por los autos Mercedes Benz y por los relojes Rolex que le adjudicó Tinelli. Como el "Dicen que soy aburrido" que transformó en fugaz y engañosa virtud el peor defecto de Fernando De La Rua, resta saber si ocurrirá lo mismo con la riqueza obscena, la frivolidad tilinga y paqueta que encarna el trio De Narváez, Miccetti y Macri. Los tres se han mostrado más que dispuestos a pagar el precio de verse ridiculizados para el consumo de las masas.
Se supone que las imitaciones sólo confirman prejuicios construidos previamente. En ese caso, sólo en los votantes indecisos, que en general son los menos politizados, "Gran Cuñado" puede tener un peso electoral. Pero, aunque el efecto electoral sea irrelevante, no sucede lo mismo con su efecto despolitizador y anti político. La gente ve el sainete de Gran Cuñado como un espejo. Y acaba convencida que es tal cual como son los políticos.
Diario Miradas al Sur
20-JUN-2009