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RICARDO LORENZETTI

“A la Corte llegan hasta receta de cocina”

Entre las 15.000 causas que llegan cada año a la Corte, también nos toca opinar sobre recetas de cocina”, dice Ricardo Lorenzetti quien acaba de ser nombrado presidente de la Corte Suprema.

Por Walter Goobar
Especialista en Derecho Civil, de 50 años, este jurista rafaelino que nunca fue juez, ha desarrollado una vasta trayectoria académica y editorial en la Argentina, México y Brasil. Sus trabajos fueron citados en casi todos los fallos que ratifican la constitucionalidad de la pesificación. En esta entrevista con Siete Dias, Lorenzetti avala la reducción de los miembros de la Corte, tal como propuso esta semana la senadora Cristina Kirchner. Lorenzetti reivindica su pasado como rugbier para explicar el papel de buscador de consenso que desempeña en la Corte.
- Jugué 15 años, ahora no puedo jugar más. No me da el físico, para jugar al rugby. Hay que estar muy entrenado y ser muy joven.
-- ¿Qué requiere más entrenamiento: estar en la Corte o jugar al rugby?
-- Las dos cosas. El rugby enseña muchas cosas, enseña a organizar equipos, a trabajar en grupo, a lograr resultados colectivos, es un juego muy educativo. Yo aprendí mucho ahí de lo que uno aplica. Porque la corte es un cuerpo colegiado, y el resultado nunca surge de una individualidad, surge de que salga organizar el colectivo. Surge de saber coordinar las individualidades, y en el rugby hay mucho de eso.
--¿Pero no hay mucho de fuerza bruta?
--No, el rugby requiere jugadores inteligentes, nunca triunfó la fuerza brut, triunfaron los jugadores inteligentes. Hugo Porta, por ejemplo, es un jugador inteligente. Creo que el juego colectivo enseña mucho.
-- En qué posición jugaba?
--Apertura, es el que está en el medio de los forwards y la línea.
--¿Dónde recibía mas tackles y más golpes: en el rugby o en la Corte?
--No, acá me tratan muy bien. Cuando asumí, mis amigos me regalaron un par de guantes de boxeo, y la verdad, nunca los he usado.
--¿Quién se lo regaló?
--Un grupo de profesores de Derecho de  Capital. La verdad es que la relación es muy buen, muy cordial, hemos logrado un grupo extraordinariamente bueno.
-¿Sus colegas lo definen como el componedor del grupo?
--Bueno, porque jugué al rugby. El apertura es el que coordina, no? El que compone.
--¿Qué sensación le produce haber sido elegido para asumir la presidencia de la Corte en enero próximo?
--Desde un punto de vista personal, me parece que es un aspecto que me restringe mucho, porque uno tiene mayor exposición pública, mayor notoriedad, y la verdad que siempre he tratado de mantener el perfil bajo aun dentro de la Corte. De ahí que no es algo que me entusiasme demasiado.
--¿Se paga un precio alto por estar en la Corte?
--No, el precio depende de cada persona. Si uno ha estado toda la vida dedicado a la política, o a la vida pública,  no paga ningún precio. Lo que sucede es que yo nunca he estado en la vida pública, nunca me dediqué a actividades estatales. Siempre me dediqué a la actividad privada, y se nota el impacto que esto tiene en la vida familiar.
--¿Cuál es su cable a tierra?
-Vuelvo todas las semanas a Rafaela, donde nadie me trata como ministro de la Corte. Puedo andar tranquilo y salir a correr y andar en bicicleta o salir con mis chicos sin ningún cambio.
Eso es bueno, porque uno tiene una vida de ciudadano comuún con responsabilidades, y uno no pierde el cable a tierra. Hablo con la gente, hago vida académica, voy a la universidad.
--¿Cómo vive las presiones políticas?
--N o recibimos muchas presiones políticas, en el sentido que uno sienta que hay una política partidaria.
--Dice que no sufren presiones políticas, pero tuvieron cierta orfandad por el hecho de que había dos vacantes que no estaban cubiertas...
--Sí, nosotros estuvimos mucho tiempo - y todavía estamos -, con dos ministros menos, pero cada uno lo ha manifestado públicamente, hemos hecho nuestra propia gestión pública para que esto se solucione. Pero ahora el Congreso va a dictar una ley para reducir a cinco el número de miembros de la Corte.
--La propuesta de la senadora Kirchner de reducir el número de miembros del tribunal, tomó por sorpresa al ministro de Justicia ¿Ustedes la conocían? 
--Nosotros no sabíamos nada. De todas maneras creemos que es una buena decisión.
-¿Cuál va a ser el mecanismo para la salida natural de dos ministros? ¿Se van a tirar cáscaras de banana por los pasillos?
--No, yo creo que va a ser muy normal. No habrá ninguna crisis. Hay que pensar que si se sanciona esta ley la Corte va a tener siete miembros con una mayoría de cuatro. Y esa es la solución. Más adelante, si alguno de nosotros se retira o fallece, no se llenarán las vacantes, y bajará hasta cinco.
-¿Por qué una Corte  con cinco miembros garanizará más pluralismo y diversidad que una Corte de siete o nueve?
--El número no es relevante en sí mismo, pueden ser cinco, siete o nueve. Acá lo que ocurría era que, en la ley decía que éramos nueve, y en la práctica éramos siete. Es una decisión de política legislativa volver a cinco, que está relacionada con la historia propia de la Argentina, porque en los 90 la Corte era de cinco y la mayor parte de su  historia la Corte fue de cinco miembros. Luego se la amplió a nueve en una decisión que fue muy criticada por casi toda la comunidad, y ahora se vuelve a cinco para expresar que hay una rectificación de una decisión muy criticada.
-Una de sus especialidades es el tema del corralito. ¿Piensa que podrá destrabar el tema?
-- Venimos trabajando durante todo el año en búsqueda de una solución, y creo que la vamos a lograr. Además, nuestra responsabilidad es lograrla.
--Sí, pero no lo lograban. Estaban 3 a 2, 4 a 3...
--Sí, son cuestiones complejas, no es un capricho, sino que son convicciones que cada uno defiende. Hay que respetar las convicciones de los demás, dialogar lo suficiente para ir encontrando la solución. Yo creo que esto es un buen ejemplo de lo que es la sociedad, la Argentina tiene una sociedad poco acostumbrada a dialogar, poco acostumbrada a ponerse de acuerdo, y creo que esa práctica del diálogo, del consenso, es lago que debemos desarrollar como ejemplo y además transmitirlo a la sociedad. Creo que pronto vamos a sacar una decisión sobre esto.
--Pero ¿para qué lado?.
--A mí me parece que la cuestión está bastante clara. Nosotros hemos dicho, al menos mayoritariamente, en una sentencia ya dictada, que no hay una redolarización, es decir, la posibilidad de que el Estado cambie el valor de la moneda, de pesos a dólares, es una facultad constitucional, nosotros lo hemos declarado así. Y cuando yo escribí sobre este tema en plena crisis, lo que dije es que cambiar el valor de la moneda y el signo monetario era constitucional. Es una facultad del Congreso. Uno puede estar a favor o en contra, decir que es conveniente o inconveniente, eso es la conveniencia de la medida. Pero la constitucionalidad es otra cosa, y está conforme a la Constitución. Esto lo han dicho todos los tribunales que tuvieron que analizar estas medidas en todo el mundo.
Otro debate muy diferente es si ese cambio de moneda afecta el derecho a la propiedad de los ciudadanos, que es, en definitiva, lo que está en juego acá. Es decir, que la gente reclamó que se le dé el 100% en dólares, o el 100% en pesos. Entonces, en cualquiera de las 2 situaciones, lo que uno está discutiendo es si se le da el 100% o el 80 o el 70%. Lo que importa, y lo que estamos discutiendo hoy, es el derecho a propiedad de los ciudadanos.
--La ecología es otro tema que preocupa cada vez más a la gente....
--Yo creo que si. A nivel mundial y a nivel nacional hay un avance importante en cuestiones ecológicas, por empezar se incluyó en la Constitución de 1994 la protección del ambiente. La doctrina jurídica argentina ha trabajado muchísimo, los jueces a lo largo y a lo ancho del país han reconocido muchas sanciones ambientales, y hay que ir buscando un punto de equilibrio entre la protección del ambiente y el desarrollo.
--¿C uál es su posición en el caso del Riachuelo?
--Hemos dictado una sentencia que fue comentada en todo el mundo en materia ambiental. Cuando nosotros decimos "el ambiente es un bien común", no le pertenece a nadie, no es que haya una persona que pueda decidir sobre el ambiente "yo tengo una parte que me pertenece". Es un bien que la Constitución define como de incidencia colectiva, pertenece a todos los ciudadanos. Esto lo dijo la Corte, y esto tiene una importancia extraordinaria en muchos temas.
--Deme UN ejemplo.
--Hay un debate a nivel mundial -, sobre si  la aplicación del modelo de  propiedad privada en la tierra, se puede hacer en el agua. Porque se dice "si fracasó el socialismo en la tierra, por qué seguimos teniendo socialismo en el agua?". No hay derecho de propiedad individual sobre el agua. Entonces hay una fuerte corriente teórica que pretende aplicar derechos de propiedad sobre el agua, sobre los ríos, lagos, fuentes de agua potable, glaciares. Y eso otorgarlo a la explotación en base a la propiedad privada, porque así como la propiedad privada mejora la tierra, mejoraría también el agua. Nosotros esta tesis la estamos rechazando al reconocer en la sentencia que es de uso común y que no hay derecho de propiedad. Esto es muy importante, porque es uno de los grandes debates que está teniendo la Humanidad hoy. Naciones Unidas está hablando que hay que reconocer un derecho humano al agua potable, porque está viendo que si esto entra en el mercado va a haber muchísima gente que no va a poder pagar por el agua potable y va a quedar sin ese bien. Nosotros estamos diciendo: "acá no va a ser así".
--Sobre el tema de las papeleras, cuál es su posición?
--Nosotros ahí no hemos tenido ninguna intervención, y es un conflicto internacional. Uno no puede opinar sobre esos temas.
Pero aplicando razonamientos legales, desde la doctrina.
-Lo que hay que determinar con claridad es si existe un impacto ambiental. Hay que hace los estudios de impacto ambiental para determinar con precisión si realmente esas dos papeleras van a causar el daño que dicen que causan. Este es el tema que todavía no está determinado con precisión: hay que ver si realmente es lo que dicen los vecinos o si este es un temor infundado. Yo creo que este es un típico caso donde lo importante es que hayan los mejroes estudios, los mejores debates científicos, para saber exactamente cuál es el impacto.
Volviendo a su trabajo en la corte, se le ocurren como ejemplo casos ridículos, o que no deberían llegar a esta instancia, que ilustren el mal camino de la judicialización de problemas.
-Sí, la Corte tuvo, durante muchos años, una inclinación a aceptar casos, a ampliar su jurisdicción, durante por lo menos 20 años. Y también el Estado, es decir la administración pública y el Congreso, tuvieron esa misma política. La Corte lo hizo ampliando la doctrina de la Arbitrariedad, interviniendo en más y más casos. El Estado a través de legislaciones, por ejemplo, diciendo que los juicios de los jubilados lleguen a la Corte. Cada incumplimiento grave del Estado, por ejemplo el Corralito, son 50.000 causas que están en la Corte.  Esa conjunción hizo que la Corte llegara a tener 30.000 causas en trámite  y 15.000 anuales y en ese conjunto entra de todo: se discuten los grandes temas  y casos como el de una receta de cocina.
--¿En que consistía esa causa?
--Tuvimos que intervenir en una polémica en torno a la propiedad de una receta de cocina. Era una cuestión de vecinos. Pero la Corte tiene que volver a los grandes casos emblemáticos y vamos achicando la cantidad de causas.
--¿Cómo ve el funcionamiento de la justicia federal y del fuero penal económico?
--El Poder Judicial estuvo en una crisis extraordinaria en el 2001 y 2002. Se llegó a una situación gravísima, pero se está cambiando la tendencia. Hubo muchos jucios para remover jueces y muchos concursos para incorporar jueces nuevos.  El Poder Judicial no cambia tan rápidamente, con elecciones, como cambia un Gobierno. Los daños que se causan tardan muchos años en ser reparados. Estamos en un proceso de recuperación. La dilación de las causas, la sensación de impunidad siguen, pero hay que decirle a la gente que hay muchismos jueces y empleados que se esfuerzan para lograr una justicia para todos.
--Parece una expresión de deseos
--No. Lo que hay que evitar son las generalizaciones. Decimos que la justicia penal es mala, pero en el campo de los derechos humanos la justicia penal ha hecho un muy buen trabajo y tiene un reconocimiento internacional extraordinario que no tiene en ningún otro país del continente.
--Es cierto, pero se la critica en los casos de robo, huto, homicidio...
--Esos son problemas de seguridad ciudadana. Ese es un problema de política de Estado, donde los tres poderes tienen que actuar cordinadamente.
--¿Cree que existe una percepción de que hay igualdad ante la ley?
--No.Yo viajo mucho por todo el país y creo que tiene que llegar un momento en el cual la Justicia le brinde a la gente la imagen de que todos los ciudadanos son iguales ante la ley. No debe importar si uno es rico o pobre, si vive en el interior o la Capital, si tiene trabajo  o es desocupado: hay que lograr que la Justicia sea percibida como igual para todos.
--¿Pero esa no es una falla muy básica?
--Es una falla histórica.
Revista 7 Días
15-11-2006

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