Se ha conformado un lobby de los fondos buitres que desde el Congreso de EEUU pretenden implementar una ofensiva contra la Argentina.
Por Walter Goobar
-“¿Sabe por qué no ha habido un golpe de Estado en Washington?”, interrogó el entrevistado.
“No”, respondió desconcertado el autor de esta nota.
“Porque en Washington no hay embajada norteamericana”, disparó en plena crisis de la deuda externa Mark Weisbrot, codirector del Centro de Investigación de la Economía y Política (CEPR) de Washington. Desde hace más de una década Weisbrot es uno de los críticos más agudos de las políticas implementadas por el Fondo Monetario Internacional y recientemente ha publicado un artículo en la revista Counterpunch en el que alerta sobre la conformación de un lobby de los fondos buitres que desde el Congreso pretenden implementar una ofensiva contra la Argentina.
“Una de las diferencias entre Estados Unidos y la mayoría de los demás países desarrollados es que el Congreso puede tener una política exterior que no coincida necesariamente con los objetivos del Ejecutivo”, escribe Weisbrot en la revista Counterpunch, que se especializa en revelar documentos que comprometen al establishment y -en este caso en particular- al lobby que ejercen sobre los congresistas demócratas los fondos buitres.
“Ocasionalmente -advierte Weisbrot-, algunos miembros del Congreso -en representación de intereses especiales- pueden ser un obstáculo cuando el Ejecutivo trata de mantener o reparar relaciones con otros países. Es el caso de las relaciones entre Estados Unidos y la Argentina, que cayeron a un punto bajo con Bush y que Obama quiere mejorar. Ahora el obstáculo es Eric Massa, el novato congresista demócrata de la ciudad de Corning en el estado de Nueva York, que el 20 de mayo introdujo junto a seis colegas un proyecto de ley que intenta castigar a la Argentina negándole el acceso a los mercados de capitales de Estados Unidos.”
Según Weisbrot, los acreedores que no aceptaron la oferta de renegociación de la deuda formulada en 2005 (los holdouts) tienen un grupo de presión en Washington, el Grupo de Tareas Estadounidense para Argentina (ATFA, American Task Force Argentina). Ese grupo de presión está dirigido por ex funcionarios de la administración de Clinton que tratan de utilizar al Congreso para presionar a la Argentina.
Los buitres cuentan con un guiño de la secretaria de Estado, Hillary Clinton, quien en una carta dirigida a ATFA se pronunció a favor de que la Argentina pague sus deudas.
Este grupo de presión incluye a inversionistas de fondos “buitres” que compran deudas en moratoria por una pequeña fracción del valor nominal y luego utilizan demandas legales y otras tácticas de presión para luchar por obtener el valor nominal de los bonos, escribe Weisbrot en Counterpunch.
CAUSAS. El experto norteamericano considera que la moratoria de la Argentina fue parte inevitable de un desplome económico y también una condición necesaria para la recuperación del país, que comenzó justo tres meses después de que dejó de pagar su deuda pública. “En poco menos de siete años el PIB real de Argentina creció en un 66%, casi el mejor desempeño en el hemisferio, sacando a 11 millones de personas de la pobreza y remediando mucho del daño causado bajo la tutela del FMI en la década previa”, escribe el codirector del CEPR.
Weisbrot argumenta que “la deuda de Argentina antes de que el país cayera en moratoria era simplemente impagable. En Estados Unidos y en la mayoría de los otros países hay leyes sobre bancarrotas que le permiten a un deudor salir de deudas impagables y empezar de nuevo. En el mundo de deuda soberana, todavía no hay mecanismo comparable que no sea la moratoria del pago”.
El analista estadounidense vaticina que es muy posible que el Gobierno argentino alcance un acuerdo con los holdouts y ha habido algún movimiento en esa dirección en este último año. “Un acuerdo le devolvería el acceso a los mercados internacionales de crédito a Argentina”, asegura el analista norteamericano.
Weisbrot advierte que el acoso de Eric Massa y el ATFA hace menos probable que tal arreglo sea alcanzado, porque los “fondos buitres” que ellos representan tienen otros objetivos: “Ellos desean su libra de carne: es decir que le están apuntando al valor nominal de los bonos y están dispuestos a atropellar a cualquiera de los acreedores más prácticos (entre los holdouts) para conseguir lo más que puedan”, escribe Weisbrot, parafraseando al Mercader de Venecia. La estrategia montada por los fondos buitres apunta a socavar a otros acreedores, incluso acreedores actuales cuyas inversiones no están en peligro, pero que aumentarían en valor si la Argentina tuviera acceso pleno a los mercados internacionales de crédito.
“¿Quiénes son los electores a los que Eric Massa y el ATFA representan?”, se pregunta Mark Weisbrot. Echando un vistazo a quince acreedores que tienen reclamos contra la Argentina por más de u$s25 millones cada uno, se ve que nueve de ellos tienen direcciones en las islas Caimán. Uno es NML Capital Ltd., un fondo buitre que es filial del fondo de inversión de alto riesgo Elliot Associates (miembro de ATFA) dirigido por su fundador Paul Singer. Según Bloomberg News, NML Capital compró por lo menos u$s182 millones de la deuda argentina a 15/30 centavos por dólar. Singer se arriesgó en una apuesta que fue exitosa en Perú en el año 2000, en donde obtuvo ganancias de 400% del gobierno peruano a través de demandas legales y acoso.
El analista norteamericano cree que los buitres no van a lograr mucho con la Argentina, pero “pueden hacer más difícil alcanzar un acuerdo con los otros acreedores y también obstaculizar el camino hacia mejores relaciones con Estados Unidos”.
El principal objetivo de los lobbistas de ATFA es crear la falsa impresión de que la deuda de los holdouts es un obstáculo en las relaciones entre Estados Unidos y la Argentina. Lo cual no es cierto con la administración de Obama.
“Es sólo una cortina de humo, muy bien elaborada y mejor financiada”, dice Weisbrot.
Diario Miradas al Sur /Diario BAE
17-JUN-2009