La gripe A en la región estuvo en el tope de la agenda, pero nadie se olvidó de Honduras. Se notaron las ausencias de los dos jefes de Estado que expresan la derecha regional y que están claramente alineados con EE.UU. y el neoliberalismo, los presidentes de Colombia, Álvaro Uribe, y de Perú, Alan García.
Por Walter Goobar
Enviado especial a Paraguay
Los fogonazos de los flashes de los fotógrafos congelaron la imagen de los jefes de Estado que participaron este viernes en la 37ª Cumbre de Presidentes del Mercosur en Asunción del Paraguay. Aunque esas fotos por lo general tienen un carácter protocolar y poco espontáneo, los rostros y los gestos, las distancias y las cercanías e incluso las ausencias de mandatarios en esos retratos de familia, muchas veces son más elocuentes que los documentos de trabajo y las pulidas y diplomáticas declaraciones finales. En la foto de este viernes, se observa a los presidentes de los cuatro países que son miembros plenos del Mercosur, Cristina Kirchner (Argentina), Fernando Lugo (Paraguay), Lula Da Silva (Brasil) y Tabaré Vázquez (Uruguay). También estaban como observadores la mandataria chilena Michelle Bachelet y el boliviano Evo Morales. Hubo ausencias en ambos extremos del espectro ideológico: por una parte, faltaron a la cita el ecuatoriano Jaime Correa y el venezolano Hugo Chávez que todavía no ha conseguido la incorporación de su país como miembro pleno del Mercosur.
El tema seguirá en suspenso porque Lula no logra que el Senado brasileño lo convalide y, en el caso de Lugo, el problema está planteado en ambas Cámaras. Sólo lo han aceptado los Congresos de la Argentina y el Uruguay, y aun en este último caso, el candidato opositor Luis Lacalle adelantó que, de ganar, pedirá una revisión de lo ya votado y aprobado.
También se notaron las ausencias de los dos jefes de Estado que expresan la derecha regional y que están claramente alineados con EE.UU. y el neoliberalismo, los presidentes de Colombia, Álvaro Uribe, y de Perú, Alan García. Ambos fueron representados por sus ministros de Relaciones Exteriores, Clemencia Forero y José Antonio García Belaunde, respectivamente.
Fernando Lugo, como mandatario anfitrión, fue el encargado de abrir la ceremonia que se desarrolló en el edificio central de la Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol), ubicado cerca del aeropuerto de la capital paraguaya.
Pese al escenario futbolero, la Cumbre estuvo signada por temas que hasta hace poco parecían impensables para este bloque de naciones. Al tope de la agenda figuró el avance de la pandemia de gripe A.
En el Centro de Convenciones abundaba el alcohol en gel y hasta había barbijos para quien quisiera. El tema, evidentemente, estaba en la preocupación de todos.
Con su osadía habitual, la jefa de Estado argentina planteó la necesidad de dejar en suspenso las patentes de las vacunas antigripales dado que los laboratorios de los países desarrollados anticiparon que no podrán cubrir la demanda mundial. “Sería como condenar a millones de personas”, argumentó.
La Cumbre también estuvo signada por el frustrado intento del presidente hondureño Manuel Zelaya de retornar a su país. La Presidenta siguió minuto a minto las peripecias de Zelaya quien, desde la frontera hondureña, se comunicó con ella para agradecerle su propuesta que luego quedó plasmado en la declaración final indicando que los países del Mercosur no considerarán válido ningún acto unilateral de parte del gobierno golpista de Honduras, ni siquiera el llamado a elecciones.
Con su característica sencillez –exenta de toda ingenuidad–, el presidente Evo Morales dijo que no dudaba de las buenas intenciones de Barack Obama con respecto a Zelaya, pero a renglón seguido se preguntó que si los EE.UU. verdaderamente querían que Zelaya retornara al poder, por qué no lo trasladaban a la base militar norteamericana de Palmerola, que está ubicada en territorio hondureño. Evo no perdió la oportunidad de denunciar la doble moral estadounidense en eese sentido. ¿Qué hubiesen hecho los mil efectivos de EE.UU. en Honduras si a Zelaya lo hubiese derrocado una guerrilla o un grupo de izquierda?, preguntó Evo,que fue categórico respecto del papel que juegan el Comando Sur y la DEA en la región.
La arremetida de Morales obligó a los delegados colombianos a salirle al cruce. Se vieron forzados a aclarar que en su país “no hay bases norteamericanas sino bases colombianas con personal norteamericano”.
Los cuatro miembros plenos tienen claras coincidencias sobre temas tales como la política regional autónoma frente a los intentos de alineación que se impulsaron desde los Estados Unidos de América o el rechazo a la subordinación a las dictados que en materia económica impone el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Desde el Brasil se lanzó la idea del Consejo de Defensa regional, con el pleno apoyo inicial de la Argentina, y luego con casi todos los restantes.
El gobierno colombiano, aunque finalmente dio un sí formal, no sólo lo hizo a regañadientes, sino que, como contrapartida, abrió nuevos caminos para la instalación de bases militares estadounidenses en su territorio. Esto último ha llevado a un creciente aumento de las tensiones entre Colombia y Venezuela.
Frente las insistentes quejas brasileñas por las barreras que la Argentina viene imponiendo a un número de productos, Cristina Kirchner y Luiz Inácio Lula da Silva acordaron que sus ministros de la Producción, Débora Giorgi y Miguel Jorge, respectivamente, se reúnan esta semana para resolver las diferencias surgidas en el comercio bilateral.
Si bien se mostró enérgico en la defensa de los reclamos de los industriales brasileños, Lula fue contemplativo con las razones que le expuso la presidenta argentina.
“Van a revisar renglón por renglón, actividad por actividad, viendo dónde hay dificultades y solucionándolas”, explicó la Presidenta, confiada en la excelente relación que mantiene con su par brasileño.
2