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Horacio cree que Mauricio lo escucha

El abogado Mariano Mendilaharazu presentó en
la mesa de entradas del Juzgado Federal Nº 7, a cargo de Norberto Oyarbide un escrito para solicitar que se investigue si estaban intervenidas las cuatro líneas telefónicas de uno de sus clientes. Éste era nada menos que de HoracioRodríguez Larreta.

Por Ricardo Ragendorfer y Walter Goobar
Recién llegado de Europa y tras un tenso conciliábulo con sus colaboradores más cercanos, Mauricio Macri dio una conferencia de prensa para remarcar su postura ante la escandalosa crisis que sacude a la administración porteña. Lo hizo junto al jefe de Gabinete, Horacio Rodríguez Larreta, y el secretario general, Marcos Peña. En esas circunstancias, pasó por alto el espionaje ilegal articulado desde las entrañas de su gobierno. En cambio, señaló:
–Sólo los necios no corrigen sus decisiones…
Y Rodríguez Larreta asintió con un leve cabeceo.
A esa misma hora, un hombre aguardaba en la mesa de entradas del Juzgado Federal Nº 7, a cargo de Norberto Oyarbide. Era el abogado Mariano Mendilaharazu, quien traía un escrito para solicitar que se investigue si estaban intervenidas las cuatro líneas telefónicas de uno de sus clientes. Éste era nada menos que Rodríguez Larreta.
Tal vez, ahora, mientras escuchaba las excusas del líder del PRO, el jefe de Gabinete haya evocado una frase que Macri pronunció ante su círculo íntimo en los albores de la gestión: “A mis ministros los espío yo”. Y es probable que también recordara un hecho no menos significativo, ocurrido en aquellos días: la súbita cancelación por parte del Gobierno de la Ciudad del contrato que lo unía al especialista de la UTN, Ariel Garvarz, para proteger contra pinchaduras los teléfonos de la Legislatura.
Durante el mediodía de ese jueves, la diputada porteña Gabriela Cerruti hacía una explosiva declaración en el despacho del secretario Gustavo Russo. En ella, describió un episodio ocurrido durante la campaña electoral de 2007, cuando varios funcionarios de la gestión anterior –Cerruti era ministra de Derechos Humanos– recibieron por error mensajes electrónicos dirigidos a otras personas pero que contenían información sobre ellos. “Entonces –dijo la legisladora– hubo una reunión en la que se acordó que los funcionarios y candidatos no usáramos celulares, porque había una información sobre que Macri tenía a Palacios interviniendo los teléfonos de todo el mundo, incluyendo su propia gente”.  Al retirase, Cerruti se cruzó con Mendilaharazu, quien acababa de dejar su escrito.
Mientras tanto, en el Salón Blanco de Bolívar 1, el jefe de Gobierno continuaba hablando.
–Cuando vimos que algo podía enturbiar este proceso, lo cortamos de raíz.
   El ministro Guillermo Montenegro oía esas palabras desde un televisor.  Aquel hombre, por cierto, había padecido dicha trama en carne propia. Ya cuando estrenaba el traje de ministro, era el Fino quien, desde la sombra, fijaba la política de seguridad. Ahora se sabe que su influencia sobre Macri sobrevivió a su renuncia.
Al respecto, hay un episodio ilustrativo. El 14 de septiembre, Montenegro se desayunó con una novedad: el propio Macri había decidido el relevo del funcionario Alejandro Nóbile. Sin salir de su asombro, el ex juez le comunicó la noticia al interesado.
–Quedate tranquilo. Ya mismo voy a hablar con Mauricio –dijo, Montenegro, antes de partir con premura hacia la sede gubernamental–. Todavía suponía estar a tiempo de revertir la situación. Pero al entrar al despacho del jefe de Gobierno, tal creencia de golpe se le disipó: sentado frente a Mauricio estaba nada menos que el Fino.
Hasta días antes de su arresto, Palacios supo reunirse con Macri cada vez que éste requería alguna precisión sobre la causa del espionaje. Ello, por caso, ocurrió al trascender la pinchadura a su cuñado, Néstor Leonardo. El manosanta es el hilo que guía a la pesquisa directamente hacia Mauricio. Todo indica que, entonces, Rodríguez Larreta sintiera un ramalazo de desconfianza hacia su jefe. Y quizá tal percepción se haya visto robustecida al leer –en una entrevista publicada por Juan Salinas en el semanario Noticias Urbanas– la siguiente definición del escritor Rodolfo Fogwill: “Macri es un traidor de carrera”. DDiario Miradas al Sur
22-11-2009

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