buscar
videos
Entrevista a W. Goobar en el Noticiero de Telefé
Trailer documental sobre Estela Carlotto
Mujeres, según Galeano
Rmtrevista en Canal Metro
Emtrevista en Canal Metro
ESTELA: Documental de S. Di Florio y W. Goonar

ALEIDA GUEVARA LA HIJA DEL CHÉ

"Mamá, creo que ese hombre está enamorado de mí"

La última vez que vio a su padre, tenía poco más de cinco años , él había cambiado su fisonomía y adoptado otra identidad para partir a Bolivia. Ese hombre que decía "ser un amigo de su padre" generó tal confusión de sentimientos que la niña lo imaginó como un posible amante.

Por Walter Goobar
Hoy la hija de Ernesto –Che- Guevara, Aleida Guevara March tiene 38 años, es médica y asmática – como el Ché-, y confiesa que tuvo que aferrarse a cada pequeño recuerdo que le quedaba para poder construir una imagen propia de su padre.
Estuvo en Buenos Aires  en 1999 para presentar Pasajes de la guerra revolucionaria: el diario inédito del Ché en el Congo (Ed. Sudamericana). En este libro –que según el Che- "es la historia de un fracaso", se publica por primera vez la carta que le escribe Fidel Castro para convencerlo que regrese a Cuba para preparar la expedición de Bolivia. En esta entrevista, Aleida hurg en sus recuerdos de infancia y sostiene que su padre se despidió definitivamente de Cuba, porque si hubiera triunfado en Bolivia hubiera seguido hacia el sur: "Nunca renunció a ser argentino. Yo creo que a él le hubiera gustado mucho poder regresar a la Argentina", afirmó la hija del Ché mientras revisaba fotos de su infancia en busca de recuerdos.

--Ud. se despidió de su padre a los cinco años. ¿Qué imágenes guarda del Ché como padre?

De mi papá los recuerdos son escasos y casi siempre están formados por terceras personas. Él trabajaba día y noche, lo veía muy poco. Usaba los pequeños espacios libres para compartirlos con nosotros. A lo largo de los años me di cuenta que el único homenaje que podía hacerle a ese hombre era amarlo. Y para lograrlo, por mí misma, no a través de mi mamá o de otras personas, tenía que amarrarme a todos los pequeños recuerdos que me quedaban. Aunque no fueran muy claros, tenía que salvarlos todos.

--Por ejemplo....

La imagen que tengo, además de ser la de una niña que se sintió amada, es la de un hombre duro, sí, muy fuerte, un magnífico dirigente, porque exigía, pero primero que todo se exigía él mismo siempre, y que nunca le exigió nada a nadie que no pudiera hacer él mismo. Una imagen que guardo es la de estar encima de su pecho desnudo, con mi hermano Camilo, como si estuviéramos montando caballito. Y de pronto ver delante mío unos pantalones verdes con unas botas grandes. Era "tío" Fidel que venía a buscarlo.

Hay otros recuerdos muy pequeños, pero bonitos: tengo la imagen de un hombre alto —que hoy sé que es mi papá—, y digo alto en relación conmigo, que era una niña. Esa noche, caminábamos e íbamos conversando. Estábamos en la casa. Él me iba diciendo que me tenía que portar bien, ayudar a mi mamá con mis hermanos, que soy la mayor... Con el tiempo me he dado cuenta que aquel día se estaba despidiendo. Y me estaba preparando.

--El dejó una carta que a Uds les marcó toda la vida...

Sin dudas. En esa carta de despedida, nos pide que seamos capaces de dominar la técnica, que permite dominar la naturaleza. Pide que estudiemos todo lo que podamos siempre, que nunca nos cansemos, porque ahí está la posibilidad de ayudar mejor al ser humano. Que seamos capaces de sufrir en nuestra propia mejilla el dolor provocado a cualquier hombre en cualquier parte del mundo. Imagínate eso, de un hombre que veía muy poco, que cuando estaba en casa era estricto con la disciplina... Son recuerdos que me quedan, pero creo que el más conmovedor es el del día cuando nos vio por última vez.

--¿Cómo fue ese momento?

Fue cuando volvió del Congo y antes de irse a Bolivia. Entonces no sabíamos que era él, porque venía disfrazado del viejo Ramón. Yo tenía cinco años y medio, casi seis. Por aquellos días todo el mundo me preguntaba dónde estaba mi papá y yo les decía que estaba en Oriente, que era lo que me habían dicho. Aquel día él se presentó como "Ramón", diciendo que era un gran amigo de mi papá. Yo era una gran conversadora y creo que desde el primer instante en que lo ví dije que ese hombre no parecía español. Él seseaba (por la dentadura postiza que llevaba puesta). Y de casualidad dije que parecía argentino. Según narra Inti Peredo en su diario de Bolivia, mi padre se quedó impresionado, porque si una niña de cinco años se había dado cuenta que "Ramón" no era español sino argentino, todo el trabajo que se había hecho para encubrir su identidad no había servido de nada. Sin embargo, mantuvo la calma y me preguntó por qué yo decía eso. Yo le contesté que se me había ocurrido.

Esa noche cenamos juntos. Mi mamá le había advertido que yo conocía sus gustos. Cuando ví que tomaba el vino tinto puro le dije que él no podía ser amigo de mi padre por qué no tomaba el vino tinto con agua mineral. Él me respondió que así lo tomaba mi papá, pero que a él le gustaba puro. "No, no", le dije. Me levanté y le eché agua a su vino. "Pruébalo ahora, así es más rico", le expliqué. Después mami me contó que él estaba muy orgulloso de que yo conociera de sus gustos.

Después de cenar nos pusimos a ver la televisión y a jugar. Entonces me golpeé la cabeza con una mesita de la sala. Y él inmediatamente me tomó en sus brazos. De todo aquello me queda el amor que nos tenía. Un amor muy especial. De una ternura tremenda. Porque él no me dijo que era mi papá. Solamente me alzó en sus brazos, pero lo hizo de una manera que fue capaz de transmitirme un amor muy especial. Y te digo que sentí eso porque después de jugar, de fotografiarnos, él y mi mamá se pusieron a conversar en un sofá y yo empecé a darle vueltas a mi mamá. "Mamá te tengo que decir un secretito. Yo creo que ese hombre está enamorado de mí", le dije.

--La mentira de ellos era la confusión suya...

Sí, sé que ese fue un momento muy difícil, porque él quería decir que era mi papá, y no podía hacerlo. Eso me dejó el recuerdo de un hombre tierno, de un hombre de una gran capacidad para amar y dejarse amar...Es la imagen que tengo de mi papá: un hombre firme, fuerte, muy severo en la crítica, pero a la vez muy humano; un hombre capaz de entender al ser humano.

--Ud tiene la certeza que su padre no pensaba retornar a Cuba ¿Porqué?

- El se despidió definitivamente del pueblo cubano. Se supone que si hubiera triunfado en otra parte del mundo mi mamá lo hubiera acompañado, pero él sabía su misión tenía riesgos, porque sabía lo que es ser un guerrillero. Un día, conversando con mi hermano Camilo, yo le decía cuánto podríamos aprender, cuánto podríamos discutir, cuántas cosas nos podría aclarar nuestro padre. Camilo me miró y me dijo: "Si estuviera vivo no sería nuestro padre".

Y tenía razón. Porque si hubiera triunfado en Bolivia seguramente hubiera seguido hacia el sur, que era su objetivo. Porque nunca renunció a ser argentino. Yo creo que a él le hubiera gustado mucho poder regresar a la Argentina.

--No debe haber sido fácil ser la hija del Ché...

Yo nunca lo he visto como una carga pesada, lo he visto como una responsabilidad. Desde pequeños aprendimos que eramos como todos los otros niños y que por tanto nadie podía darnos más ni tampoco exigirnos más. En eso mi madre jugó un papel muy importante. Hubo personas que me miraban de una forma diferente y trataban de ser dulces, tiernas y cariñosas con nosotros, porque nuestro padre no estaba. No iba a estar más. Y ellos se sentían comprometidos a darnos todo lo que pudieran. Otros se sintieron comprometidos con lograr que nosotros, fuéramos mejores cada día. En ocasiones nos lponían contra la pared. Sin darse cuenta que éramos muchachos normales y corrientes. Y hubo también una minoría que realmente nos trató como simples seres humanos, hijos de un hombre extraordinario y de una mujer lindísima. Pero nada más. Con el tiempo aprendí que cualquiera de estas manifestaciones eran parte del respeto y la admiración de la gente hacia mi padre. La gente volcaba esa preocupación, ese amor, esa exigencia en sus hijos. Pero siempre eran manifestaciones de amor. Pocas veces he sentido otra cosa.
Revista Veintitrés
Numero edicion: 54 01/06/1999

libros
El tercer atentado
El caso de los dos atentados perpetrados en la Argentina, combina muchos de los temas más candentes de nuestra historia reciente: terrorismo internacional y terrorismo de Estado, espionaje, asesinatos políticos...
Osama Bin Laden El banquero del terror
Los mitos y las historias verdaderas sobre Osama Bin Laden se arremolinan en la imaginación de millones de seres humanos como el humo de las Torres Gemelas...
Copyright 2011 -- Todos los derechos reservados