Miradas al Sur accedió de manera exclusiva al listado de 52 escuchas telefónicas ordenadas por los jueces misioneros Eduardo Gallardo y José Luis Rey. De éstas, 20 fueron efectuadas en forma ilegal a instancias del espía Ciro Gerardo James.
Por R.R. y W.G.
Miradas al Sur accedió de manera exclusiva al listado de 52 escuchas telefónicas ordenadas por los jueces misioneros Eduardo Gallardo y José Luis Rey. De éstas, 20 fueron efectuadas en forma ilegal a instancias del espía Ciro Gerardo James. Durante la mañana del viernes declararon ante el juez federal Norberto Oyarbide las secretarias letradas de aquellos juzgados, Lidia Kruchowski y Mónica González. Ambas responsabilizaron a los magistrados provinciales por la maniobra. Y una de ellas hasta deslizó un presunto acoso sexual por parte de James hacia su persona. El día anterior, la secretaria privada de Mauricio Macri ratificó que las instrucciones cursadas al cuñado de su patrón, el manosanta Néstor Daniel Leonardo, para que lo desvincule de la pinchadura a su celular habían sido tipeadas y enviadas por ella en la Jefatura de Gobierno. Con el dúo Palacios-James tras las rejas, la pesquisa empieza a apuntar hacia el mandatario porteño.
Doña Anita. La anciana, sin despegar el auricular de su oreja, miró a Macri con las cejas enarcadas.
–Insistí, Anita –indicó éste; en su voz había un dejo de tensión–.
La tal Anita, entonces, fracasaría en su tercer intento de comunicarse con el extravagante marido de Sandra Macri. El acaudalado estadista pretendía saber si su pariente político había recibido un correo electrónico con un texto exculpatorio, el cual debía hacer circular en los medios como si fuese de su autoría. Dicen que la falta de respuesta puso muy nervioso a Macri. Tal vez en ese instante se haya dado cuenta de que acababa de fabricar una prueba en su contra. Ese mismo día, Leonardo había declarado ante Oyarbide. Corría el atardecer del jueves 5 de noviembre. Exactamente dos semanas después, doña Anita ingresó en calidad de testigo al Juzgado Federal N°7. Su declaración sería lapidaria para el hombre que gestiona el destino de la Ciudad de Buenos Aires. Por la noche, Macri daría su versión al respecto en el programa El juego limpio, conducido por Nelson Castro.
–Mi hermana me llamó después de la declaración de su esposo para disculparse y decir que no había tenido la intención de incriminarme. Entonces le sugerí que lo aclarara a través de un comunicado.
Y dando un exagerado énfasis a sus dichos, concluiría:
–Fue ella la que pidió que nosotros escribiéramos el texto.
Tal versión sería luego ampliada por los voceros del Gobierno de la Ciudad. En resumidas cuentas, tras excusarse por el testimonio del esposo, Sandra –siempre según los dichos oficiales– asimiló la propuesta de su hermano con una leve objeción:
–Es que Dany no sabe cómo decirlo. ¿Por qué no redactan ustedes el comunicado?
Ese texto comenzaba así: “Quiero dejar en claro que nunca he vinculado al señor Mauricio Macri en presuntas acciones de espionaje”. Y en el siguiente párrafo señala: “Admito haber mantenido situaciones controversiales con el señor Franco Macri (...), pero de ningún modo eso alteró mi relación con el señor Mauricio”. Claro que, en vez de ir a los medios, dicho texto terminó en el juzgado de Oyarbide. Y con una versión ciertamente distinta sobre su origen: Sandra le informó a su esposo haber recibido una llamada con “tono agresivo” de parte de sus hermanos Mauricio y Mariano; ante ello, le extendió un papel. “Esto te lo manda Mauricio, mandalo rápido por la prensa”. Lo cierto es que él se negó.
El jueves pasado, una señora bajita, cuyo cabello teñido de castaño intentaba vanamente disimular sus 72 años, ingresó al despacho de Oyarbide. Se trataba de Ana Moschini, la vieja secretaria que Mauricio había heredado de su padre. La escoltaba el subsecretario de Seguridad, Matías Molinero, quien –hasta ser designado en ese cargo– fue justamente el secretario de ese mismo juzgado. En la ocasión, Doña Anita confirmó que el texto –dictado por Macri– se lo envió ella a la hermana Sandra desde la Jefatura de Gobierno. De ese modo, no dejó muy bien parado a su titular.
La estrategia de éste –se especula entre los investigadores– era despegarse del asunto y, a la vez, sembrar dudas acerca de su padre. Ya se sabe que ahora Franco y Mauricio se encuentran distanciados por una disputa económica. Pero si el primero de ellos decidió espiar a su yerno a través de pinchaduras telefónicas efectuadas por James y el Fino, sólo pudo acceder a ellos por medio de su primogénito. De hecho, el caso Leonardo –quien fue atacado a tiros tras su segunda declaración– es nada menos que el hilo que lleva a la pesquisa hacia la figura del mandatario porteño.
El galán de los hogares. La otra línea investigativa apunta sobre la Justicia misionera. Tanto es así que las secretarias Kruchowski y González atribuyeron a sus respectivos jefes la orden de pinchar celulares. “Esas decisiones eran tomadas sólo por ellos”, dijeron. Un instante no exento de gracia se produjo cuando la doctora González tuvo que responder sobre el significativo flujo de llamadas que había en su celular por parte de James. Su respuesta fue: “Ese señor insistía mucho con invitarme a salir”. Dicen que, por ello, el pobre espía fue indagado en el penal de Marcos Paz por la autoridad competente del caso: su propia esposa.
Diario Miradas al Sur
29-11-2009