El próximo 10 de diciembre, coincidirá no sólo con la mitad del mandato de Mauricio Macri sino también con el momento más crítico de su gestión, cruzada por la crisis desatada por el escándalo del espionaje que golpeó de lleno en la línea de flotación de la Policía Metropolitana.
Por Walter Goobar
El próximo 10 de diciembre, coincidirá no sólo con la mitad del mandato de Mauricio Macri sino también con el momento más crítico de su gestión, cruzada por la crisis desatada por el escándalo del espionaje que golpeó de lleno en la línea de flotación de la Policía Metropolitana.
En las últimas semanas, Macri, dedicó tiempo y energía a reconocer que fue un error designar a Jorge “Fino” Palacios al frente de la nueva fuerza de seguridad porteña y repitió que se subestimó el nivel de conflictividad que generó su policía preferido.
Pero la estrategia de victimización de Macri no resiste la prueba de la verdad: si uno contrata al doctor Hanibal Lecter –el psicópata de El silencio de los inocentes–, no puede argumentar más tarde que creyó que el brutal caníbal era vegetariano. Menos aún cuando Palacios incorporó a la mesa de Mauricio y de la Policía Metropolitana a todo un séquito de sibaritas de la represión y el espionaje en todas sus formas.
Ahora, el jefe de Gobierno necesita remodelar su averiado gabinete y decidió comenzar por reemplazar al ministro de Educación Mariano Narodowski, que no ha sido capaz de explicar la contratación del espía Ciro James como asesor de la cartera a su cargo, ni tampoco por qué esa contratación no apareció publicada en el Boletín Oficial.
El cuestionado ministro se refirió hace algunos días al nombramiento del espía como asesor de su cartera y aunque reconoció que el contacto entre ellos “fue inexistente”, graficó: “Es evidente que me comí un garrón”. Pero la afirmación sobre la salida de Narodowski se contrapone con la incertidumbre acerca de quién ocupará su lugar. Hasta ahora, el casting ministerial no ha dado los resultados que Macri esperaba.
Ayer, el jefe de Gobierno fracasó en su segundo intento para reclutar al filósofo y escritor Santiago Kovadloff como remplazante de Narodowski. El nombramiento de Kovadloff no sólo le hubiera permitido recomponer las deterioradas relaciones con la comunidad judía, sino que le hubiera aportado a su gabinete de gerentes el brillo de una de las plumas más agudas del diario La Nación. Kovadloff ha estado cerca de figuras tan disímiles como Graciela Fernández Meijide, Ricardo López Murphy y Elisa Carrió.
Así como en el 2001 escribió ilusionadas piezas sobre la participación popular en las asambleas barriales, en 2008 fue uno de los intelectuales que actuó como bastonero de la protesta del campo, ante cuyos dirigentes pronunció varios discursos incendiarios. Pese a que Macri le ofreció rodearlo de un Consejo Asesor que haría el trabajo, no logró que el Kovadloff se convierta en un prestanombres de su administración.
La negativa del filósofo fue precedida por la de Andrés Delich, el ex ministro de Educación de Fernando de la Rúa. La lista para ocupar el sillón de Narodowski se va reduciendo: por un lado está el actual viceministro Andrés Ibarra, por otro lado figuran Luis Liberman y Esteban Bullrich. La opción Ibarra sería la más desafortunada si de lo que se trata es de aquietar las derivaciones del escándalo de espionaje.
Las únicas credenciales que tiene Ibarra para conducir el Ministerio de Educación consisten en haber gerenciado el club Boca Juniors y el Correo Argentino en los períodos en que el espía Ciro James se hizo conocido en las dependencias de esas dos instituciones. En ese sentido, el nombramiento de Ibarra sería equivalente a contratar a un piromaníaco como jefe de bomberos, lo cual –tratándose de Macri–, no puede descartarse del todo.
Una de las alternativas a Ibarra es Luis Liberman, un hombre cercano al cardenal Jorge Bergoglio. El nombramiento de Liberman sería un intento de Macri para recomponer su relación con la Iglesia Católica después de las críticas que le lanzaron por la no apelación al fallo que dio lugar al matrimonio gay.
El tercer candidato en danza es el diputado y presidente de Recrear, Esteban Bullrich, que ya pasó por el Ministerio de Desarrollo Social, en tiempos en que María Eugenia Vidal gozaba de licencia por maternidad. Bullrich es uno de los dirigentes que trabaja en el interior para el proyecto presidencial de Macri. Otra posible baja es el ministro de Salud porteño, Jorge Lemus, quien sería reemplazado después del verano, ya que Macri no quiere desprenderse de él por el momento.
El jefe de Gobierno le reconoce su trabajo en la epidemia de la gripe A. Sin embargo, hay una carpeta con varios currículum de posibles sucesores. Está confirmado que también dejará su cargo el procurador de la Ciudad, Pablo Tonelli. Lo sucedería Alejandro Speroni, actual subsecretario de Recursos Humanos y ex director de Asuntos Judiciales de la Procuración.
El ministro Juan Pablo Piccardo es otro de los colaboradores de Macri que tiene las horas contadas dentro de un ministerio como el de Espacio Público, que es considerado como un “bastión importante” por el Gobierno macrista, porque es el “más visible”. Aquí las cosas están más claras. Es que Diego Santilli, vicepresidente primero de la Legislatura porteña, es una “fija” para ocupar el lugar de Piccardo.
El aterrizaje de Santilli no sólo implicará una rotación de funcionarios. Macri procura tener en la nueva etapa ministros “más políticos” en desmedro de los “gerenciadores” en los que confió en los primeros dos años de gestión. Piccardo es un buen ejemplo de este grupo: cuando se convirtió en miembro del gabinete de Macri sólo tenía como antecedentes la gerencia de la cervecera Isenbeck.
Juan Pablo Piccardo ostenta un dudoso récord: desde que está en la gestión pública ha llamado a una sola licitación. Las compras no licitadas ofrecen ventajas adicionales a funcionarios como Piccardo o su colega, el ministro de Seguridad, Guillermo Montenegro: no se publican en el Boletín Oficial, no pueden ser impugnadas por irregularidades, no hay comisiones de análisis ni auditorías. Los funcionarios llaman a las empresas, les piden un presupuesto y eligen a la que más les gusta sin necesidad de que sea la más barata ni que esté registrada como proveedora de la Ciudad.
Buenos Aires Económico
02-12-2009 /