Si George W. Bush hubiera recibido el Nobel de la Paz, probablemente hubiera dicho lo mismo que Obama. Pero lo hubiera hecho con un presupuesto militar másmodesto, menos soldados y mercenarios en el terreno, bases en menos países, y una retórica más brutal y descarnada.
Por Walter Goobar
El discurso pronunciado por Barack Obama en la capital de Noruega no fue de aceptación del premio Nóbel de la paz. Fue una pieza de retórica con falsos argumentos y justificaciones belicistas. El de Obama fue el mensaje de un comandante en jefe que escala los conflictos armados y actualmente ocupa 177 naciones en todo el mundo.
Pocas paradojas mayores que ver recoger el Premio Nobel de la Paz a un presidente que acaba de anunciar el envío de otros 30.000 soldados a la guerra. Y pocos galardonados habrán recibido el premio con mayor renuencia que Barack Obama.
Cuentan sus asesores que desde que le concedieron el Nóbel, Obama no había dejado de pensar en el mensaje que debía pronunciar en Oslo. Leyó los discursos de todos los galardonados antes que él, los de Luther King y Mandela, los de Theodore Roosevelt, Woodrow Wilson y George Marshall, los tres estadistas norteamericanos que lo recibieron. Evidentemente no le sirvieron de mucho. Todos habían hecho algo importante por la paz -impulso a la igualdad racial, creación de la Sociedad de Naciones, mediación en la guerra ruso-japonesa, plan de ayuda para reconstruir Europa-, mientras él no ha hecho otra cosa que despertar esperanzas de un mundo mejor. Con una florida retórica harvardiana, pero sin otra consecuencia hasta el momento que el envío de otros 30.000 soldados al frente afgano.
"Sería estúpido si ignorase la considerable controversia que su decisión provocó", disparó Obama dirigiéndose a los cinco miembros del Comité Nobel. "Estoy al comienzo, no al final, de mis esfuerzos en la escena mundial".
A soólo nueve meses de haber asumido la presidencia de EEUU, el galardonado sabe mejor que nadie que la paz por la que le han dado ese premio está muy lejos e incluso puede no alcanzarse. Que lo de Irak y Afganistán empeora. Que Al Qaeda ataca cada vez por más flancos y que su presidencia va a ser más de la guerra que de la paz.
Numerosas organizaciones convocaron a manifestarse en la proximidades del hotel donde se alojaba el presidente para protestar contra el despliegue militar de Afganistán. Cerca del Instituto Nobel, donde firmó en el libro de oro, se colocó una pancarta "Obama, has ganado el premio, ahora te falta merecerlo".
En ese sentido, dos estadounidenses de cada tres consideran que Obama no merece el premio Nobel de la Paz, según un sondeo que se ha publicado esta semana. Antes de entregarle el galardón, el presidente del Comité Nobel, Thorbjörn Jagland, se dedicó a desactivar las críticas que lamentan que se haya premiado a Obama prematuramente. «La Historia está llenada de ocasiones perdidas. Es ahora, hoy, cuando tenemos la ocasión de apoyar las ideas del presidente Obama», dijo, precisando que el premio era «un llamamiento a la acción para todos nosotros».
El influyente secretario del Comité Nobel, Geir Lundestad, consideró que es «completamente aceptable» que Obama justificase el recurso a la guerra al recibir el premio Nobel de la Paz.
Obama se refugió en el concepto del derecho a la guerra justa y recurrió a una verdadera colección de falascias para afirmar -por ejemplo-, que tiene el poder para prohibir o no prohibir la tortura, reivindicando de esta manera su derecho a cumplir o violar la ley. En realidad, Obama cometió un sincericidio en Oslo, porque hasta ahora, la prisión de Guantánamo no ha sido cerrada, y el transporte de prisioneros a cárceles de EE.UU. no regidas por la ley no hará que EE.UU. cumpla con las Convenciones de Ginebra.
Con total desparpajo Obama afirmó en Oslo que "Estados Unidos nunca ha librado una guerra contra una democracia, y nuestros amigos más cercanos son los gobiernos que protegen los derechos de sus ciudadanos."
Con estas palabras el amnésico Obama retrocede sobre lo dicho en su famoso discurso de El Cairo donde reconoció el derrocamiento por EE.UU. de un presidente democráticamente elegido en Irán, y la instalación de un dictador - quien, como muchos dictadores entonces y ahora, fue uno de los amigos más cercanos de EEUU. Obama también parece haber olvidado como llegaron al poder Augusto Pinochet, Anastasio Somoza y la mayoría de los dictadores latinoamericanos.
En base a un estudio del Servicio de Investigación del Congreso (CRS) el investigador Gar Smith estableció en 2006 que "en los 230 años de existencia de EEUU, sólo hubo 31 años en los que tropas de ese país. no estuvieron activamente involucradas en aventuras armadas en costas extranjeras." En otras palabras, menos de un 14% de los días de EE.UU. han sido pacíficos. En 2006 había 192 Estados miembros de Naciones Unidas. Durante los últimos dos siglos, EE.UU. ha atacado, invadido, patrullado, derrocado u ocupado a 62 de ellos.
Si George W. Bush hubiera recibido el Nobel de la Paz, probablemente hubiera dicho lo mismo que Obama. Pero lo hubiera hecho con un presupuesto militar másmodesto, menos soldados y mercenarios en el terreno, bases en menos países, y una retórica más brutal y descarnada.
Diario Miradas al Sur
13-12-2009