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OBAMA Y LA AMENAZA TERRORISTA

La hora de los kamikazes

Obama ya no sonríe. Tiene buenas razones para no hacerlo, y por primera vez ha pronunciado la fatídica frase de cabecera de George W. Bush: "estamos en guerra". El causante de esa frase fue un adolescente medio descarriado: Omar Faruk Abdulmutalab, el hijo de un acaudalado banquero nigeriano que el día de Navidad abordó en Amsterdam un avión a Detroit con 80 gramos de eplosivos cosidos en el calzoncillo.

Por Walter Goobar
Obama ya no sonríe. Tiene  buenas razones para no hacerlo, y por primera vez ha pronunciado la fatídica frase de cabecera de George W. Bush: "estamos en guerra".  El causante de esa frase fue un adolescente medio descarriado: Omar Faruk Abdulmutalab, el hijo de un acaudalado banquero nigeriano que el día de Navidad abordó en Amsterdam un avión a Detroit con 80 gramos de eplosivos cosidos en el calzoncillo.
El chico  ha puesto en ridículo a todo el aparato de seguridad estadounidense, al no detectar el intento de atentado terrorista. No faltaba información, sino que no se suupo evaluarla. Un calco de lo que ocurrió con los atentados contra las Torres Gemelas en 2001. En aquella oportunidad no se prestó atención a la advertencia de una analista de la CIA sobre unos estudiantes musulmanes que tomaban extrañas clases de vuelo. En este caso, el propio padre del frustrado kamikaze advirtió a la CIA  sobre las peligrosas andanzas de su hijo. Sin que tampoco le hicieran caso.
El presunto terrorista de 23 años es el hijo de uno de los hombres  más ricos y poderosos de toda África.
Hasta que su frustrada misión suicida atrajo hacia él la atención del mundo entero, el nigeriano Omar Faruk era un niño mimado que asistió all University College de Londres. Allí hizo estudios de ingeniería mecánica entre 2005 y 2008. Su padre no se conformó con mandarlo a una residencia universitaria, colocó a su hijo en un elegante departamento en Mansfield Street, en el barrio Marylenome, cerca de la universidad, un lugar donde las propiedades oscilan entre el millón y los cuatro millones de dólares.
El hijo del banquero padecía una absoluta soledad. Bajo el nickname (sobrenombre de internet) soltó su tristeza en la Red. "No tengo con quién habla"», escribía en enero de 2005. "No tengo a quién pedirle consejos, a nadie que me apoye. Me siento deprimido y solitario. No sé qué hacer, y pienso que esta soledad me lleva a otros problemas". Cayó en el islamismo más extremo.
Cuando Gran Bretaña  le negó a Omar Faruk la visa, su padre lo envió a Dubai, a prepararse para su máster. Lo que no sabía era que el chico guardaba en silencio otros planes. Faruk optó por irse a Yemen a iniciar un programa de estudios de la Sharia (la ley musulmana) de siete años. Su padre le exigió que volviera a casa y  amenazó con castigarlo económicamente. Fue entonces cuando Faruk rompió lazos con su familia.
Casi simultáneamente, un falso doble agente estadounidense, el médico  jordano Humam Jalil Abu Mulal al Balawi permitió a Al Qaeda asestar a la CIA uno de los golpes más duros de su historia: el asesinato de siete de sus agentes y  un capitán del ejército jordano en una base norteamericana de Afganistán. 
Al-Balawi fingió trabajar para el espionaje jordano como infiltrado y finalmente se envolvió en explosivos para matar a los agentes de la CIA. Con datos sobre una operación terrorista, consiguió la difícil confianza de los servicios jordanos  que son buenos colaboradores con los Estados Unidos. Luego les dio falsas pistas sobre el entorno directo de Bin Laden para que lo llevaran a Afganistán.
Según la familia de Al Balawi, el joven médico se radicalizó el año pasado a causa de la guerra de Gaza y empezó a participar en foros de páginas web islamistas, lo que llamó la atención de la Dirección General de Inteligencia (DGI), la agencia de Inteligencia jordana. En marzo, los agentes de la DGI lo sometieron a un interrogatorio de tres días y le ofrecieron convertirse en un agente doble. Unos meses más tarde, se trasladó a Afganistán, aunque hizo creer a su familia que había vuelto a estudiar a Turquía donde ahora residen su viuda y sus dos hijas.
En diciembre, Al Balawi reportó a la DGI que tenía información sobre el paradero de Al Zawahiri, el número dos de Al Qaeda. La dirección de la CIA, que posee una estrecha relación con los servicios secretos jordanos, fue alertada y decidió enviar a un funcionario de alto rango a la reunión con el espía, que se debía celebrar el 30 de diciembre. Tal era el grado de confianza en Al Balawi, que no fue revisado cuando llegó a la base de Jost, pudiendo introducir el chaleco con explosivos que hizo detonar minutos después. Allí murió matando.
Ayer, la cadena Al Jazeera difundió un video en el que se ve al médico jordano disparando un arma mientras describe cómo afectará el ataque a los agentes de los servicios de inteligencia de Estados Unidos y Jordania.
"Este es un mensaje para los enemigos de la Umma (la nación islámica), para la inteligencia jordana y la CIA. Nunca olvidaremos la sangre de nuestro emir Baitulá Meshud, que Dios le tenga en Su misericordia", aseguró. "Es la obligación de todos los que fueron acogidos por Baitulá Meshud contraatacar dentro y fuera de Estados Unidos", añadió el kamikaze, que alaba la figura del sucesor de Baitulá, Hakimulá Meshud.
Diario Miradas al Sur
09-01-2010

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