Febrero es ahora el mes en el que Macri espera lanzar la Policía Metropolitana a la calle. En caso de ser así, semejante logro coincidirá con una infausta circunstancia: nada menos que su indagatoria en la causa que investiga la red de espionaje ilegal montada en las entrañas del Gobierno de la Ciudad.
Por Ricardo Ragendorfer y Walter Goobar
Tras una ya cómica seguidilla de aplazamientos, febrero es ahora el mes en el que Mauricio Macri espera lanzar la Policía Metropolitana a la calle. En caso de ser así, semejante logro coincidirá con una infausta circunstancia: nada menos que su indagatoria en la causa que investiga la red de espionaje ilegal montada en las entrañas del Gobierno de la Ciudad. Idéntica suerte correría el ministro Guillermo Montenegro. Tal posibilidad fue deslizada esta semana por el juez federal Norberto Oyarbide. Al respecto, el mandatario porteño hizo gala de una forzada serenidad. “Todo lo que tenemos que decir lo hemos dicho”, fueron sus exactas palabras. Lo cierto es que son precisamente las escuchas telefónicas padecidas por su propio cuñado, el manosanta Néstor Daniel Leonardo, lo que más compromete al retoño de Don Franco. Y no se descarta que su presencia en el cuarto piso del edificio de Comodoro Py sea la antesala de su procesamiento. Ello, desde luego, significaría el fin de su gestión y también el ocaso de su futuro político. A su vez, el horizonte judicial del ex ministro de Educación, Mariano Narodowski, tampoco es muy tranquilizador, puesto que se da por hecho su procesamiento, aunque con el beneficio de la eximición de prisión. Ocurre que el rol del ex funcionario con el affaire del espionaje municipal sería más sólido de lo que se supuso al principio. En ese sentido, una fuente del Gobierno de la Ciudad reveló con lujo de detalles a Miradas al Sur cómo el espía Ciro James fue contratado en la cartera de Educación, con el conocimiento de su titular, y a instancias expresas del dúo Palacios-Montenegro. En medio de ese escenario jurídico se producirá el difícil alumbramiento de la Mazorca macrista. Pero, al mismo tiempo, su concreción se ve dificultada por toda una serie de contratiempos institucionales; el más notorio: la paralización del diálogo con la Policía Federal. Sin un amplio acuerdo con su cúpula, la delimitación de las respectivas jurisdicciones y la dinámica de reciprocidad entre ambas fuerzas tornaría incierta la existencia de la Metropolitana. A ello se le suman otras dos circunstancias no menos inquietantes: la creciente animosidad –expresada en denuncias– de los oficiales que aún responden al Fino Palacios hacia la flamante conducción encabezada por Eugenio Burzaco. Y el descubrimiento de una presunta infiltración organizada nada menos que por agentes del Servicio de Inteligencia Naval (SIN). Tales amenazas, sin embargo, no detienen el afán de Burzaco por planificar los primeros pasos de la milicia a su cargo; tanto es así que el sábado anunció su intención de articular una enérgica ofensiva contra cuidacoches y trapitos, por ejercer su trabajo en forma ilegal.
El pedagogo que no aprendió. El dirigente de la agrupación Familiares y Amigos de las Víctimas del Atentado contra la Amia, Sergio Burstein, solicitó el miércoles pasado al juez Oyarbide el procesamiento, con prisión preventiva, de Narodowski. Burstein fue una de las personas espiadas en forma clandestina por James, el hombre de estrecha relación con el Fino Palacios. El argumento de Burstein es que se utilizó el dinero del ministerio para pagarle un sueldo al espía y, de esa manera, financiar la maniobra. Como ya está probado en la causa judicial, James tenía un cargo de auditor en el Ministerio de Educación, pero ni Narodowski ni sus colaboradores pudieron exhibir una prueba que demostrara que el espía hacía algún trabajo en esa dependencia. Por ello, el denunciante pide el procesamiento por malversación de fondos públicos y complicidad con el espionaje. Ya se sabe que en Tribunales se asegura que es muy probable que Narodowski termine procesado, pero sin prisión preventiva.
Cuatro meses atrás, cuando el ex comisario Osvaldo Chamorro era aún –tras la eyección de Palacios– el jefe interino de la Metropolitana, supo explicar a Oyarbide la presencia de James en la nómina de contratados en Educación del siguiente modo: “Más de 100 personas abocadas a la implementación de la nueva fuerza policial firmaron contratos de locación de servicios. En esa condición están oficiales superiores, personal de comando y peritos. Tales acuerdos contractuales –según sus dichos– tienen el propósito de resarcir a los aspirantes de la Metropolitana mientras tramitan la baja en sus fuerzas de origen y se cumplen los trámites de ingreso en la nueva policía”. Chamorro hasta informó que la paga de tales contratos –administrados por la Universidad Tres de Febrero– fluctúa entre los 1.500 y los 6 mil pesos mensuales. Y que sus beneficiarios suelen figurar como “asesores”. Tal era el caso de James.
Una vez desatado el escándalo del espionaje ilegal, Narodowski solía explicar la presencia de James en el ministerio que él dirigía de una manera más bien informal:
–Me comí un garrón.
Y hasta utilizó esa misma expresión ante el juez Oyarbide, durante su declaración indagatoria. Lo cierto es que en esas cuatro palabras estaba depositada la estrategia de su defensa: admitir semejante contratación, pero sin conocer la finalidad aviesa de la misma.
Una fuente del propio Gobierno porteño reveló a Miradas al Sur que ello no fue exactamente así. Narodowski, al parecer, es célebre por tener una psicología algo atribulada, al punto de sentir un temor casi atávico ante el hecho de ser vigilado. Y tal vez haya recordado una desafortunada frase dicha por Macri en los inicios de su gestión: “A mis ministros los espío yo”. En aquellas circunstancias -siempre –según esa fuente–, Palacios y Montenegro le habrían hecho un ofrecimiento: “Te vamos a mandar a un muchacho para que te limpie los teléfonos y las computadoras del Ministerio”. Días después, James entraría en escena.
En resumidas cuentas, es posible que el ex ministro haya sido víctima de una maniobra no controlada por él. Pero –siempre y cuando la situación descripta se ajuste a la verdad– él habría estado al tanto de la verdadera especialidad de James. Y también de su condición policial.
La Metropolitana y el mar. Por el momento, el único triunfo de la institución que ahora dirige Burzaco es haber ganado por 25 a 9 un partido de rugby que el equipo de la Metropolitana jugó el 17 de enero contra el de la nave insignia de la marina francesa, Jeanne d'Arc. El encuentro se disputó en la cancha del Centro Naval. Y el DT del equipo policial era nada menos que un viejo socio del lugar: el ministro Montenegro.
Cuando Burzaco asumió la jefatura de la Metropolitana, descubriría que allí se habían enrolado unos 13 ex oficiales de la Armada y 30 ex suboficiales de la Infantería de Marina. Entonces creyó que todos esos marinos fueron tentados por las ventajosas condiciones laborales y los beneficios salariales ofrecidos por la latente fuerza policial. Incluso, hasta llegó a especular con que Montenegro había reclutado a un número excesivo de sus viejos compañeros del Liceo Naval. Es que el ministro, además, es hijo del capitán de navío que en la actualidad se desempeña como director de Maestrías del Instituto Universitario Naval.
Ya se sabe que las buenas relaciones de los hombres de la Armada con el macrismo son de larga data. Pero esta semana una altísima fuente de la Metropolitana reveló a Miradas al Sur una información estremecedora: esa institución habría sido víctima de una prolija maniobra de infiltración por parte del SIN.
Un dato muy llamativo es que la mayoría de los marinos asimilados a la Metropolitana habían prestado servicios en el área de Inteligencia Naval. Un capitán de corbeta, cuatro tenientes de fragata y ocho tenientes de navío pidieron a la Dirección de Personal de la Armada la certificación de especialidad para ser presentada ante el Gobierno de la Ciudad. A ellos se agregaron 30 suboficiales que no tienen la menor idea de lo que es un delito o cómo actuar frente a una contravención.
Los infantes de Marina, cuyo adiestramiento se basa en el combate cuerpo a cuerpo, en ocupación de locaciones y en el manejo de explosivos, tenían hasta ahora como único destino posible las agencias de seguridad privada. Pero la creación de la milicia policial porteña les abrió un nuevo mercado labora: el espionaje.
Lo curioso es que los marinos no se anotaron en La Metropolitana por su propia iniciativa. Por el contrario, un capitán de fragata ofició de reclutador. Se trata de Carlos Kammerath, quien según su propio currículum se desempeñaba hasta ahora como jefe de seguridad de Sky Online Argentina, además de ser docente de la Uade. Ahora se lo sindica como un alfil en la infiltración de la Metropolitana por cuenta del SIN. Todos esos marinos fueron contratados a través de universidades privadas, en condiciones similares a las del espía James.
Desde luego, el partido de rugby disputado justamente en el Centro Naval no fue más que una incómoda coincidencia. Pero, aun así, profundizó el añejo cortocircuito entre Burzaco y Montenegro.
Lo cierto es que en las últimas horas, éste ha dejado de lado su pasión por la pelota con forma de guinda para concentrar todos sus esfuerzos en evitar que Oyarbide lo cite a indagatoria. Y para colmo, en su antiguo juzgado. Ese sería un tackle irresistible para él.
Fuego cruzado. Uno de los problemas de la gestión de Burzaco al frente de la Metropolitana, es la –por ahora– silenciosa animosidad profesada por los cuadros que en su momento llegaron a esa fuerza de la mano del Fino Palacios. Por lo pronto, tal camada de oficiales ha puesto en marcha una campaña de denuncias contra Burzaco, acusándolo de destinar vehículos de la fuerza para usos personales y familiares. Y de recortar los beneficios sociales de la fuerza como, por ejemplo, la cancelación de un contrato con la prepaga Osde para la cobertura médica de los uniformados.
Un colaborador de Burzaco reconoció a Miradas al Sur que aquellas capas geológicas constituyen un grave riesgo para la nueva gestión. Y por ello se ha iniciado una depuración interna que, por caso, llevó a la remoción del comisario Miguel López, quien se desempeñaba como superintendente de Seguridad Urbana Éste será remplazado por el comisario Miguel Angel Ciancio, un ex alto oficial de la Federal que hasta ahora se desempeñaba como asesor del jefe de Gabinete porteño, Horacio Rodríguez Larreta. Hasta hace unas semanas, Ciancio está vinculado a JSA Security SA, una empresa especializada en seguridad hotelera que actualmente provee sus servicios a 14 hoteles ubicados en la ciudad de Buenos Aires. Otro nombramiento será el del comisario Roberto Cots, que será puesto al frente de la Superintendencia de Coordinación.
No menos áspera se insinúa la relación territorial que deberá mantener la policía macrista con la Federal. Hasta ahora, la misma se limitó a una suerte de desfile realizado semanas atrás en el predio que La Metropolitana posee en el Bajo Flores. En aquella ocasión –y como gesto de cortesía– la Federal aportó su banda de música para interpretar el Himno Nacional. Tras el evento, el diálogo entre ambas fuerzas sufriría una irremediable parálisis. Y volvió a la nada.
Ya se anunció que los barrios de Saavedra y Coghlan fueron elegidos para el debut de la flamante milicia. Ello se debe a su ubicación periférica, a los indices de inseguridad, como también a la presencia de fiscalías decentralizadas. En esa zona también está el Shopping Dot, más custodiado que nunca. Y la Villa Mitre. Es decir, ambos barrios constituyen una especie de laboratorio territorial.
“Nuestros agentes van a salir en parejas. Y ante la comisión de algún ilícito, sus autores serán entregados a los policías federales o, directamente, a esas fiscalías. Y será una muestra de buena voluntad”, argumentó un hombre de la Metropolitana a este medio.
Y agregó:
–Nuestra tarea inicial será la de vigilar las calles de esos barrios. Para ello, usaremos todos los vehículos que disponemos.
–Pero, dado que un gran porcentaje de los vehículos de la Metropolitana carece de identificación, ¿no cree que ello pueda llegar a generar lamentables malentendidos –algunos hasta sangrientos– con sus colegas de la Federal?
Por respuesta, el hombre de la Metropolitana alzó sus hombros. Por último, dijo:
–En febrero estaremos en la calle.
Ya se sabe que ese será un mes movido.
Diario Miradas al Sur
24-01-2010 /