La furia de la naturaleza y la furia de los desposeídos

La Agencia Espacial de los EEUU, la NASA ha constatado que, a causa del movimiento telúruco en Chile, el eje de la Tierra se ha movido ocho centímetros y que "la duración del día se debe haber acortado 1,26 microsegundos", pero hay una constatación más dramática aun: De golpe y con violencia indescriptible, la naturaleza nos recordó a todos que Chile continúa siendo un país profundamente empobrecido, tercermundista, y que est'a muy lejos del desarrollo cacareado por los pocos dueños de todo.

Por Walter Goobar
El feroz rugido de la Tierra y los asombrosos colores del Cielo preanunciiáron una tragedia de proporciones. La violencia estalló en plena noche, hacia las cuatro de la mañana del sábado. En Santiago de Chile, el terremoto durÓ tres interminables minutos, mientras que en Concepción se prolongó por 27 minutos. La isla Juan Fernández, padeció un tsunami y otras zonas costeras recibieron el castigo del mar que se adentró cientos de metros en territorio urbano. Increíblemente en la plaza de armas de Talcahuano se estacionó una embarcación costera.
La Agencia Espacial de los EEUU, la NASA ha constatado que, a causa del movimiento telúruco en Chile, el eje de la Tierra se ha movido ocho centímetros y que "la duración del día se debe haber acortado 1,26 microsegundos", pero hay una constatación más dramática aun: De golpe y con violencia indescriptible, la naturaleza nos recordó a todos que Chile continúa siendo un país profundamente empobrecido, tercermundista, y que est'a  muy lejos del desarrollo cacareado por los pocos dueños de todo. Como ocurrió en  Haití y como suele ocurrir en la mayoría de estas catástrofes, los pobres son las víctimas principales de la devastación.
El territorio chileno, desde Valparaíso hasta Chiloé, desde el terremoto, ha sufrido al menos 90 réplicas (movimientos telúricos de menor intensidad); hay cientos de desaparecidos, gente bajo los escombros, y el número de fallecidos aumenta oficialmente en tanto pasan las horas.Los damnificados que, según la Oficina Nacional de Emergencia (ONEMI), suman entre 1.500.000 y 2.000.000.
El gobierno central ha sido incapaz, hasta el momento, de solucionar adecuadamente el suministro de alimentos, energía y cobijo. De hecho, la población más afectada, incluso en Santiago, ha optado por dormir en carpas en las plazas públicas y las calles, o simplemente a la intemperie. Los hospitales públicos, que ya estaban colapsados antes del terremoto, fueron superados con creces y algunos, como el de la ciudad de Talca, simplemente se cerraron debido a los daños. La catástrofe terminó anulando todo: conciertos, cines, partidos de fútbol. "Cerrado el país hasta nuevo aviso".
En Concepción, la muerte y la destrucción de viviendas e infraestructura en los sectores más pobres de la ciudad y sus alrededores han sido la norma dramática. No hay agua, no hay electricidad, no hay combustible, no hay gas y el gobierno central y local han sido incapaces de resolver adecuadamente la distribución de comida y artículos de primera necesidad.
Mientras la Tierra seguía bramando  bajo los pies de los chilenos,  cientos de personas en Concepción asaltaron las bodegas del supermercado Líder (Wal Mart) para llevarse mercancías de primera necesidad, cajas de leche, bolsas de azúcar, pañales, arroz y alimentos en general. Lo mismo sucedió en la ciudad de Talcahuano.
Entrevistada la gente en Concepción mientras colectivamente distribuía la mercadería agolpada en las bodegas del principal supermercado de la región, señaló que no tuvieron alternativa ante “la falta de comida, agua, leche para los niños y la subida sinvergüenza de los precios en los pocos comercios abiertos”.
“Piñera se la pasa dando vueltas en helicóptero y no hace ninguna 'huevada'. Está puro dando jugo”, señaló una madre mientras trasladaba bolsas de leche.
Concepción es ahora una ciudad sin ley en la que los vecinos han optado por tomarse la justicia por sus propias manos ante la falta de protección de las Fuerzas de Seguridad. En la periferia, cientos de penquistas (los habitantes de las villas) se han atrincherado en sus casas, armados con palos, cuchillos y armas de fuego, para defender sus propiedades de los saqueadores. Grupos de desesperados quemaron ayer un supermercado, mientras que otros asaltaron un cuartel de bomberos en busca de combustible y agua. En un ambiente de guerra, la policía arrojó gases lacrimógenos a los saqueadores.
En el resto del país, más de dos millones de chilenos viven bajo régimen militar, pero con el consentimiento de la autoridad civil. A fin de contener los saqueos y agilizar la entrega de ayuda, la presidenta Michelle Bachelet otorgó poderes especiales a dos coroneles y a un general, que reemplazarán a los alcaldes de varias localidades afectadas por el sísmo.
El toque de queda es una de las medidas que aplican las Fuerzas Armadas en el marco del estado de excepción que se decretó el domingo para las regiones del Maule y de Bío Bío, las más castigadas por el sísmo, que aún se reproduce en réplicas de menor intensidad.
Las imágenes que muestra la televisión son calamitosas. Pero el ministro de Obras Públicas asegura que los daños son más bien "cosméticos". Cosméticos o no, el hecho es que la tragedia pulveriza al mito de la prosperidad chilena lograda en base a las bayonetas de Pinochet. El presidente electo, el neopinochetista Sebastia¿án Piñera parece ahora m{as preocupado por restablecer el orden que por socorrer a los damnificados.
Doble lástima, tanto para la saliente presidenta como para el electo nuevo gobernante de la derecha. La primera, porque se merecía un mejor final a su gestión: según las encuestas, abandona el cargo con más de 80% de aprobación popular. Y Sebastián Piñera, que quería partir gobernando con energía arrolladora, va a tener ahora que dedicarse en primer lugar a reparar lun país desgarrado que tuvo que  declarar el toque de queda para contener a las hordas de pobres, los olvidados de siempre, que parecen haber emegido de las grietas de la Tierra.
Diario Buenos Aires Económico
04-03-2010