Si Néstor Kirchner finalmente decide ser candidato deberá tener en cuenta que el año próximo comienza una nueva década completamente distinta a la actual. Si la del 90 estuvo signada por la hegemonía neoliberal y la primera de este siglo de hegemonía progresista, ahora en la segunda década habrá una revisióin de lo que se hizo o se dejó de hacer en la primera.
Por Walter Goobar
Hoy se producirá en el Chaco la reasunción del ex presidente Néstor Kirchner como presidente del PJ y el gobernador de esa provincia, Jorge Capitanich ya adelantó que "Néstor Kirchner tiene voluntad de ser candidato" para el 2011.
La reasunción formal de Kirchner en el PJ se produce en un contexto de dramáticos cambios nacionales y continentales: hace un par de semanas asumió el pragmático ex guerrillero Pepe Mujica en Uruguay y este jueves llega a la presidencia de Chile el magnate neopinochetista, Sebastián Piñera.
Si Kirchner finalmente decide ser candidato deberá tener en cuenta que el año próximo comienza una nueva década completamente distinta a la actual. Si la del 90 estuvo signada por la hegemonía neoliberal y la primera de este siglo de hegemonía progresista, ahora en la segunda década habrá una revisióin de lo que se hizo o se dejó de hacer en la primera.
Por una parte está la victoria de Mujica en Uruguay con la consolidación de Evo Morales en Bolivia. Y por otra parte una recomposición de la derecha, de la cual forman parte la derrota de Manuel Zelaya en Honduras y la victoria de Sebastián Piñera en Chile.
Aún antes del triunfo de Piñera no podía contarse a Chile entre los gobiernos progresistas de la región porque la gestión de la Concertación estuvo basada en un modelo exportador central, desprovisto de políticas sociales que podrían haberle dado un respaldo más profundo o a la Concertación. Por otra parte, en Chile nunca se produjo una derrota clara a la derecha neopinochetista que siempre estuvo por encima del 40-48% y por eso ahora tiene un caudal suficiente de votos para retornar por las urnas al palacio que en 1973 asaltaron por medio de las armas.
Paralelamente, el terremoto -que agarró a la presidenta Michelle Bachelet haciendo las valijas para mudarse el 11 de marzo-, ha destrozado el prestigio del país que pasaba por ser el mejor alumno del FMI en la Tierra.
Bachelet, que es médica, no supo diagnosticar la crisis que iba a tener que afrontar, porque el sismo no sólo fue una grave fractura tectónica, sino una especie de fractura expuesta que desnudó el hueso de las desigualdades sociales y de las ligerezas con que Chile se había afiliado pocas semanas antes al club de la OCDE (países ricos o industrializados).
Ahora, los chilenos se autoflagelan y se avergüenzan de los saqueos y hablan de "nuestros bárbaros" para referirse a una amplia población que tiene un acceso muy limitado al bienestar económico y que ahora ha perdido todo.
Los cálculos más optimistas estiman que en 60 segundos el 10% de la riqueza de Chile fue destruida (unos 17.000 millones de dólares). La compañía de valoración de riesgos Eqecat consideró que los daños estarían entre 15.000 y 30.000 millones de dólares. Una cifra similar mencionó Sebastián Piñera.
El desastre ha dejado a Chile en una situación muy compleja. Ha expuesto que su auténtico riesgo país no es su sistema político o su economía, sino su naturaleza ingobernable. El ahora militarizado Chile, ha quedado como un tigre de papel.
El continente transita de un momento en donde había dos hegemonías muy consolidadas al presente donde habrá enfrentamientos más claros. En ese sentido, las elecciones en Brasil y Argentina van a ser momentos en que se van a expresar más abiertamente estos enfrentamientos. Los resultados en esos dos países van a mostrar qué va a pasar en la década que viene.
Al igual que Néstor Kirchner, el brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, ya ha dicho públicamente que, al dejar el cargo a finales de este año, no se va a dedicar a dar conferencias sino que va a continuar haciendo política. Pero, hasta ahora no había explicitado ni cómo ni donde.
El último número de la revista brasileña Veja revela que
Lula ha sido sondeado para ser candidato a secretario general de la ONU en 2011".
La revista, no revela si Lula se va a postular para ese cargo. Lo que sí es conocido es su enorme interés en que cambie la estructura de la actual Organización de las Naciones Unidas, que considera desfasada y poco eficaz en un mundo en profunda transformación.
Hace un tiempo, la Casa Blanca cursó una invitación a Lula para que aceptase ser presidente del Banco Mundial. Y para sondearlo, la Administración estadounidense se sirvió de un ex ministro, amigo personal del mandatario brasileño. Lula mandó a decirle a Obama que se sentía muy halagado por la invitación, pero que, dada su biografía, no se veía al frente de los banqueros del mundo.
El presidente brasileño repite continuamente que este año quiere dedicarse a conseguir que su ministra Dilma Rousseff sea elegida como su sucesora el próximo octubre. Todo apunta a que la ministra puede ser la continuadora de su proyecto político, que ya ha acuñado el término de lulismo.
Si gana Rousseff, una ex guerrillera que fue torturada por los militares durante la dictadura y hoy ha demostrado ser una buena gestora, Lula podría aceptar un cargo internacional, seguro de que Brasil va a ser gobernado por una política pragmática que ha acabado agradando a todos: ricos y pobres, banqueros y habitantes de las favelas. Es decir, a todos los brasileños.
Buenos Aires Económico
10-FEB-2010