El general (r) Martín Balza tiene 72 años, es un tipo callado, sereno para hablar pero se apasiona, dibuja y gesticula cuando habla de Malvinas, donde se desempeñó como jefe del Grupo de Artilleria 3.
Condecorado por su valor y ex prisionero de guerra, Balza, cree que hay que separar la gesta de Malvinas de la dictadura
Por Walter Goobar
”Creo que nadie la confunde con Galtieri.”, dice Balza que en total estuvo 48 años en el Ejército argentino y, en 1995 fue el autor de la autocrítica del Ejercito por su papel en la represión ilegal. Actualmente es embajador argentino en Colombia.
– ¿Se “vuelve” de una experiencia como la de la guerra?
– Una guerra es un acontecimiento horrible. Una guerra es muerte, mutilación, es enfrentarse con la muerte y creo que Malvinas marcó a toda una generación. No solamente la que estuvo en la guerra, sino la que no estuvo también. Fue una pequeña gran guerra. La primera guerra de la era misilística.
– Pasados 25 años, ¿todavía existen secretos de uno u otro bando?
– Del lado británico no descarto que pudieran tenerlos. Del lado argentino, creo que todo ha visto la luz, ya sea por parte de las fuerzas Armadas o por otro tipo de documentos. Un aporte significativo fue el Informe Rattenbach, que estableció las responsabilidades de la derrota.
– La causa de Malvinas era legítima, pero fue impulsada por un gobierno ilegítimo. ¿No vivió esto como una contradicción?
– Mi pensamiento, en aquel momento, fue el de un soldado. Después, fui conociendo muchas otras cosas, pero en aquel momento el 90 por ciento de la sociedad argentina reivindicaba la ocupación de las Malvinas, al margen de la dictadura militar que jugó con ese sentimiento aglutinante del pueblo argentino. Galtieri jugó con ese sentimiento con un fin oscuro y bastardo que era prolongar la dictadura. Pero, al margen de eso, debemos reconocer que Malvinas es una causa aglutinante de todo el pueblo argentino. Hay que separar a los que combatieron por ese sentimiento de los que lo hicieron por la junta militar. No combatimos por Galtieri y la junta militar.
– La conducción estratégica de esa guerra fue un desastre.
– Mostraron una miopía estratégica en lo político, lo diplomático y lo militar. Fue una guerra absurda, jamás pensada. Fue la guerra peor conducida en la historia argentina por la conducción estratégica nacional, sin lugar a dudas. Fue una guerra que se basó en dos supuestos: en el apoyo o neutralidad de los Estados Unidos y en la no reacción inglesa, supuestos que no se materializaron y que, además, demostraron la incapacidad de quienes planificaron esta aventura, con un desconocimiento de la historia de Estados Unidos, del Reino Unido y de las guerras en general. Sólo una conducción incapaz, como la que tuvimos, pudo pensar eso. Y le agrego otros ingredientes: era una guerra insular, jamás pensada, en la que no se disponía del dominio del mar y del aire. Con lo cual la guarnición que estaba en las islas irremediablemente estaba condenada al fracaso. Lo rescatable de Malvinas fueron las acciones tácticas; es decir, la forma como se luchó en las islas. Y en esto me remito a todo lo que dijeron los ingleses sobre el comportamiento de las tropas argentinas en tierra y de nuestra Fuerza Aérea. La causa principal de la derrota se encuentra en el campo político superior, en el manejo de la crisis, en la incapacidad para conducir la guerra.
– Usted dice que Malvinas no es Galtieri, pero Malvinas es también (Alfredo) Astiz, (Aldo) Rico y (Mohamed Ali) Seindeldin.
– Para mi, Asiz no tiene ninguna vinculación con la gesta de Malvinas. Rico fue jefe de una compañía de comandos a la que yo le di apoyo de artillería; fue un buen combatiente. Seineldín fue jefe de un regimiento y fracciones de ese regimiento actuaron muy bien. Uno puede disentir con sus actitudes posteriores, pero lo que ocurrió después no estuvo relacionado con Malvinas. Fueron muy pocos los veteranos de Malvinas que estuvieron involucrados con los levantamientos carapintadas de 1987, 1988 y 1990.
– ¿Qué opina de las afirmaciones del premier británico Tony Blair, que declaró que la derrota argentina en Malvinas posibilitó el retorno a la democracia?
– Prefiero no opinar sobre Blair, pero no hay ninguna duda que la derrota del proceso militar en Malvinas influyó significativamente en la recuperación de la democracia. El proceso había fracasado en lo social, en lo político, en lo económico y, en Malvinas fracasa también en lo militar, con esa falta de visión de ir a una guerra no pensada. Evidentemente, la derrota de Malvinas fue una causa directa y significativa para la recuperación de la democracia.
– ¿Hay que agradecerle a Margaret Thatcher?
– No, porque creo que tanto la señora Thatcher como Galtieri y la junta militar querían ir a la guerra, aunque por distintos motivos. La junta militar, porque estaba desprestigiada y había fracasado en todos los terrenos, en tanto que el gobierno de la señora Thatcher también estaba experimentando una caída en su popularidad, y el conflicto del Atlántico Sur le sirvió para revertir eso. Es un caso paradójico: las dos partes, en el fondo, querían la guerra porque creían que el éxito podía beneficiarlos. Obviamente que la que se benefició fue la señora Thatcher.
– ¿Pensó alguna vez que hubiera pasado si triunfaba la Argentina?
– No tuve dudas, antes de ir y durante el combate que inexorablemente la victoria iba a ser inglesa. Dominaban el mar y el aire. Fue lo que se denomina “un aniquilamiento perfecto”, superior a la batalla de Stalingrado en la Segunda Guerra Mundial.
– ¿En que momento sintió miedo?
– Sentí miedo en el combate, pero lo importante es vencer el miedo. El valor es el miedo superado. La cobardía es el miedo consentido. En las trincheras nos reíamos del miedo durante los bombardeos ingleses, pero a todos nos obsesionaba la muerte. – ¿Y la idea de matar?
– La experiencia del combate es intransferible. Uno no piensa en matar en la guerra. Uno piensa en combatir, aunque como consecuencia del combate se produzcan bajas. Si uno fuera a la guerra a matar sería un asesino. Es difícil de entender. Quien ha conocido la guerra es quien más la odia. La guerra es una cosa inútil.
– Usted fue tomado prisionero tras la rendicion ¿Qué fue lo que más lo marcó?
– No me marcaron las balas, ni los ingleses, sino el oscuro recibimiento que tuvieron los soldados al regresar. Acá se produjo algo terrible que fue la desmalvinización que empezó la última junta militar: los mismos que decidieron la guerra recibieron a los soldados de noche, sin que los viera nadie.