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Argentina marca sus diferencias con la seguridad nuclear de Obama

Argentina no piensa alinearse automáticamente con la política de doble rasero de Washington que hace la vista gorda a la proliferación propia y de sus aliados y califica como amenazas terroristas todo uso del uranio enriquecido aunque sea para fines médicos.

Por Walter Goobar
Durante los dos primeros días de su viaje a los EEUU, la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner defendió la política de desendeudamiento del Gobierno, confirmó la reapertura del canje y buscó tentar a los inversores norteamericanos. Pero desde mañana, la jefa de Estado participará -junto con otros 40 líderes mundiales-, en la Cumbre de Seguridad Nuclear convocada por su anfitrión, el presidente estadounidense Barack Obama. El objetivo central de la cumbre es discutir medidas para prevenir el terrorismo nuclear. Sin embargo, la Argentina no piensa alinearse automáticamente con la política de doble rasero de Washington que hace la vista gorda a la proliferación propia y de sus aliados y califica como amenazas terroristas todo uso del uranio enriquecido aunque sea para fines médicos. En ese sentido, la presidenta remarcará que la forma más eficaz de evitar el terrorismo nuclear es la destrucción de todos los arsenales atómicos, algo que al último ganador del premio Nóbel de la Paz jamás se atrevería a plantear.
La Cancillería argentina y la brasileña
coinciden en que la preocupación excesiva frente al peligro del terrorismo nuclear no debe conducir a la adopción de "medidas que perjudiquen el legítimo derecho al uso de la energía nuclear para fines pacíficos.
El viernes, Cristina expuso en la Cámara de Comercio de los Estados Unidos y adelantó la visión que el gobierno argentino fijará en la Cumbre. "Debemos ser uno de los pocos países que no tiene traducción militar en lo nuclear ni ofensiva ni defensiva”, dijo la mandataria. La Presidenta –que estaba acompañada por el ex presidente Néstor Kirchner, el canciller Jorge Taiana, el ministro de Economía, Amado Boudou, el secretario de Legal y Técnica, Carlos Zannini, y el embajador en Estados Unidos, Héctor Timerman-, señaló que "nuestra utilización, producción, nuestro conocimiento” en materia nuclear "siempre ha sido con un marcado tinte científico, tecnológico y de aprovechamiento y mejoramiento de la calidad de vida de las sociedades”.
Según el Canciller Jorge Taiana, “la invitación a participar en la Cumbre es un reconocimiento a la trayectoria, a los 60 años de desarrollo nuclear argentino y a la política muy responsable de Argentina en relación a los temas de seguridad nuclear”.  El Canciller señala que “hay un renacer de la actividad y de los usos pacíficos de la energía nuclear y esto genera una situación en la que la cuestión de la seguridad se hace más compleja y relevante para evitar desvíos y un mal uso de este recurso”.
Más allá de las expresiones de deseos y gestos de buena voluntad intenciones, la mayoría de los Estados percibe el tema nuclear como un asunto de soberanía nacional.
Pese a coincidir en la relevancia del encuentro, Edwin Lyman, científico experto en terrorismo nuclear de la ONG Unión de Científicos Comprometidos, se muestra escéptico sobre los resultados.
"Es bueno el reunir a todos estos jefes de gobierno pero no creo que la cumbre concluya con objetivos concretos para hacer frente a los problemas de fondo", pronosticó Lyman, quien piensa que ningún país estará dispuesto a renunciar a su soberanía en ese frente.
Deepti Choubey, subdirectora de política nuclear del Carnegie Endowment for International Peace, opina que el éxito de la conferencia no sólo dependerá de los compromisos concretos, sino de que haya "una forma transparente de realizar un seguimiento".
Gary Samore, alto asesor nuclear y anti-terrorista de Barack Obama, considera que la clave radica en impedir que los actores "no estatales" como Al Qaeda tengan acceso a esos materiales.
La Casa Blanca insiste en que hay una gran cantidad de material nuclear "vulnerable" alrededor del mundo y reconoce que el impedir el tráfico ilícito tiene que ser una tarea colectiva.
De ahí que Obama, que aseguró esta semana que la mayor amenaza "ya no es un intercambio nuclear entre países sino el terrorismo nuclear y la proliferación a un número cada vez mayor de Estados", optase por convocar a esta Cumbre para buscar una solución multilateral al problema.
El diario The Wall Street Journal, que tuvo acceso a la propuesta del comunicado conjunto, adelantó esta semana que la cumbre concluirá con el respaldo a una ofensiva global contra el tráfico ilícito de material nuclear.
Según el documento, los signatarios pedirán un enjuiciamiento más riguroso de los traficantes, un registro más metódico de los materiales nucleares y una mayor cooperación global.
La comunidad internacional debe "prevenir y responder de forma efectiva a los incidentes relacionados con el tráfico nuclear ilícito", señala el borrador.
Sin embargo, la Argentina planea desmarcarse de la postura estadounidense que es una adaptación de la doctrina de la Guerra Fría al siglo XXI.
La posición de la administración Obama en los temas de seguridad nuclear no implica una verdadera ruptura con la que ya existía. Simplemente se trata de remodelar la política de Bush a la situación actual.
Sólo tres días antes de la firma del nuevo tratado START con Rusia, Obama anunció, en entrevista concedida al New York Times, las líneas esenciales de la nueva estrategia: “Si sos un Estado que no dispone de armas nucleares y respetás el Tratado de No Proliferación, tenés nuestra garantía de que no utilizaremos armas nucleares contra tu país.” Pero si el Estado (al que Obama se dirige tuteándolo) viola, según el discrecional veredicto de Washington, el Tratado de No Proliferación (TNP), Estados Unidos no garantiza el no uso de armas nucleares contra él.
Y en ese punto Obama designa a Irán y a Corea del Norte, principalmente a Irán, acusado de desafiar a la comunidad internacional con un programa nuclear que “siguiendo su rumbo actual le proporcionará una capacidad nuclear militar”. El entrevistador recuerda que Obama ya ha declarado que él “no podría cohabitar con un Estado iraní dotado de armas nucleares”.
Eso significa que Estados Unidos se reserva el derecho a lanzar un ataque nuclear “preventivo” para impedir que un país como Irán pueda dotarse algún día del arma nuclear.
Mientras que la estrategia del presidente Bush preveía el uso de armas nucleares contra una amplia gama de peligros, la estrategia de Obama –escribe el New York Times–“limita” su uso. Es una
limitación muy relativa ya que admite su empleo no sólo contra un Estado dotado de armas nucleares sino también contra “un Estado que no ha firmado o que ha violado el Tratado de No Proliferación”.
Paradójicamente, Obama afirma en la entrevista que “Estados Unidos e Israel están muy preocupados por las acciones de Irán”, ignorando así que Irán es un Estado firmante del Tratado de No Proliferación, mientras que Israel nunca ha firmado el Tratado de No Proliferación y posee un poderoso arsenal nuclear que no se sometido nunca a ninguna inspección internacional. Irán todavía no tiene armas nucleares, pero Israel mantiene un centenar de ellas.
De hecho, uno de los grandes ausentes en la Cumbre será el premier israelí Benjamín Netanyahu que el lunes había confirmado su asistencia, pero el jueves se arrepintió por temor a recibir presiones de la comunidad internacional para que ese país firme el TNP.
Lo mismo sucede con otro aliado de Estados Unidos, Pakistán, también poseedor de armas nucleares y que tampoco ha firmado el Tratado de No Proliferación. Al ser interrogado sobre el arsenal nuclear pakistaní, cuya “seguridad” ha costado a Estados Unidos por lo menos 100 millones de dólares, Obama responde: “No tengo intenciones de hablar en detalle del sector nuclear pakistaní”. Lo cual confirma que la nueva estrategia nuclear de Estados Unidos sigue caracterizándose por la vieja política de doble rasero.
Miradas al Sur
11-04-2010

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