Tanto desde lo gestual como desde lo estrictamente diplomático, la atención dispensada por Obama a Cristina en público y en privado es un claro mensaje de que EE.UU. está interesado en mantener una buena relación con Argentina.
Por Walter Goobar
Respondiendo a un pedido expreso de Barack Obama, Cristina Fernández de Kirchner ocupó un lugar de privilegio: fue ubicada a su izquierda en la apertura de la Cumbre de Seguridad Nuclear. Esa ubicación privilegiada no es azarosa, particularmente si se tiene en cuenta que este evento fue la mayor cumbre internacional auspiciada por un presidente de EE.UU. desde 1945, cuando se realizó la conferencia fundacional de la ONU.
Tanto desde lo gestual como desde lo estrictamente diplomático, la atención dispensada por Obama a Cristina en público y en privado es un claro mensaje de que EE.UU. está interesado en mantener una buena relación con el país. Por una parte, se trata de un auténtico reconocimiento a la posición que Argentina viene manteniendo en los temas de prevención de la proliferación de armas nucleares.
Tras reunirse con Obama, CFK dijo que “estamos construyendo un rol global de la Argentina que hasta ahora no había tenido”. Obama le manifestó que “Argentina es un actor muy importante” en el uso pacífico de energía nuclear.
En un artículo de opinión que lleva su firma, la secretaria de Estado Hillary Clinton afirmó que la Argentina es “un líder global en el área de no proliferación”.
Según Hillary, “Argentina puede legítimamente liderar el diálogo con los países que recién se asoman al campo de la energía nuclear y con aquellos países que han violado las salvaguardas nucleares internacionales”.
Más allá de los resultados concretos, el encuentro de Cristina con Obama también derrumba las especulaciones de aquellos que sostienen que la Argentina está aislada del mundo o que ha perdido su protagonismo regional o internacional. El espaldarazo del presidente estadounidense también significa que la Casa Blanca no coloca a la Argentina en la misma categoría de países como Venezuela o Nicaragua con los que tiene diferencias políticas y estratégicas insalvables. Todo lo contrario. Hay una clara disposición a tener una buena relación con la Argentina.
Es innegable que la relación bilateral estuvo sometida a fricciones, en particular a partir de la firme condena argentina al golpe de Estado en Honduras, que contó con el guiño cómplice de Obama o al menos de Hillary Clinton. Es evidente que en ese contexto Washington optó por mantener una prudente distancia de una jefa de Estado que denunciaba el papel de la Casa Blanca y el Departamento de Estado en los “golpes de Estado de nuevo cuño”.
Con la reapertura del canje, el anuncio del pago al Club de París y el inicio de otro tipo de relación con el FMI desde la última reunión del G20, la Casa Blanca tiene sobradas razones para inaugurar una nueva etapa en las relaciones bilaterales. A esto se suma el creciente protagonismo internacional de CFK que hoy recibe en Buenos Aires al presidente ruso Dmitri Medvédev.
El lunes, la Presidenta tiene previsto viajar a Caracas para participar el 19 de abril de las celebraciones por el bicentenario de la independencia de ese país.
Ni al Departamento de Estado ni a ninguna de las cancillerías latinoamericanas se les ha pasado por alto que desde las antípodas ideológicas el nuevo presidente chileno Sebastián Piñera eligió Buenos Aires para realizar su primer viaje al exterior, y que el reciente viaje de CFK a Perú descongeló una relación que en los últimos 15 años estuvo signada por el tráfico de armas argentinas a Ecuador durante la llamada Guerra del Cóndor, mientras la Argentina era uno de los garantes de paz.
CFK es presidenta pro tempore del Mercosur y el acercamiento con el presidente uruguayo Pepe Mujica ha fortalecido la candidatura de Néstor Kirchner para la presidencia temporaria del Unasur.
Por otro lado, no se descarta que Cristina sea la anfitriona de los presidentes Obama y Nicolas Sarkozy en Buenos Aires.
Por lo pronto, la Presidenta anunció que la capital argentina será la sede de la próxima reunión de los coordinadores que preparan las cumbres de mandatarios y elaboran los documentos técnicos. “Son pasos para colocar a la Argentina en un lugar que se merece. Desde nuestra propia identidad consentimos y disentimos en aquellas cuestiones que nos parece. Es lo que yo considero que tiene que ser una verdadera política exterior”, definió CFK.
Diario Buenos Aires Económico
14-04-2010 /