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CHACHO ÁLVAREZ YA NO PIENSA EN LAS URNAS

“No voy a ser candidato"

Está evaluando qué será del kirchnerismo como movimiento político cuando ya Kirchner no esté en el poder. El ex frepasista sigue pensando y viviendo la política, pero no desea postularse para un cargo electoral. Cómo vive la reactivación de la causa de las coimas.

Por Walter Goobar
No lo vive como una puerta para regresar a la escena electoral, pero no puede negar que se siente reivindicado por la reactivación de la causa por las coimas en el Senado. Esas que lo llevaron a renunciar a la vicepresidencia. “Sería bueno que cuando se escriba la historia, al final aparezca que yo actué correctamente”, dice Carlos “Chacho” Alvarez, hoy titular de la Comisión de Representantes Permanentes del Mercosur. Pero, más allá de cómo lo juzgue la historia, por el momento no piensa en las urnas: “No voy a ser candidato a jefe de gobierno de la ciudad, porque no siento esa adrenalina o esa necesidad de que la reivindicación tenga que venir una vez que uno encabeza una boleta electoral”, señala.
–¿Cómo vive la elevación a juicio de una causa que lo toca de manera tan personal?
–Hubo dos etapas en esta investigación. Una con jueces más asociados al mundo de los ’90, que no habían tenido muchas ganas de meterse más a fondo con ese tema porque la Justicia estaba imbuida de esa lógica que contra esos delitos uno no podía enfrentarse. Pero en ese momento tan adverso con los jueces Liporace, Canicoba y Cavallo, el fiscal Federico Delgado fue una especie de gladiador para evitar que la causa se cerrara y para buscar más pruebas. Lo otro decisivo fue la aparición del juez Daniel Rafecas. Él sabía que esta causa iba a determinar su situación como juez: se encontraba con una causa muy emblemática y uno de los casos más importantes de corrupción institucional de la Argentina.
–¿Qué opina de Pontaquarto?
–Era un tipo que estaba en el núcleo de la decisión de ese grupo. Era una mezcla de cartero del rey y del hombre que hacía los acuerdos truchos. Un hombre que estaba en el riñón del poder desata ese nudo y pone blanco sobre negro cómo se movía parte de esa corporación.
–Su renuncia a la vicepresidencia estuvo signada por este caso, por eso quisiera saber cómo lo vivió en el plano más personal...
–La discusión sobre si estuvo bien o no renunciar siempre va a quedar a medio camino, porque tiene más que ver con una percepción política que con la causa. De hecho, es mucho más importante para mí que se llegue a un grado de verdad. Sería bueno que cuando se escriba la historia, al final aparezca que yo actué correctamente. Es importante en el plano global y en el plano personal. Si no se hubiese llegado a nada, hubiera sido una gran frustración.
–¿Qué opina sobre la aparición de Sandra Montero?
–Es distinta la situación de Sandra Montero de la de Pontaquarto. Él asume su responsabilidad y su culpa en ese proceso. Montero es una testigo que dice haber visto el dinero. Y no importan las motivaciones, si lo hace por despecho. Yo creo que el tema es la verdad. Si su relato contribuye o no a profundizar la verdad en la causa.
–¿Cree que va a haber más arrepentidos, que algún senador se va a quebrar...?
–No lo sé... aparecen este tipo de cosas personales de alguna gente que estuvo cerca de senadores cuando tenían mucho poder y puede ser que haya gente resentida y maltratada que quiera declarar. Igual, no me parece que se necesiten más testimonios.
–¿Qué les responde a esos sectores encabezados por Fernando de la Rúa, que sostienen que todo esto es una operación de blanqueo de Chacho Alvarez?
–De la Rúa está armando su estrategia defensiva. Debe ser el único argentino que plantea algo que el 95 por ciento de la sociedad no cree: que no hubo coimas. Desde el punto de vista jurídico está demostrado que las hubo y, según dice la investigación, si se pagó esa cantidad de dinero es muy difícil creer que se puedan mover esos montos sin la venia y el aval de la máxima autoridad política. Decir que fue una operación del Gobierno para beneficiarme es absurdo, porque el Gobierno me ofreció cargos antes de la aparición de Pontaquarto. Eso demuestra que se cae todo el andamiaje de De la Rúa.
–¿Pero no tiene la sensación de que recién ahora podría aspirar a un cargo electivo desde otro lugar?
–No, nunca me lo he planteado. Creo que la oportunidad estuvo y salió mal. Yo me equivoqué políticamente con la Alianza y no creo que un dirigente tenga que servir solamente en cargos electorales o servir estando innecesariamente en la lucha partidaria o electoral. Creo que se puede contribuir a la política desde distintos lugares. Lo del Mercosur es una de esas formas. Nunca me planteé la vuelta al terreno electoral porque tampoco siento esa adrenalina o esa necesidad de que la reivindicación tiene que venir una vez que uno encabeza una boleta electoral. Nunca me arrepentí de la renuncia y tampoco vivo pendiente de mi relación con la opinión pública, que es la tarea que preocupa a un político que está pensando en trenzarse en la contienda. Yo ya no vivo eso.
–Pero se sigue definiendo como un militante político. ¿Y si el Presidente le dijera: “Chacho, te necesito como jefe de gobierno de la ciudad”...?
–No creo que el Presidente me lo vaya a decir.
–¿No va a volver a un cargo electivo?
–No. Creo que no. Veo mi futuro político colaborando con este proceso. Haciendo bien lo que uno hace. En esta coyuntura esto quiere decir tratar de dejar un Mercosur con más institucionalidad, contribuir a que tengamos un Mercosur distinto al de los ’90, que estaba sobredeterminado por lo comercial, y que tengamos un Mercosur más asociado a lo productivo, a lo social, a lo cultural y seguir trabajando desde donde sea para juntar las ideas con la realidad.
–En lo personal, ¿qué quiere decir “donde sea”?
–No tengo pensado nada en particular porque todavía tengo dos años más en el Mercosur.
–¿No lo tienta ninguna elección?
–No, realmente no. Ojalá que el presidente Kirchner pueda avanzar en la reformulación del sistema político argentino. Él tiene una fuerte voluntad de que cuando deje de ser presidente el sistema político muestre cambios sustantivos, que salgamos del viejo bipartidismo tradicional y tengamos una reconfiguración más afín a cuestiones programáticas ideológicas y menos a las tradiciones históricas. Insisto: en lo personal, uno puede aportar sin ser candidato.
–¿Cómo es su relación con el Presidente?
–Hablé bastante en los viajes. En el que hicimos a Viena el Presidente esbozaba las primeras ideas de lo que era el proyecto de la concertación porque estaba el gobernador Cobos. El planteo del Presidente es que la Argentina habría sido distinta si en 1973 Ricardo Balbín hubiera aceptado ocupar la candidatura a la vicepresidencia en lugar de Isabel Perón.
–¿Esa reconfiguración está dentro de lo que el presidente Kirchner pensó en su momento con la transversalidad?
–Sí, con la transversalidad y después con la concertación. Es como una búsqueda, con las limitaciones de que los actores no han cambiado mucho. Lo nuevo no ha aparecido con la importancia que requería la Argentina del 2001. Hay pocas nuevas figuras, poca innovación política. Kirchner cree que en esta disyuntiva entre lo nuevo y lo viejo, todavía hay como un equilibrio que no permite visualizar de qué se trata la reconfiguración de eso nuevo, pero con los materiales que se tienen.
–¿Cuál es el futuro del kirchnerismo?
–No lo he charlado pero creo que hay una preocupación de que el kirchnerismo no sea una fuerza política que sobreviva solamente con Kirchner presidente. La idea es que haya una corriente de pensamiento, que tiene su anclaje en el peronismo pero que recoge dirigentes de distintas fuerzas políticas, que pueda dejar su impronta en la Argentina más allá de la presencia de Kirchner en la presidencia. Es un sistema de ideas que tiene que ver con la autonomía de la Argentina en el mundo, que tiene que ver con un modelo de desarrollo económico más autosustentado. Existe la voluntad de que ese conjunto de ideas poscrisis no dependa de la existencia del ciclo Kirchner. Esa es la visión.
–¿Cuál es la visión crítica que usted le aporta?
–Yo no puedo aportarle una visión crítica porque no estoy en la política del día a día. Para mí lo importante es terminar con el ciclo pendular: que la Argentina vuelva a una política que rediscute todo lo que pasa en estos años. La tarea no es solamente asegurarse una perspectiva de poder en el corto plazo, sino también asociarla a una fuerza política que garantice la continuidad de estas ideas. Ese es uno de los dilemas que enfrentamos.
Revista Veintitrés
Numero edicion: 426 31/08/2006

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