El fin de la misión militar en Irak no traerá el fin de la ocupación estadounidense. Washington ha desempolvado la doctrina de la contrainsurgencia mientras crecen los preparativos para un ataque a Irán.
Por Walter Goobar
Tras siete años de una guerra en la que han participado más de un millón de soldados, el próximo 31 de agosto el ejército estadounidense pondrá fin a la misión de combate que inició en Irak en 2003. No obstante, esto no significará el final de la ocupación, sino que la cruenta aventura militar que se ha cobrado la vida de 4.000 soldados, más de 30.000 uniformados heridos y que ha costado más de 736.000 millones de dólares, será reemplazada por la doctrina de la contrainsurgencia o Coin (por sus siglas en inglés), que bajo el pretexto de ganarse los corazones y las mentes de los iraquíes pretende resguardar los intereses estratégicos norteamericanos. En paralelo a la aparente reducción de la escalada bélica en Irak, crecen con fuerza las señales sobre un inminente ataque punitivo al vecino Irán que podría ser el detonante de una guerra a escala regional o mundial.
Las fuerzas de combate de Estados Unidos abandonarán Irak antes de finales de este mes, “según lo prometido, tal como estaba previsto”, aseguró esta semana el presidente estadounidense, Barack Obama, en un discurso que coincide con un nuevo auge de la violencia en ese país asiático.
“Cuando era candidato a la Presidencia, prometí poner fin a la guerra de Irak de una manera responsable. Poco después de asumir el cargo, anuncié nuestra nueva estrategia en Irak y una transición total [del control del país] a los iraquíes”, apuntó en la Convención de Veteranos Discapacitados por la Guerra, en Atlanta.
Las declaraciones de Obama coincidieron con el balance de víctimas del mes de julio, que ha sido el más mortífero de los últimos dos años, con 535 muertos, 396 de los cuales son civiles, de acuerdo con las autoridades iraquíes. El Ejército estadounidense rechazó ese cómputo y habló de “222 muertos y 782 heridos”.
Sin embargo, el fin de la misión militar no traerá consigo el final de la ocupación estadounidense. “La cruda realidad es que no hemos visto el final del sacrificio en Irak”, explicó Obama, “pero nadie debe equivocarse: nuestro compromiso en Irak cambia de un esfuerzo militar encabezado por nuestras tropas a un esfuerzo civil encabezado por nuestros diplomáticos”.
“El mes que viene, nuestra misión militar va a evolucionar del combate al apoyo y al entrenamiento de las fuerzas iraquíes de seguridad”, detalló. Corrigiendo lo que estima fue un error por parte de la Administración Bush, Barack Obama ha concentrado todos sus esfuerzos militares en Afganistán, donde la cifra de efectivos se ha triplicado desde el inicio de su mandato y llegará a las 96.000 unidades en el próximo mes de septiembre. Para finales de este mes, sólo quedarán unos 50.000 soldados en Irak, frente a los 144.000 que estaban destacados en ese país cuando Obama llegó a la Casa Blanca.
“El mito de la contrainsurgencia se ha apoderado de las salas de Comando y Control del Pentágono y de los pasillos de Washington, y hay otros lugares en el mundo donde también se está desplegando, desde las selvas de Colombia a las áridas tierras que bordean el Sahara. Si a nadie se le ocurre desafiar la doctrina Coin, los estadounidenses pueden bien encontrarse ellos mismos debatiendo sus méritos en lugares como Irak, Afganistán, Somalia, el Yemen o Mauritania, advierte Conn Hallinan en la revista Foreign Policy in Focus. La Coin no es más que una versión remozada de la Doctrina de Seguridad Nacional aplicada por las dictaduras latinoamericanas hace tres décadas.
La contrainsurgencia se presenta como una política neutra, como una serie de tácticas que persiguen ganar los corazones y las mentes. Pero siempre ha sido parte de una estrategia de dominación por una nación o una clase socioeconómica, además, casi siempre fracasa.
En el Manual de Campo 3-24, que es una especie de biblia para la contrainsurgencia, el general David Petraeus postula: “La piedra angular de cualquier esfuerzo contrainsurgente es establecer una situación de seguridad para la población civil”. No es el caso de Irak, donde las propias evaluaciones norteamericanas admiten que el Estado iraquí está colapsado. A pesar de que han transcurrido cinco meses desde las elecciones parlamentarias, los líderes políticos del país siguen sin conseguir formar un gobierno, con lo cual los estadounidenses están delegando el poder en unos 665.000 soldados y policías locales porque no han sido capaces de doblegar a los rebeldes iraquíes.
La mayoría de los regímenes a los que Estados Unidos apoya contra los insurgentes se componen de una franja estrecha de elites que gobiernan mediante el poder militar y el monopolio político. El apoyo a los gobiernos de El Salvador y Guatemala durante la década de los ochenta, es un caso de manual: ambos eran en esencia escuadrones de la muerte provistos de himno nacional.
En ese sentido, el destituido general Stanley McChrystal se curtió en la doctrina de contrainsurgencia dirigiendo los escuadrones de la muerte de las Fuerzas Especiales en Irak.
A Estados Unidos lo tiene sin cuidado que un gobierno sea autoritario, corrupto o democrático. Lo prioritario es que las elites locales sirvan a los intereses de Washington facilitándoles bases, recursos o accesos comerciales.
El núcleo de la contrainsurgencia es la coacción, ya sea a punta de pistola o con camiones cargados de dinero. Si la mayoría de un pueblo acepta la coerción –y la Coin apoya gobiernos que no secuestran los camiones– puede funcionar.
O quizá no.
Al mismo tiempo que Obama desempolva la doctrina de la contrainsurgencia para Irak, Washington parece embarcarse en una nueva aventura militar que ha estado en el tablero de dibujo del Pentágono desde mediados de la década de 1990, según consta en documentos desclasificados del Comando Central de Estados Unidos: primero Irak, luego Irán, recomendaban esos planes que ahora han sido puestos en marcha.
Un ataque quirúrgico contra las instalaciones nucleares iraníes -que facilmente puede descarrilar en una guerra con armas atómicas-, es parte de la nueva agenda militar.
Los sistemas de alta tecnología, incluyendo las armas nucleares, ya están desplegados. A principios de junio, Egipto permitió a once buques de Estados Unidos y de Israel pasar por el Canal de Suez, en una aparente señal... a Irán. El 12 de junio, medios de prensa del Medio Oriente informaron que los saudítas habían concedido a Israel la autorización para sobrevolar su espacio aéreo...” . La cuenta regresiva ha comenzado.Diario Miradas al Sur
08-08-2010