Asi como hay manuales de genocidas, hay manuales de negacionismo. En los últimos meses, los escribas de Clarín han tenido que apelar cada vez con más frecuencia a estas técnicas que incluyen presentar como documentos genuinos aquellos que son falsos, inventar razones y fallos exculpatorios, pero uno de los ejercicios más abominables de esta doctrina es la utilización de las propias víctimas para transformarlas en cómplices a perpetuidad. En ese sentido, los Graiver, todos los Graiver siguien siendo demonizados y victimizados por los negacionistas.
Por Walter Goobar
Escudándose en la libertad de prensa, el Grupo Clarín ha apelado al negacionismo histórico para tratar de justificar primero la adopción irregular de Felipe y Marcela Noble Herrera, para impugnar la extracción de ADN que podría corroborar si uno, ambos o ninguno son hijos de desaparecidos, y ahora repite la estrategia para maquillar la adquisición irregular de la empresa Papel Prensa.
En sus definiciones más tradicionales, el negacionismo es la distorsión ilegítima del registro histórico de tal manera que ciertos eventos aparezcan de forma más favorable o desfavorable. La negación del Holocausto, la del genocidio armenio o el exterminio de los pueblos originarios son ejemplos clásicos de negacionismo.
La negación del delito busca obtener un sobreseimiento –de hecho–, para lo que es admitido como un crimen y privar a las víctimas o a sus deudos de todo derecho a reparación alguna. Según esta lógica perversa, en ausencia del crimen no existen ni criminales ni víctimas.
A diferencia de la propaganda, que se apoya en las emociones, el negacionismo del Grupo Clarín apela al intelecto, usando varias técnicas ilegítimas para proponer puntos de vista que enmascaren la realidad.
Asi como hay manuales de genocidas, hay manuales de negacionismo. En los últimos meses, los escribas de Clarín han tenido que apelar cada vez con más frecuencia a estas técnicas que incluyen presentar como documentos genuinos aquellos que son falsos, inventar razones y fallos exculpatorios, pero uno de los ejercicios más abominables de esta doctrina es la utilización de las propias víctimas para transformarlas en cómplices a perpetuidad. En ese sentido, los Graiver, todos los Graiver siguien siendo demonizados y victimizados por los negacionistas.
En el libro Los asesinos de la memoria, Pierre Vidal-Naquet demuestra cómo la palabra en boca de los verdugos cumple una función eufemística: pretende tornar invisible, suprimir, alejar la realidad con eufemismos. A diferencia de la metáfora, que intenta transmitir una verdad allí donde se bordea lo decible, en el eufemismo por el contrario la palabra es utilizada en lugar de aquellas que permitirían designar la verdad. Se borran así, en el campo del lenguaje, las huellas del crimen perpetrado: las torturas, los robos de bienes y personas y los asesinatos, así como quienes fueron los ejecutores.
En "La ilusión del fin", el filósofo frances Jean Baudrillard asegura que el revisionismo negacionistá está instalado en casi todas las sociedades: "con él blanquean sus crímenes políticos, sus escándalos; lamen sus heridas, alimentan su final. La celebración y la conmemoración en sí mismas no son más que la forma suave del canibalismo necrófago, la forma homeopática del asesinato con guante de seda. Esa es la tarea de los herederos, cuyo resentimiento hacia el muerto no tiene fin".
Diario Miradas al Sur
30-08-2010
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