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Imperios, golpes, hombrecitos y policías

Los improvisados golpistas ecuatorianos estában -o están-, urgidos porque a fin de mes los bancos deberán ceder, por ley, sus acciones en los medios de información, que son su principal arma contra el gobierno de Correa.

Por Walter Goobar
Hubo una época -no muy lejana-,  en la  que EEUU recurrría a generales, brigadieres y almirantes para perpetrar los golpes de Estado en América Latina. En aquella época se hicieron famosos los apellidos Videla, Trujillo, Pinochet.
 “Es un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta”, argumentó elpresidente Franklin D. Roosevelt en referencia  al dictador nicaragüense Anastasio Somoza. Desde entónces, esa frase se convirtió en doctrin diplomáticaa. Sin embargo, ahora Washington parece haber desistido del uso dde generales, brigadieres  y almirantes y recure a cabos, sargentos y coroneles de la policía, para realizar los trabajos sucios en la región, como lo demuestra el caso del fallido golpe de Estado en  Ecuador.
Es un secreto a voces que el presidente Rafaél Correa -como sus colegas  Hugo Chávez y Evo Morales-, está en la mira de la CIA y del Pentágono, que no abandonan sus deseos de repetir en los países más débiles de la región (Ecuador, Bolivia, Paraguay) su éxito en Honduras.
El jueves 30 de septiembre, un motín corporativo de pocas centenas de policías de Quito fue aprovechado por la derecha ecuatoriana para intentar transformarlo sobre la marcha en un golpe de Estado.  Los improvisados  golpistas ecuatorianos estában -o están-,  urgidos porque a fin de mes los bancos deberán ceder, por ley, sus acciones en los medios de información, que son su principal arma contra el gobierno de Correa.
Acostumbrados a reprimir las protestas de trabajadores en huelga, indígenas, ambientalistas e izquierdistas de todo pelaje, los uniformados prendieron fuego a las gomasque tantas veces apagaron, saludaron con consignas que hasta entónces habían silenciado, y hasta improvisaron pasamontañas con camisetas al estilo “zapatista”, para no ser identificados por los grupos de élite y los servicios de  inteligencia.
¿Qué hay detrás de esa protesta que se  inició en un cuartel de Quito y de pronto contagió a los demás recintos policiales del país e incluso a varias unidades militares, ministerios y empresas públicas?
Los golpistas se adueñaron del aeropuerto con soldados de la Fuerza Aérea, ocuparon con un grupo de civiles la televisión pública, sitiaron  la sede de la Asamblea Nacional. Pero ni ellos ni mucho menos los policías que mantenían al presidente Rafael Correa como rehén sabían qué hacer con él, si mantenerlo preso y bajo presión para negociar, si dejarlo salir o matarlo.
Como si se hubiesenemborrachado con el bromuro de bencilo durante la orgía de gas  lacrimógeno que ellos mismos organizaron, los sediciosos que transformaron a Quito en un pequeño Bagdad, ahora dicen que Correa nunca estuvo secuestrado. Si no fuera trágico, sería cómico.
Según la periodista Eva Golinger  que se ha dedicado a investigar las maniobras de desestabilización política en el continente, Washington comenzó a mover sus piezas para desestabilizar al gobierno de Rafael Correa en Ecuador durante el año pasado, luego del golpe de Estado exitoso contra el Presidente Manuel Zelaya en Honduras.
Un cable parcialmente desclasificado de mayo 2006 enviado por la Embajada de Estados Unidos en Quito a la Secretaria de Estado Condoleezza Rice en Washington y al Comando Sur del Pentágono, revela que los recelos contra Correa se remontan a la campaña electoral: “El candidato anti-estadounidense y populista Rafael Correa está atrás en las encuestas, con menos de 10% de apoyo…”
Golinger sostiene que aunque no estaban preocupados en un principio por la posibilidad de una victoria de Correa, el Departamento de Estado invirtió millones de dólares en la campaña electoral a través de  diversas instituciones.
Desde  hace años las agencias de Estados Unidos penetraron los sectores militares, policiales, políticos, económicos y sociales en Ecuador, captando agentes y colocando sus elementos en posiciones claves de influencia.
A finales de octubre de 2008, el ministro ecuatoriano de Defensa, Javier Ponce, reveló cómo diplomáticos norteamericanos se dedicaban a corromper a la policía y también a oficiales de las fuerzas armadas. El informe  -citado por el periodista canadiense Jean Guy Allard en el portal Rebelión-,precisaba que unidades de la Policía “mantenían una dependencia económica informal con Estados Unidos, para el pago de informantes, capacitación, equipamiento y operaciones”. Tras la publicación de esa denuncia, la Jefatura de la Policía ecuatoriana anunció que sancionaría a los agentes que colaboraban con Estados Unidos mientras la Embajada estadounidense proclamaba la “transparencia” de su apoyo a Ecuador.
En 2009, el desmantelamiento de la base norteamericana de Manta, que era el centro de operaciones militares de Estados Unidos en la región andina-sur, tensó las relaciones con Ecuador.
Cuando Estados Unidos evacuó la base de  Manta, el Ministro de Defensa de Ecuador, Javier Ponce, anunció que su país solicitaría ayuda de Irán para colaborar en materia de defensa. Obviamente, Washington no estaba contento.
Según Eva Golinger, una de las preocupaciones estadounidenses es el creciente  vínculo de Quito con Teherán. Del 2007 al 2008, el comercio entre Ecuador e Irán creció de 8 millones de dólares a 168 millones de dólares. En 2009, Irán otorgó un crédito de 40 millones de dólares a Ecuador para financiar la construcción de dos plantas eléctricas. Y en 2010, el Vice Presidente de Ecuador, Lenín Moreno, realizó una visita a Irán para firmar un acuerdo para la construcción de tres centros hidroeléctricos con tecnología iraní.
La edición 2010 del Informe Anual de Amenazas de la Dirección Nacional de Inteligencia de Estados Unidos, entidad que coordina las 16 agencias de inteligencia de Washington, revela la irritación del país del Norte por haber perdido su base en Manta, y más aún, por haber perdido control sobre el gobierno de Ecuador. El documento consigna que “el Presidente Rafael Correa de Ecuador, luego de modificar la Constitución para permitirse un segundo mandato, fue reelegido en 2009. Las relaciones con Estados Unidos no han sido buenas especialmente desde que Correa terminó el uso estadounidense de la base aérea en Manta en 2008 y redujo la cooperación con EEUU".
Washington también ha forjado contactos dentro de las fuerzas de seguridad de Ecuador. Durante el golpe del 30 de septiembre, estos elementos fueron activados.  Según el periodista Jean-Guy Allard, “uno de los tres coroneles arrestados en Ecuador -Manuel E. Rivadeneira Tello-, es egresado de la siniestra academia militar norteamericana llamada Escuela de las Américas".
Uno de los principales ejecutores de los programas de la USAID en Ecuador es Chemonics, Inc., la misma empresa que opera con la derecha en Bolivia y que ha estado financiando a los sectores separatistas en el país andino e incluso, aquellos que intentaron ejecutar un golpe de Estado contra el gobierno de Evo Morales en 2008.
Golinger remarca que el dinero de la USAID/NED en Ecuador también ha sido utilizado para penetrar e infiltrar los movimientos indígenas, como han hecho en Bolivia, con la intención de sembrar una oposición a Correa en uno de los sectores más progresistas e influyentes de la sociedad ecuatoriana. Y la estrategia ha dadobuentos resultados.
El fallido intento de derrocamiento también  puso al desnudo las debilidades del gobierno y del partido de Correa, que está dividido. En esta oportunidad, la rapidísima intervención de UNASUR, la masiva movilización popular y la valentía personal de Correa, lograron conjurar la intentona sobre la que aun no está dicha la última palabra. Un nuevo golpe de Estado con base indígena o popular, dirigido por la derecha no es un escenario improbable.
Diario BAE
Octubre 2010
 
 
 

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