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HISTORIA DE LA COIMA

Su majestad, la coima

En México la llaman "mordida", en Venezuela "matraca", en Colombia le dicen "corbata", los cubanos la bautizaron "botella", mientras que para los peruanos es la "cutra" y para los brasileños "caixinha". En cambio, en Argentina y sus países limítrofes cuando alguien menciona la palabra "coima" o "cometa" todo el mundo sabe que esta hablando de sobornos.

Por Walter Goobar
En México la llaman "mordida", en Venezuela "matraca", en Colombia le dicen "corbata", los cubanos la bautizaron "botella", mientras que para los peruanos es la "cutra" y para los brasileños "caixinha". En cambio, en Argentina y sus países limítrofes cuando alguien menciona la palabra "coima" o "cometa" todo el mundo sabe que esta hablando de sobornos. Según el diccionario, "soborno" viene de latin subornare, de ornare, ornar. comprar, corromper, cohechar. María Moliner, autora del Diccionario de uso del español, define el soborno como "conseguir con dádivas o regalos que un funcionario haga o deje de hacer cierta cosa a favor de alguien, constituya o no injusticia o delito". Según José Gobello, autor del Diccionario del Lunfardo, la coima no siempre estuvo asociada a la corrupción o al cohecho: para la germanía –que era una especie de lunfardo que se hablaba en la península ibérica en los siglos XVI y XVII-, la coima era la "multa o tasa de indemnización que se pagaba en los juicios por calumnia". Esto explica porqué aún hoy en Brasil "coima" es multa y no soborno. Otra acepción la vincula con el precio que se pagaba al garitero por el mantenimiento de las mesas de juego. Un tercer grupo de lingüistas considera que la palabra viene del árabe quwaima que significa "muchacha o doncella" y de qima que quiere decir "precio".

Aunque su historia es difusa, se podría adivinar que coima se convirtió en sinónimo de soborno en aquel lejano momento en que la política argentina comenzó a prostituirse y la economía a convertirse en un timba. Para José Gobello, titular de la Academia Porteña del Lunfardo y autor de un diccionario sobre el tema, "la coima es parte del ser nacional. Nos define como país mucho más que el tango".

 

La magnitud y la antigüedad de la cultura del soborno en la Argentina resulta impactante desde todo punto de vista. En 1910, el diario La Stampa, de Turín, afirmaba que en Argentina "la propina es una institución: tiene un nombre solemne de resonancia griega. Se llama coima. Todos coimean: desde quien desempeña cargos superiores hasta el último inspector. Es una práctica tan normal que si alguien decidiera obtener algo sin recurrir a esa gran señora de las transacciones oficiales correría el riesgo de ser tachado de loco. Hay coimas y coimas. Las hay pequeñas, insignificantes. Corresponden a los empleados de menor jerarquía: al portero, al mandadero, al escribiente. Pero las coimas grandes, las que merecen ampliamente su nombre y que hacen que se hable de ellas con admiración y envidia son las que se vinculan con los contratos del Estado, que los hay por armas, ferrocarriles, puertos, construcción de edificios, algunos de ellos monumentales, con ladrillos importados de Inglaterra, mármoles de Italia y luminarias de Francia".

En realidad, la descripción de La Stampa estaba lejos de ser una novedad o una primicia para la época: el 10 marzo 1907 el diario La Razón publicaba un editorial bajo el elocuente título "El imperio de la coima".

Desde tiempos de la colonia, la retórica patriótica y la guerra escondieron los negocios turbios: en 1867 el marqués de Caxias escribe sobre la guerra del Paraguay que "nuestros aliados no quieren acabar la guerra porque con ella están lucrando".

En una carta privada al ex ministro Mariano Sarratea, Domingo F. Sarmiento afirma que la casa de Bartolomé Mitre "fue negociada por agentes que habían obtenido la suscripción de los proveedores que mediante su despilfarro de las rentas han ganado millones, como Lezica, Lanús, Galván, que al fin la costearon en su totalidad. Mitre sabe que con un poco de insistencia, con amaños conocidos, con muchos hombres que le deben o la impunidad o la fortuna mal adquirida, todo se puede conseguir".

Varios historiadores coinciden en que el contrabando practicado a gran escala durante el período colonial fue la raíz central de una tendencia al delito que contaminó a los altos funcionarios y también a los esclavos, produciendo que los habitantes de la ciudad y del campo comenzaran a educarse en el desprecio de la ley y la justicia. La arbitrariedad y la poca preocupación de los conquistadores por atarse al esquema legal de la metrópoli habría sido una constante de la América hispánica. Las metrópolis, sin embargo, tampoco estaban exentas de sobornos.

 

MARX, CARLOS

En 1869 se publicó El XVIII Brumario de Luis Bonaparte que era una recopilación de las crónicas periodísticas que el corresponsal Carlos Marx había escrito para un diario norteamericano. El libro pintaba la permeabilidad del soborno en las instituciones del Estado francés, y en particular al Senado: "Bonaparte quisiera aparecer como el bienhechor patriarcal de todas las clases. Pero no puede dar nada a una sin quitárselo a la otra. (...)Quisiera robar a Francia entera para regalársela a Francia, o mejor dicho, para comprar de nuevo a Francia con dinero francés, pues como jefe de la Sociedad del 10 de Diciembre tiene necesariamente que comprar lo que quiere que le pertenezca. Y en institución del soborno se convierten todas las instituciones del Estado: el Senado, el Consejo de Estado, el Cuerpo Legislativo, la Legión de Honor, la medalla del soldado, los lavaderos, los edificios públicos, los ferrocarriles, el Estado Mayor de la Guardia Nacional sin soldados rasos, los bienes confiscados de la casa de Orleáns. En medio de soborno se convierten todos los puestos del ejército y de la máquina de gobierno. Pero lo más importante en este proceso es que se toma a Francia para entregársela a ella misma, son los tantos por ciento que durante la operación de cambio se embolsan el jefe y los individuos de la Sociedad 10 de Diciembre", relata Marx.

Según Alvaro Abós, autor de una crónica sobre la corrupción entre 1810 y 1997 titulada Delitos Ejemplares (Ed. Norma) "si no abundan las referencias a la corrupción en la historia de la conquista del desierto es por la complicidad generalizada". Con el propósito de comprar la pasividad de los caciques, el gobierno pagaba sobornos a los caciques, que a su vez eran esquilmados por los intermediarios.

El Martín Fierro escrito en1872 incluye lapidarias denuncias sobre la corrupción en la frontera con los indios que incluía el robo del salario de los soldados: "Aunque es justo que quien vende algún poquitito muerda (...) se anunció un salario que iban a dar un socorro pero sabe Dios qué zorro se lo comió al comisario (...) Yo he visto en esta milonga muchos jefes con estancia, y piones en abundancia y majadas y rodeos, he visto negocios feos, a pesar de mi ignorancia".

Entre 1895 y 1901 el médico Francisco Sicardi escribió los cinco gruesos volúmenes del Libro extraño, donde describe el papel de la coima en el despedazamiento de Buenos Aires, el escamoteo de la pampa y la sustitución del cinc y los ladrillos de barro.

En 1890 Argentina corre alegremente hacia el desastre financiero. Según Juan Balestra, autor de El Noventa, el presidente Juarez Célman también había amasado la fortuna más grande del país mediante el peculado:"La honestidad transa con la codicia (...)Ha llegado la hora de la coima (...).No se denuncian públicamente los casos pero no se habla de otra cosa en las acres maledicencias de la calle y el Club". En la novela La Bolsa publicada ese mismo año como folletín en La Nación, abundan los funcionarios que cobran sobornos o pagan sus placeres con dinero del Estado. "Bah, de todos modos es el pueblo el que paga", dice un ministro, mientras mete quinientos pesos en un sobre para su amante.

 

MUJERES LIGERAS

Coima y soborno no siempre fueron sinónimos, sino que en el siglo XV "coima" era un sinónimo de "concubina, manceba, ramera, o mujer del mundo". En la novela La Celestina, escrita en 1499 y parcialmente atribuida a Fernando de Rojas se describe al rufián como "un hombre tan vil que él mismo alcahuetea a su propia mujer. Y es que no se concibe que ningún marido aguante al lado de la coima, si no es como cómplice y beneficiario de su carnal comercio."

En épocas del Quijote (1605) y del Virreinato del Río de la Plata, la coima seguía relacionada con el comercio carnal: en el capítulo XVI del Quijote, Miguel de Cervantes hace referencia a lo que le sucedió al ingenioso hidalgo durante una aventura con una "coima"(prostituta) en la venta que él imaginaba ser castillo. Mientras la pulposa Maritornes hace esfuerzos por soltarse, don Quijote, le explica "que quisiera estar en condiciones de poder pagar tamaña merced como la que con la vista de vuestra gran hermosura; pero ha querido la fortuna, que no se cansa de perseguir a los buenos, ponerme en este lecho, donde yago tan molido y quebrantado que, aunque de mi voluntad quisiera satisfacer a la vuestra, fuera imposible."(...) "El bueno del arriero, a quien tenían despierto sus malos deseos, desde el punto que entró su coima por la puerta, estuvo atentamente escuchando todo lo que don Quijote decía, y, celoso de que la asturiana le hubiese faltado la palabra por otro, se fue llegando más al lecho de don Quijote, y estúvose quedo hasta ver en qué paraban aquellas razones que él no podía entender."

La escena que Cervantes describe como "la más reñida y graciosa escaramuza del mundo" termina en una batahola cuando el arriero y el Quijote se agarran a trompadas mientras la coima se desliza en la cama de Sancho Panza.

Francisco de Quevedo (1580-1645) autor de El Buscón, Poderoso Caballero Don Dinero introdujo en el español vocablos que se usan aún hoy con toda su fuerza expresiva como "culo", "pendejos", y "coima" en sentido de soborno. A diferencia de su contemporáneo Cervantes, Quevedo llamo a las prostitutas "herramientas del placer".


TRATADO DE LA DELINCUENCIA

El fraude patriótico y la corrupción económica signaron la década del ´30. El gobernador de Buenos Aires, Manuel Fresco impugnaba el voto secreto, mientras que el intendente y caudillo de Avellaneda, Alberto Barceló era amo y señor de los prostíbulos y garitos con elvisto bueno del poder político.

"Su Majestad, la coima", se tituló un artículo que Roberto Arlt publicó

en el diario El Mundo en enero de 1929, y que más tarde fue incluido en su Tratado de la delincuencia: "La coima es la polilla que roe el mecanismo de nuestra administración, la rémora que detiene la marcha de la nave del Estado (y esta vez es cierto el mito de la rémora y la macana de la nave del Estado), la coima es el aceite lustral conque cuanto bicho inspector y subinspector que vagabundea por ahí, lubrifica sus articulaciones y engorda su estómago; la coima es la madre de muchos bienestares, el alma de numerosas prosperidades , el ángel tutelar de los que venden aserrín por harina, achicoria por café, pan quemado por chocolate, mármol molido por azúcar, la coima es la diosa protectora de todos los tahúres que pululan en nuestra tierra, de todos los comisarios que entran flacos y salen gordos, de todos los magistrados que se taponan los oídos para no escuchar los alaridos de la justicia, ¿ qué no es la coima, la enorme , la nutritiva coima?

Donde se clave la vista, allí está: invisible, segura, efectiva, certera.

La coima es la que moviliza los escritos en un juzgado; la coima es la que

arranca un certificado de buena conducta para un específico fascineroso, la

coima es la que le da ciudadanía de honestidad a un granuja cien veces más

ladrón que el ladró Gesta; la coima es la que ablanda y humaniza al

inspector personudo, al abogado recio, al escribano melifluo, al oficial de

justicia inexorable, al médico talentudo . La coima, invisible, penetrante,

ardua e infalible, penetra por todas partes y compra al grande, al cogotudo

y al severo como al pequeño, al modesto y al humilde que se conforma y

transige con tal que le den para un café con leche

 

PECADOS CARNALES

Pocos textos arrastran tanto pesimismo y descreimiento hacia una sociedad como la letra del tango Cambalache, estrenado por Sofía Bozán en 1935 en una revista del teatro Maipo. Durante esa misma época Lisandro de la Torre, investigó los negociados en industria de la carne. Actuando por rumores recogidos entre estibadores, el Congreso mandó inspeccionar el buque Norman Star, donde se secuestraron legajos de cálculo de costo del Frigorífico Anglo rotulados como "corned beef". En julio de 1935, De la Torre denunció que la empresa Swift había defraudado al Estado en 414.000 pesos en un año y que el Frigorífico Anglo pagó menos impuestos que la pequeña firma Grondona, pese a tener una cuota de exportación cincuenta veces mayor.

De la Torre aludió concretamente a "la acción extorsiva de un monopolio extranjero y la complicidad de un gobierno que unas veces lo deja hacer y otras lo protege directamente". En pleno debate de la Cámara Alta, Ramón Valdéz Cora ingresó al recinto y disparó contra de la Torre, pero el proyectil mató al senador Enzo Bordabehere.

En mayo de 1940 estalló el escándalo del negociado de las tierras del Palomar en el que estaban implicados altos mandos militares y políticos conservadores y radicales. Como ahora, la palabra coima había alcanzado ya un status constitucional. Uno de los principales acusados fue el diputado radical Victor Hugo Guillot que mantenía un hogar paralelo con la hija del ex diputado Ferraroti. Guillot se dejó tentar por los 7.500 pesos que se le ofrecían para aprobar el proyecto de compra de los terrenos a un precio mucho mayor que el real. El dinero lo cobró una mujer que apareció con el seudónimo de Ana Gómez. El escándalo que salió a la luz cuando actuó la comisión investigadora integrada por los diputados Vicente Solano Lima (conservador, que en 1973 fue vicepresidente del peronista Héctor Cámpora) y Alfredo Palacios (socialista):

Solano Lima: -Según nuestras pruebas, diputado Guillot, usted se benefició con una coima de 15.000 pesos, a medias con el diputado Bertotto.

Guillot: -Ni un solo centavo ha entrado en mi bolsillo.

Palacios: -Pero hay testimonios de que ese soborno en títulos de la deuda pública le fue destinado.

Solano Lima: -Tenemos pruebas de que esa suma la cobró una tal Ana López.

Guillot: -No conozco a nadie de ese nombre. Ustedes saben perfectamente que soy un chivo emisario y saben de quién. Soy un hombre honesto.

Solano Lima: -Pero usted, diputado, era el presidente de la Comisión de Presupuesto y Hacienda y firmó la autorización para vender las tierras de El Palomar...

Palacios: -Si usted, diputado, colaborase con la Comisión y facilitara nombres, todo sería más fácil.

Guillot se limitó a responder que no daría ningún nombre porque estaba siendo crucificado. El dictamen provocó las renuncias del ministro de Guerra, el general Carlos Márquez, y del presidente de la Cámara baja, Juan Kaiser. El 23 de Agosto de 1940 Guillot se quitó la vida.

 

En 1943 Juan Duarte recorría el país vendiendo jabón Guereño. Tenía un sueldo de 200 pesos mensuales y viático de 800. El coche valuado en 9.800 pesos era su único bien, pero Juan Duarte poseía algo más: una hermana que sería famosa en los anales del país. Duarte abandonó Guereño y se convirtió en secretario privado de Perón.

Acusado de enriquecimiento ilícito, Durate renuncia a su cargo el 6 de abril de 1953 y tres días después escribe una carta de despedida dirigida a Perón y se pega un tiro con un revólver Smith Wesson calibre 38.

 

LA COIMA Y LA TIMBA

En el orígen de las palabras tal vez se encuentren algunas claves para entender las raices del fenómeno. Antes de convertirse en sinónimo de "soborno", la coima estaba asociada con la timba y los juegos de azar. Según José Gobello, la coima "era lo que se pagaba al garitero por el cuidado de las mesas de juego". El autor del Diccionario del Lunfardo agrega: "Se dice tambien festivamente "cometa" por el juego paronomástico del español cometa: astro formado por un núcleo poco denso y una cola."

En Cuentos para tahúres, el escritor Rodolfo Walsh usa esa acepción de "coima" para narrar una sangrienta partida de dados en un garito y reflexionar sobre el azar: "Con estudiada lentitud puso los dados en el cubilete y empezó a sacudirlos. Un doble pliegue vertical le partía el entrecejo oscuro. Parecía barajar un problema que se le hacía cada vez más difícil. Por fin se encogió de hombros. ­Lo que quieran...­dijo. Ya nadie se acordaba del tachito de la coima. Jiménez, el del negocio, presenciaba desde lejos sin animarse a recordarlo. Jesús Pereyra se levantó y echó sobre la mesa, sin contarlo, un montón de plata. ­La suerte es la suerte dijo con una lucecita asesina en la mirada­. Habrá que irse a dormir. Yo soy hombre tranquilo; en cuanto oí aquello, gané el rincón más cercano a la puerta."

Para el escolaso y la numerología, la coima es el número 98. Para el Tarot de Marsella la carta que representa la justicia al revés simboliza la injusticia y la coima. Según el Tarot, "quebrantar las reglas de convivencia, transgrediendo lo establecido, atrae, tarde o temprano, las iras de los representantes de la Ley y el Orden... La Justicia invertida utiliza trucos y artimañas para no cumplir con su deber. Es por eso que casi nunca tiene la conciencia tranquila."

En el libro El país de las maravillas. Los argentinos en el fin del milenio, el escritor Mempo Giardinelli sostiene que coima y azar se unen en la idea de que no se hace fortuna trabajando. "La idea de apostarlo todo al azar y al golpe de suerte está sólo un pasito antes de la corrupción. Porque si no se hace fortuna trabajando, el argentino ha recibido el mensaje clarísimo de que entonces o se hace mediante la suerte o mediante la coima", según lo admitió públicamente el gastronómico Luis Barrionuevo a comienzos de la década de los ´90. No trabajar era la clave.

En la novela La Tregua, Mario Benedetti explica que "antes se tenía que dar coima para conseguir algo ilícito y hoy se tiene que dar para conseguir lo lícito". Aunque escrita en 1960, La Tregua nos muestra un reflejo de lo que somos. No es casual que en la Argentina de las últimas décadas las finanzas públicas y privadas, se convirtieron en una timba y la corrupción en un juego de poder. La tómbola financiera, la plata dulce, las mesas de dinero dieron paso al remate de los bienes públicos.

"Siempre me ha sorprendido la obsesión ética de los americanos del Norte", decía en su habitual tono provocador Jorge Luis Borges, quien se propuso reflejar ese rasgo en El soborno, uno de los relatos incluídos en El libro de arena.

Para Borges el lunfardo era un idioma de ocultación, la jerga artificiosa de los ladrones. Eso explica porqué "coima" puede ser sinónimo de "yira" mientras que "cañota" sirve también para designar la comisión que cobra el dueño de un garito. En cambio, "ablande", "aceite", "arreglo", "betun", "bocado", "engrase", "steca", "tajada" o "adorno" son un manojo de palabras que sirven para refereirse al soborno.

 

ESPEJO DE UNA SOMBRA

Aunque el tango y el lunfardo no son hermanos, porque –según José Gobello- "el tango tiene sangre negra y el lunfardo la tiene gringa", las letras de tango siempre tienen un doble mensaje, contradictorio. Por un lado critican las consecuencias nefastas de la prostitución, pero a la vez destacan ciertas cualidades de la profesión más antigua del mundo: "Encufada bien debute con los briyos de la coima, atorras en un sucucho del hotel "El Familiar" y, a la tarde, con aromas de minusa y de milonga, apilas algun chitrulo en Cerrito y Diagonal. A que papi le afanaste la barata chaperia: la cadena para ropes, los aritos de metal, el relo que da la hora del debu y la despedida y ese zarzo que es el quemo decorando el anular. berretines de diquera te hormiguean la sabiola y porque la vas de piola nadie te puede parar. atendeme, che, chapera, que la tanga se termina y al yeite pondra sordina cuando no puedas yugar. la pollera a media asta, como en dia de fiambre; el meneo de taquera que madruga al gavilan; media abierta la blusita, mostrador para el calambre, y el suspiro siempre listo con la fija del filar. si agarras una fragata te sentis la marinera, entornando las persianas, sin al barco deschavar, y cruzas fuerte los garfios, castañandole a la yeta, y haciendo poco batuque por el chucho a naufragar", desgrana el tango La Chapera de Furlan y Monteleone.

También en la letra de Espejo de una sombra, Luis Alberto Spinetta mantuvo la acepción quijotesca de la coima: "Es un espejo en una sombra, canta en un balde hasta enloquecer, es el escombro de las cosas, junta sus manos como un bebé, es un espejo en una sombra. Es un jardín en un lugar, mundo absurdo y oscuro, mundo donde todo frizó, y acaso entibie el frío tu cuerpo, sí, cuerpo hermoso en el que dabas amor. Es un jardín en un lugar, mundo absurdo y oscuro, mundo donde mucho es dolor, y acaso partiré para siempre, sí, con el viento que es mejor que vos. No es así, es un secreto, no es así, es un milagro, no es así, es solo ciencia, oh. Es un espejo en una sombra, canta en un balde hasta enloquecer, es un espectro de su coima, sí, es un ekeko en una sopa, fuma vapores de anochecer, es un espejo en una puta sombra, sí. Es un delfín en un zaguán, mundo absurdo y oscuro, mundo donde todo frizó, acaso partirá para siempre, sí, con el don que te dan las alas de angel. No es así, es un milagro, no es así, es un secreto, no es así, es solo ciencia,. no es así, es un milagro, no es así, es solo ciencia, no es así, es un secreto, es solo ciencia nena." 

 

 

RECUADRO

LO QUE DICE LA BIBLIA

 

El Antiguo y el Nuevo Testamento tienen visiones coincidentes en lo que respecta a los sobornos: Dios estableció que "La ganancia mal habída no durara; entonces ¿por qué arriesgarse?" (Proverbios 21:) ó "El dinero mal habido trae dolor a la familia, pero el que aborrece el soborno tendrá felicidad" (Proverbios 15: 27)

Ex 23:8 "No recibirás soborno, porque el soborno ciega a los que ven con claridad y pervierte las palabras de los justos.

Pr 15:27 El que tiene ganancias injustas perturba su casa, pero el que aborrece el soborno vivirá.

Job 15:34 Porque la compañía de los impíos es estéril, y el fuego consumirá las moradas del soborno.

Eze 22:12 En ti reciben soborno para derramar sangre. Cobras usura e intereses, y te aprovechas de tu prójimo con extorsión. Te has olvidado de mí, dice el Señor Jehovah.

"Y soborno no habrás de aceptar, ya que el soborno enceguece a los que tiene visión y deteriora las palabras de los justos". En síntesis, el Antiguo Testamento advierte que en materia de sobornos "el juez terrenal se puede equivocar, pero Dios no":"no habré de eximir al culpable".

Para el Corán, que es el libro sagrado de los musulmanes, "Si Alá quiere que alguien sea tentado, tú no puedes hacer nada por él contra Alá. Esos tales son aquéllos cuyos corazones Alá no ha querido purificar. Sufrirán ignominia en la vida de acá y terrible castigo en la otra. Más adelante, el sagrado Corán advierte: "Ves a muchos de ellos precipitarse al pecado y a la violación de la ley y a devorar el soborno. ¡Qué mal está lo que hacen! "(..) "¿Por qué los maestros y los doctores no les prohíben sus expresiones pecaminosas y que devoren el soborno? ¡Qué mal está lo que hacen!". Finalmente el Corán aconsejaa todos los musulmanes:" Si vienen a ti, decide entre ellos o retírate. Si te retiras, no podrán hacerte ningún daño. Si decides, hazlo con equidad. Alá ama a los que observan la equidad."
Revista Veintitrés
Numero edicion: 116 02/08/2000

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