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El fantasma de Néstor

Néstor Kirchner no es más una fábula, ni el sujeto de la construcción artificiosa de un relato que armaron los medios de comunicación. El día de su muerte fue también el día de su humanización.

Por Walter Goobar
Sus críticos más severos están perplejos, desolados, demudados. Huérfanos. Durante los últimos años han construido su frágil y precaria identidad política sobre la base de la crítica y la denuncia despiadada del muerto, y durante incontables días y noches han acariciado secretamente el sueño de infligirle una derrota demoledora y disciplinante. Pero, de pronto –sin preaviso–, se han quedado sin enemigo a ser derrotado. Ese tipo –a quien ellos deshumanizaron pintándolo como una suerte de reencarnación criolla de Mefistófeles– no tuvo mejor idea que morirse y demostrar que seguía siendo “un flaco como cualquiera”. La noticia sobre su muerte y los funerales demolieron los mitos y las leyendas pacientemente tejidas por los retratistas de la realidad del establishment.
No hay dudas de que la derecha atraviesa un problema con la muerte de Kirchner: el cuento del Lobo Feroz, del Hombre de la Bolsa o del malvado de las historietas que había tejido, le resultaba funcional para seguir machacando con el mito del “aplastamiento de las instituciones”, el “clima de crispación y confrontación”, la “división de la sociedad” y todo el resto de fábulas utilizadas para ocultar la afectación de sus intereses y sus bolsillos.
Paradójicamente, la muerte de ese supuesto archienemigo les permitió comprobar que estos relatos infantiles construidos con el mismo lenguaje de débiles mentales con que los adultos les hablamos a los niños cuando empiezan a descubrir el mundo, sólo sirvieron para asustar y engañar a aquellos adultos que pedían ser engañados, pero no idiotizaron a los jóvenes ni a los niños. Todo lo contrario.
Los jóvenes -que por lo general descreen de los adultos-, comprendieron mucho mejor los argumentos y el estilo desacartonado y confrontativo del Lobo Feroz, sobre todo porque el feroz y transgresor lobo les permitió expresarse y participar sin riesgos y sin hipocresía.
Y para colmo de males, el tipo amenaza ahora con convertirse en un mito, mucho más peligroso, rebelde y contestatario que cuando estaba entre nosotros.
En las relaciones conflictivas, el distanciamiento actúa como un bálsamo. En otros casos, el distanciamiento estimula las fantasías. ¿Qué ocurrirá con los sentimientos de los opositores más encarnizados de Kirchner? Recién ahora parecen darse cuenta de que lo necesitaban más que el oxígeno que respiran.
El bloqueo emocional e intelectual de ciertos opositores políticos y mediáticos es es pavoroso. Al maratonista Julio Cobos no le alcanzan las piernas para huir de la sombra de ese fantasma risueño que ahora lo persigue a todas partes. Y ese descubrimiento le resulta aterrador. La clarividente e iluminada Elisa Carrió€“que entró en un mutismo sintomático y supersticioso–, parece haber descubierto que no sólo el infierno son los otros; también el paraíso pueden ser los otros. Del arzobispo Jorge Bergoglio, mejor ni hablar.
Mauricio Macri parece estar viendo a Kirchner en la careta de cada uno de los niños que este fin de semana celebraron Halloween. En su fuero íntimo, el perplejo jefe de Gobierno de la Ciudad se preguntaba si todos ellos cobraban la asignación universal. Por las dudas, repartió caramelos a diestra y siniestra. Eduardo Duhalde, Francisco de Narváez y Felipe Solá también parecen haber percibido que desde ahora libran una lucha a ciegas contra un fantasma imposible de derrotar, porque su fuerza radica justamente en su irrealidad.
Néstor Kirchner no es más una fábula, ni el sujeto de la construcción artificiosa de un relato que armaron los medios de comunicación. El día de su muerte fue también el día de su humanización.
Kirchner fue un hombre preclaro, alguien que planteó la necesidad de tener libertades democráticas y a la vez enfrentar los problemas de la justicia social y que murió en el intento de ejercer esa síntesis. Contra eso, no hay con qué darle.
Aunque han perdido a su enemigo ideal, después de un tiempo prudencial e incierto los mascarones de proa de la derecha seguirán arremetiendo con sus relatos y sus fábulas para esmerilar a Cristina. Por las dudas deberían advertir que ahora hay una masa crítica de gente joven politizada y movilizada que no está para cuentos.
En ese sentido, uno de los legados más interesantes y efectivos que deja Kirchner es que obligó a partir aguas. Obligó a ponerse de un lado o de otro, cuando ya parecía imposible que la pasión política se reinstalara en este país.
Buenos Aires Económico
03-11-2010 /

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