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Wikileaks, en las redes de Washington

Ni la más audáz novela de John Le Carré hubiera ideado una trama en la que un difuso grupo como Wikileaks filtra los presuntos secretos que EEUU desea guardar. O filtrar.
Más allá de la imprevista irrupción de Wikileaks en la escena mundial, vale la ppena hacerse algunas preguntas elementales. Sabemos a quién perjudican las filtraciones, pero la gran incógnita es saber a quién benefician.

Por Walter Goobar
Acceder a un cuarto de millón de documentos que certifican las vergonzantes actividades de la diplomacia estadounidense resulta más que atractivo para cualquier editor. Y además vende.  Jugosas conspiraciones, actos de espionaje en la ONU, elaboración de perfiles chismosos sobre  los principales líderes mundiales, confirmación de la intervención encubierta  deWashingtonen viejos y nuevos  conflictos… Todo lo que alguna vez se elucubró en sesudos análisis periodísticos o en mesas de café, se confirma ahora bajo la forma de un  escándalo que revela que Estados Unidos ya no es lo que era. Supuestamente, la superpotencia controladora, ahora  tiene quien la controle y se llama Wikileaks. Ni la más audáz novela de John Le Carré hubiera ideado una trama en la que un difuso grupo como Wikileaks filtra los presuntos secretos que EEUU desea guardar. O filtrar.
Más allá de la imprevista irrupción de Wikileaks en la escena mundial, vale la ppena hacerse  algunas preguntas elementales. Sabemos a quién perjudican las filtraciones, pero la gran incógnita es saber a quién benefician. No es necesario dejarse llevar por la paranoia ni esperar a la próxima novela de John Le Caré para formular algunas preguntas y encontrar algunas respuestas.
Algunos analistas ven un cierto paralelismo entre las filtraciones de Wikileaks y los atentados a las Torres Gemelas, y  afirman que con estas revelaciones  ha estallado el 11-S de la diplomacia, o en todo caso el 11-S de Internet.
Si bien, el 11-S cambió por completo nuestra concepción del mundo, vale la pena recordar que su principal beneficiario fue George W. Bush, porque -gracias a esa tragedia- encontró su misión en la Historia e inició dos guerras aún inconclusas -, para apropiarse de las reservas petroleras de Irák y Afganistán.
Wikileaks no gestiona la información que vende. Por lo que cabe la posibilidad, por remota que parezca, de que alguien si sepa gestionar esta información aparentemente banal como la bomba informativa que los periódicos prometen. Esa es la parte que todavía no conocemos en detalle.
Una de las falsas premisas e incongruencias sobre las que cabalga este caso es la supuesta colaboración de Wikileaks con los  grandes medios hegemónicos. Contrariamente a lo que ha ocurrido en otras ocasiones, esta vez el contenido difundido ha sido prefiltrado por los cinco diarios e incluso remitido a la administración estadounidense.  Según admitieron los periodistas de The New York Times, El País, Le Monde, Der Spiegel y The Guardian, las cinco publicaciones hicieron un pacto con WikiLeaks y, antes de publicar los documentos, advirtieron al Departamento de Estado. De estas confesiones se desprende una comclusión alarmante: los cinco periódicos actuaron como verdaderos agentes de prensa del Departamento de Estado. Hicieron el trabajo de limpieza en lugar de los servicios de Hillary Clinton. Pareciera que en este nuevo escenario virtual,  Wikileaks en combinación con los grandes medios confirman los temas de la agenda dominante pero trastocan los códigos de la diplomacia.
Los paralelismos con el 11-S no se agotan aquí: todas las supuestas  filtraciones provienen de una red secreta-creada por el Pentágono, justamente después de los atentados del 11 de septiemmbre de 2001. La Secret Internet Protocol Router Networks (SIPRNET) sirve para transmitir documentos de los Ministerios del Exterior y Defensa hasta el nivel de secreto dos.
La Siprnet no es un club demasiado exclusivo: dos millones y medio de  funcionarios y soldados estadounidenses tienen acceso a esa red supuestamente secreta. Y aún después de las filtraciones hay material "top secret" a disposición de unos 850.000 estadounidenses.
Resulta sospechoso que el Pentágono haya desarrollado uma red cuyas características más salientes son : servidores débiles, registros insuficientes, una endeble defensa antiacceso y antiespionaje, un análisis de señales poco eficiente. Si las filtraciones no beneficiaran al Pentágono y al Departamento de Estado,  no sería lógico pensar que después del primer escándalo los plomeros del Pentágono hubiesen obturado todos los orificios?
¿No es raro, también, el hecho que Wikileaks haya podido burlar tres veces al Pentágono y que Julian Asssange al igual que Osama Bin Laden- esté en paradero desconocido?
Nadie sabe qué pretende el australiano Julian Assange, para quién trabaja o cuál es el fin de esa incontinencia reveladora. Es evidente que sus secretos constituyen su poder. Sin embargo, cuesta creer que Wikileaks sólo sea producto de las intenciones altruista de un filántropo de la era de internet. Hay demasiado en juego. y caben todas las hipótesis: Rusia, China, grupos económicos, republicanos.
Es una ilusión demasiado ingenua creer que Wikileaks puede desnudar todos los rostros del poder, tanto como suponer que sólo ampliando la transparencia liberal se pueden combatir las injusticias. El verdadero poder no escribe sus órdenes, no tiene cadenas de comandos reconocibles, es silencioso, se halla en circuitos extrainstitucionales, utiliza diferentes coberturas y estructuras paralelas que afectan directamente a la Casa Blanca, Pentágono, la CIA y la NSA. Wikileaks no parecetener intenciones de meterse con ellos.
Si el 11-S sirvió para instaurar un nuevo orden en el mundo, las filtraciones de Wikileaks parecen destinadas a establecer  un nuevo orden en la red. Hace dos años, Lawrence Lessig -uno de los juristas que mejor conoce lel ciberespacio-, pronosticó que “estaba por producirse una especie de 11-S en Internet”, un acontecimiento que catalizaría una modificación radical de las normas que regulan la red. Lessig señalaba que el Gobierno de los EEUU, así como tenía lista, mucho antes del 11 de setiembre, el Acta Patriótica, tiene preparada en algún archivo una “Patriot Act para la red”, esperando algún impactante evento que permita usarlo como pretexto para cambiar radicalmente el modo de funcionamiento de Internet.
Nadie se debería escandalizar porque los espías de cualquier país se dediquen a espiar y muchas de sus actividades se desarrollen al margen de la ley y la ética. ¿Quién no ha disfrutado con las películas de James Bond, o las novelas de John le Carré?
Sin embargo, lo curioso es que en este caso los grandes medios de comunicación se hacen eco de informes y perfiles de los líderes políticos del mundo que parecen elaborados por panelistas de los programas de chimentos. ¿Dónde está la  gran revelación?: ¿Putin es autoritario y machista? ¿Berlusconi es fiestero? ¿Se están realizando esfuerzos o acciones para aislar a Chávez?. Por su capacidad de análisis, los panelistas de varios programas de TV podrían  competir con los analistas y expertos al servicio de la diplomacia y el espionaje  norteamericanos.
Estamos asistiendo a un festival de información táctica, pero Wikileaks no se ocupa del nivel en el que se toman las decisiones. El cúmulo de información sólo insinúa de forma superficial la manera en que los gobiernos estadounidenses han planeado las guerras, las ventas de armas, la apertura de bases militares, los golpes de Estado, el número de militares espías en cada embajada, sus intervenciones en comicios de otros países, los saqueos de riquezas internacionales.
En todo caso, una información relevante  sería, por ejemplo, la documentación con nombres y apellidos y las cifras económicas del entramado que se ha construido alrededor de la invasión de Irak: hidrocarburos, seguridad, infraestructuras, sobornos, etc., etc.,… O, en el terreno de la diplomacia, la relación con nombres y apellidos de los periodistas, juristas, políticos, empresarios o académicos que colaboran estrechamente con la diplomacia norteamericana de forma “altruista” o como vulgares lacayos a sueldo.
Quizás,algun día una Wikileaks de segunda generación publique los papeles secretos de la primera.
 DIARIO BAE01-12-2010

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