El lema de la cumbre reza “Crear trabajo para enfrentar la pobreza y fortalecer la gobernabilidad democrática”. Estadunidenses y canadienses mantienen posturas disímiles a las del resto de los países del hemisferio sobre la manera de crear empleo y combatir la pobreza. Un discurso del embajador estadunidense en la OEA, John Maisto que fue reproducido por el periódico Miami Herald, ofrece las claves para resumir el pensamiento imperante en el norte del continente.
Por Walter Goobar
Lo que hace falta son iniciativas que entretejan políticas macroeconómicas acertadas con programas eficaces que aumenten el acceso de todos nuestros ciudadanos a la oportunidad, en ámbitos como el crédito, la educación y la atención de salud, dijo Maisto. El proceso de la cumbre puede ayudar a mostrar el camino para lograr este tipo de agenda de reforma integrada, añadió el funcionario.
Lo de Maisto no deja lugar a dudas; pese a las apariencias y las declaraciones, la cumbre pondrá al descubierto más desavenencias que convergencias entre Estados Unidos y la mayoría de los países de la región.
Combinando la “política de la zanahoria y el garrote”, Washington ha lanzado una ofensiva regional de última hora para neutralizar las voces críticas. Durante las últimas semanas, previas a la cumbre, numerosas misiones de la presidencia estadunidense se desplazaron a diferentes capitales de América Latina a fin de combinar presiones y promesas a las delegaciones que asistirán a la cita. En paralelo, algunos representantes de los gobiernos que han expresado interés de participar en el Tratado de Libre Comercio (TLC) —como El Salvador, Honduras, Costa Rica, Nicaragua, Guatemala y República Dominicana—, fueron recibidos con todos los honores en la Casa Blanca.
Un reciente informe del instituto de estudios Oxford Analytic, integrado por más de mil profesores de diferentes universidades, señaló que el gobierno estadunidense teme un resultado similar al de la Asamblea General de la Organización de Estados Americanos (OEA), celebrada en junio pasado en Washington que estuvo signada por posiciones polarizadas, manifestaciones callejeras y una lavada declaración final destinada a simular un consenso que en realidad no existe.
Tres ejes de disputa
A su retorno de la capital estadunidense donde pasó diez días negociando los términos de la declaración que se firmará al término de la cumbre, el vicecanciller argentino Jorge Taiana no oculta las diferencias que separan al país anfitrión de Estados Unidos en el enfoque de los principales temas de la agenda.
Como anfitrión y diplomático, Taiana evita mencionar las presiones sufridas por Argentina por parte de su colega, el embajador estadunidense ante la OEA, John Maisto pero vaticina que reaparecerán las diferencias “en torno de los procesos económicos por décadas pasadas, porque produjeron mayor exclusión y desigualdad”.
Taiana, que es el principal responsable de la cumbre aseguró en entrevista con MILENIO Semanal que es necesario reestructurar el sistema financiero internacional, que en lugar de formar parte de las soluciones forma parte del problema.
Para que se entiendan los puntos sobre los que hay consenso, se deberían puntualizar aquellos aspectos sobre los que hay fricciones o diferencias, ¿no cree usted?
Las diferencias radican en tres ejes distintos: un eje se refiere a los componentes internos y externos de la situación de los países del hemisferio. Es decir, si la situación es el resultado de problemas internos de los países: mala administración, corrupción política, etcétera. O si son el resultado de situaciones externas: de políticas globales, de marcos estructurales, como por ejemplo el comercio o las relaciones internacionales. Ése es un primer debate. Un segundo debate es en relación con lo interno: ¿cuánto de lo interno es resultado de condiciones estructurales, de desigualdad o de generación de pobreza o de polarización social y cuánto se refiere a cuestiones de ingeniería político-institucional y tiene que ver con la ineficiencia de las políticas públicas, corrupción? Son dos visiones contrapuestas.
¿Cuál es el tercer eje?
El tercer eje es el debate ‘derrama versus políticas activas’. El que piensa que los problemas son internos e institucionales, tiende a pensar que la solución es la derrama económica. Tiende a creer que simplemente si removemos los obstáculos para que la iniciativa privada pueda desplegarse con toda su energía y creatividad o aplicamos las viejas recetas de la desregulación, la apertura, la privatización, esto va a llevar a un crecimiento sostenido y ese crecimiento va a terminar produciendo un despegue económico. Pero hay otra lógica que es la que tenemos nosotros, que sostiene que los problemas no son sólo de ingeniería institucional, sino estructurales: de subdesarrollo, de explotación, de desigualdad, de distribución negativa del ingreso. Por eso, nosotros creemos que no se trata sólo de remover cosas para favorecer a la iniciativa privada, sino que se requiere un Estado capaz de aplicar políticas activas que contribuyan a modificar esa situación. Sobre esos tres ejes se alínean las diferencias que a veces son de matices y a veces son más profundas.
Por mal camino
El vicecanciller Taiana no descarta una ofensiva de última hora sobre el tema del Acuerdo de Libre Comercio de las Américas, empujado hasta ahora por la Casa Blanca: “Yo creo que el ALCA es un proceso severamente disminuido desde noviembre de 2003, desde la reunión de ministros en Miami, donde se aceptó que no se podía pensar en negociar un marco estricto y global para todos, sino que en todo caso las negociaciones comerciales debían responder a las necesidades y características de los países. Eso fue lo último que pasó y desde ahí está en una situación de parálisis...”
¿No cree que George W. Bush lo va a volver a poner sobre la mesa cuando aterrice en Mar del Plata?
Yo no soy quién para decir lo que va a hacer el presidente Bush, pero me parece que hay varios países del hemisferio que están interesados en que se reactiven esas negociaciones comerciales.
Uno de esos países es Brasil, que si bien comparte muchas posiciones y puntos de vista con Argentina, es copresidente del ALCA. Frente a la situación de extrema debilidad del gobierno de Lula da Silva habrá que esperar hasta el último minuto para saber la posición brasileña en este tema. Lo que está claro de antemano es que en cualquier caso su diplomacia es siempre menos estridente y más consecuente que la argentina.
Otro revés regional de Bush se dió en enero de 2005 durante la Cumbre extraordinaria de las Américas de Monterrey: Sudamérica no se alineó a Washington, el comienzo del ALCA no fue ratificado y Néstor Kirchner denunció la arbitraria política del Fondo Monetario Internacional (FMI) y del Departamento de Estado de EU por incrementar las relaciones comerciales con Cuba.
Yo compito, tú compites
En contraposición a Taiana, para el embajador Maiso, la palabra clave de la cumbre es “competitividad”.
Maisto hace notar que la mayoría de los países de América Latina y el Caribe salieron mal parados en una encuesta reciente sobre competitividad mundial. Sostuvo que aunque países como El Salvador, Ecuador, Jamaica, Bolivia, México y Paraguay están tomando pasos en la dirección correcta y el crecimiento económico y las tasas de empleo son positivas, se debe hacer más para combatir la pobreza y satisfacer las aspiraciones del pueblo, resalta un comunicado de la embajada de EU en Buenos Aires. A nadie medianamente informado se le podría pasar que la argumentación de Maisto está en sintonía con el FMI. Según este viejo ideario, la competitividad de las naciones se mejora subiendo tasas, flexibilizando convenios colectivos de trabajo, abriendo las fronteras al libre comercio y al flujo de capitales financieros.
A diferencia de EU, Argentina quiere que quede asentada la necesidad de una reforma del sistema financiero internacional. “Creemos que un Bretton Woods II —ya que en Bretton Woods fue creado el FMI—, es necesario para que el sistema financiero multilateral cumpla las funciones para las cuales fue creado y que obviamente no cumple. Hoy el sistema financiero, más que parte de la solución es parte del problema”, destaca el vicecanciller Taiana.
Milenio Semanal de México
30-10-05