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DE LA PENCA A LA TABLADA

La confesión de un periodista

Sin mayores preámbulos, el sueco descerrajó una frase demoledora: “¿Te acordás de la bomba contra Edén Pastora en La Penca? Yo llevé al autor de la masacre”, dijo el antiguo enamorado de la revolución sandinista que ahora estaba agobiado por la culpa. “Fue una operación de la Dirección Quinta (de la inteligencia sandinista), a través de los argentinos que comandaba Gorriarán Merlo.

Por Walter Goobar
La noche del 25 de febrero de 1990 fue una pesadilla para todos los corresponsales que cubrieron las primeras elecciones libres y democráticas en la Nicaragua sandinista. Ni los periodistas más influidos por Washington se habían atrevido a vaticinar una derrota tan abrumadora del sandinismo frente a Violeta Chamorro como la que se produjo esa noche. Entre la manada de periodistas que confiados esperábamos los resultados de las urnas, distinguí la figura enjuta del periodista sueco Peter Torbiornsson, un experimentado corresponsal que había cubierto casi todos los golpes de Estado y las guerras que asolaron a América Latina en los ’70, los 80 y los ’90.
Durante una década de exilio en Suecia yo había seguido su admirable cobertura en medios gráficos, radiales y televisivos. Esa noche, el sueco preguntó con indisimulado interés sobre el asalto al cuartel de La Tablada que se había producido un año antes, me interrogó sobre el papel de Enrique Gorriarán Merlo en ese sangriento episodio. Le dije lo que pensaba: que si uno se limitaba a evaluar el ataque por sus resultados y sus posibles beneficiarios, sólo podía llegar a una conclusión: Detrás del ataque guerrillero se escondía una sofisticada operación de inteligencia que había servido para revalorizar la teoría de los dos demonios y había colocado a las Fuerzas Armadas en posición de víctima de la violencia irracional de la izquierda.
La mirada de Torbiornsson me resultó particularmente huidiza aquella noche, y no era el resultado de la cerveza que bebimos. La conversación quedó trunca por el estampido que produjo en la sala de prensa el anuncio de la impensable debacle electoral sandinista. En el tumulto, no alcancé a despedirme del sueco.
A mediados de los ’90, Torbiornsson reapareció en Buenos Aires y me citó en un bar de Belgrano y Chacabuco. “Vengo a aliviar mi conciencia”, me dijo a modo de saludo y mencionó nuestra conversación trunca en Managua. Estaba tan demacrado y agobiado que parecía un fantasma, una sombra del tipo vivaz, atlético y comprometido que yo había conocido.
Sin mayores preámbulos, el sueco descerrajó una frase demoledora: “¿Te acordás de la bomba contra Edén Pastora en La Penca? Yo llevé al autor de la masacre”, dijo el antiguo enamorado de la revolución sandinista que ahora estaba agobiado por la culpa. “Fue una operación de la Dirección Quinta (de la inteligencia sandinista), a través de los argentinos que comandaba Gorriarán Merlo. El que puso la bomba era Roberto Vital Gaguine, que murió calcinado en el asalto al cuartel de La Tablada”, sentenció el sueco.
Torbiornsson había abandonado la cobertura de América Latina y había ido a buscar la muerte a la guerra de los Balcanes o en el fondo de una botella.
El periodista no paraba de hablar y su mente se trasladó al escenario del atentado de La Penca, en el que murieron tres colegas y cinco guerrilleros. Corría el mes de mayo de 1984 y Edén Pastora, el antiguo y mítico guerrillero sandinista que asaltó el Palacio Nacional en 1978, había abierto un segundo frente rebelde al sur del país, donde comandaba la Alianza Revolucionaria Democrática (Arde). El viejo compañero de armas era considerado una amenaza para los sandinistas.
En 2008, el sueco volvió por primera vez en muchos años  a Nicaragua y completó su confesión frente al colega
José Adán Silva del Nuevo Diario: “Un mes antes del atentado en La Penca, estando en San José, Costa Rica, haciendo trabajos periodísticos para la televisión de Suecia, me contactaron de la cancillería nicaragüense para que viajara a Managua. Yo era muy conocido en el gobierno sandinista, había pasado muchos años cubriendo la guerra en Centroamérica y simpatizaba con la revolución, les tenía confianza”, recapituló el sueco mientras acariciaba su copa de cerveza.
Silva escuchó demudado el relato en primera persona del corresponsal sueco: “En Managua me encontré una noche con el jefe de la Dirección Quinta del Ministerio del Interior, que trabajaba bajo las órdenes de Tomás Borge; él me pidió que ayudara a un fotógrafo danés para hacer contactos en Costa Rica y me lo presentó: se llamaba Per Anker Hansen.
“Regresé a San José y unos días después llegó el supuesto periodista danés con su equipo fotográfico. Por momentos, vivimos en el mismo hotel en San José, que se llamaba Hotel Gran Vía”, agregó.
Torbiornsson no daba respiro a los recuerdos que había intentado enterrar durante tantas noches de insomnio. Él y su ayudante de nacionalidad boliviana, Fernando Prado González, de 22 años, sospechaban que Hansen era un espía de los sandinistas para conseguir informaciones sobre Pastora, pero nada más.
“Hicimos dos viajes a río San Juan, averiguando cómo avanzaba la guerra por allá, y así nos llegó un día la invitación de Edén Pastora a una conferencia en La Penca”, recapituló el sueco.
La noche del 30 de mayo de 1984 una bomba destrozó la conferencia de prensa en la que Pastora daba su parte de guerra. Tres periodistas y cinco guerrilleros murieron, y más de 22 resultaron heridos por la explosión.
“La bomba salió de la cámara fotográfica de Per Ander. Nos habían utilizado como conejillos de Indias para hacer un crimen con indescriptible brutalidad y torpeza. Salimos con heridas graves del lugar y mi amigo Fernando Prado regresó a Bolivia, porque el ministro del Interior Tomás Borge ordenó no recibirlo en Managua”, relató el sueco, dando por fin, un largo sorbo a su vaso con cerveza ya nada fría.
En marzo de 2008, 13 años después de la confesión que inició en un bar porteño frente al autor de esta nnota y que conclutó frente al grabador del colega nicaraguense  José Adán Silva, Torbiornsson regresó a Costa Rica a descargar su conciencia. Se presentó como testigo en un expediente rotulado 90-000585-202-PE.
“A las 16 horas del 11 de marzo de 2008, se presenta un testigo quien dice ser Peter Torbiornsson, único apellido en razón de su nacionalidad sueca, pasaporte XXX3150. Dice que desea ampliar su declaración como testigo en el caso del expediente número 90-000585-202-PE contra ignorado.”
“Es mi deseo indicar que he hecho una denuncia formal ante la Procuraduría de los Derechos Humanos en Managua, el 8 de febrero de 2008, con el número de expediente 357-08, acusando al ex ministro de Interior de ese país, Tomás Borge; al ex jefe de la Inteligencia, Renán Montero; y al ex jefe de la Contrainteligencia, Lenin Cerna, por crímenes de lesa humanidad”, indica el testimonio.
“Estas personas antes señaladas son los autores intelectuales del atentado en La Penca, ocurrido el 30 de mayo de 1984”, agregó Torbiornsson.
–¿Por qué denuncia este caso 24 años después? –le preguntaron los periodistas que lo recibieron en Managua.
–Por honor a la verdad. Un crimen no tiene tiempo para denunciarse, y tarde o temprano la verdad debe saberse. No me sentía bien conmigo mismo, y muchas veces dudé en realidad si valía la pena vivir con esto adentro o no, y creo que es el momento de decir la verdad sobre todo esto.
–Tengo entendido que usted ya había denunciado esto anteriormente a otros periodistas del mundo. ¿Qué caso tiene venir a Nicaragua a denunciarlo otra vez?
–En algunas ocasiones dije algunas cosas a amigos periodistas, pero nunca revelé que yo había ayudado a entrar a Gaguine. Dije que lo había conocido en Managua y que me lo habían recomendado los sandinistas para ayudarlo a trabajar en Costa Rica, pero nunca dije lo que ahora estoy sosteniendo.
–Justo ahora que Daniel Ortega regresa al poder usted viene con la denuncia, ¿por qué?
–Porque él sabe lo que ocurrió ahí. Él siempre lo supo. Lo supo Lenin Cerna, lo supo Tomás Borge y lo supo Omar Cabezas. Ahora mienten al decir que no saben nada, pero yo soy testigo de que ellos lo sabían, me lo dijeron personalmente a mí, en 1989, pero por circunstancias políticas yo no pude seguir investigando, y, además, temía que me mataran.
–¿Y tiene usted pruebas en este momento?
–Las investigaciones mías y de otra gente han revelado que el FSLN estuvo detrás de esa masacre de periodistas, y yo sostengo mi palabra, no me da miedo morir diciendo la verdad, ya suficiente tiempo viví ocultando eso, y es hora de decir la verdad, el mismo Edén Pastora –que ahora está colaborando en un discreto cargo con el gobierno de Daniel Ortega– lo sabe. Todo el mundo lo sabe.
 Diario Miradas al Sur
23-01-2011 
  
 

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