Es el investigador mexicano que descubrió cómo el cartel de Juárez llegó a la Argentina en tiempos de Menem, y el que denunció que Ramón “Palito” Ortega había recibido dinero de ellos para la campaña de 1999. “El circuito financiero argentino facilitó el lavado de plata de la droga”, dice.
Por Walter Goobar
En su país lleva una pistola Walther en el cinturón y –por las dudas– un fusil AK-47 en el piso del automóvil Lincoln Continental blindado que considera un trofeo de guerra porque fue confiscado a Amado Carrillo, el capo del cartel de Juárez, más conocido por el apodo de “El Señor de los Cielos”, debido a la increíble flota de aviones en la que transportaba la droga a Estados Unidos. Pese a que los narcos han puesto precio a su cabeza, el mexicano Juan Miguel Ponce Edmonson se define a sí mismo como “un diplomático convertido en policía que de tanto en tanto se permite el lujo de ejercer el periodismo bajo seudónimo”. Miembro de la línea dura del Partido Revolucionario Institucional (PRI), Edmonson es un “abogado de profesión y policía por vocación” que comenzó especializándose en temas de seguridad, narcotráfico y lavado de dinero y terminó como jefe de Interpol en México. Edmonson fue el responsable de la desarticulación de las bases del cartel de Juárez en la Argentina, Chile y Uruguay. Además se ocupó personalmente de la detención del torturador Ricardo Miguel Cavallo, que ahora espera ser extraditado a España. Para este hombre bajo y macizo de 53 años, que en 1998 pisó Buenos Aires siguiéndole el rastro al capo del cartel de Juárez y que ahora está asesorando a la comisión antilavado, la Argentina no es un país extraño: estudió en la Universidad de Belgrano y está casado con una argentina a quien, “por esas paradojas del destino”, conoció en Roma.
–¿Fue obra de la casualidad, el azar o una ironía del destino que “El Señor de los Cielos” viniera a recalar justamente en Buenos Aires?
–Yo lo tomé como una oportunidad a favor de la Justicia ya que teníamos más oportunidades porque conocíamos el terreno. Yo he sido estudiante en este país, he sido diplomático, estoy casado con una argentina, conozco el terreno y su gente y eso jugó a nuestro favor.
–¿Cómo ve el tema de la penetración del narcotráfico y el narcolavado en la Argentina?
–A pesar de que muchos hablen de la viveza criolla, la situación geográfica de la Argentina hace que sea un país muy inocente. Eso permitió que la droga se fuera introduciendo a vasta escala en la Argentina. Es increíble que hace unos años, cuando un gramo costaba 100 dólares en Nueva York, en Buenos Aires se podía conseguir “un raviol” por diez dólares. Para el narcotráfico eso no daba ganancias, pero estaban creando una generación de adictos y parece que lo han logrado. Eso sólo se explica por la ingenuidad de los argentinos. Ahora la situación es muy diferente: todo el mundo está con los ojos abiertos y muy alerta, pero todavía están a tiempo porque no ha habido una gran penetración.
–Cuando plantea el tema de la ingenuidad de la gente, habla más como diplomático que como investigador: aquí hubo una actitud de bienvenida a las inversiones independientemente de donde provinieran...
–Durante muchos años hubo innumerables operaciones de lavado de dinero en la Argentina. Había otras razones y se trataba de otro tipo de ilícitos que se convirtieron en moneda corriente: sabemos de la hiperinflación, de las épocas en que la gente prefería tener dólares debajo del colchón. Recuerde la época de los hiperintereses usurarios. Todo ese tipo de relaciones económicas perversas permitió el desarrollo de un centro financiero que –sumado a ciertos problemas de la legislación civil argentina– estaba basado en el ocultamiento de dinero negro o dinero que estuviera fuera del control jurisdiccional argentino. Todo eso creó un sistema para resolver necesidades locales, que tiempo después fue aprovechado por los lavadores. Imagínese que hasta hace pocos meses no era delito lavar dinero de cualquier otro delito que no fuera el narcotráfico, como por ejemplo el tráfico de armas o la corrupción. Recién ahora, con la nueva ley, el producto de cualquier ilícito es considerado lavado de dinero. ¿Qué mejor lugar que aquel donde esta actividad no es delito?
–¿Pero la clase política no subestimó la capacidad de penetración del narcotráfico?
–Tanto en el tema del narcotráfico, del lavado de dinero o de la corrupción existe una responsabilidad compartida. Los responsables no son las financieras o los bancos locales, sino quienes aceptan las transacciones de esas personas en los grandes centros financieros internacionales.
Ponce descubrió la presencia de los jefes del cartel de Juárez en Sudamérica en 1996, cuando recibió un llamado de rutina de un colega en Scotland Yard de Londres. El policía inglés le consultaba por un incidente aparentemente trivial: el robo de 60.000 dólares en cheques de viajero a una turista mexicana alojada en el hotel Ritz de Londres. El nombre de la turista le resultó familiar a Ponce: era la madre de Eduardo González Quiriarte, uno de los lugartenientes del “Señor de los Cielos”. Siguiendo el rastro de esos cheques de viajero, el sabueso mexicano localizó las inversiones de Carrillo en Chile y la Argentina.
–Cuando denunció la presencia de Amado Carrillo en la Argentina, ¿cómo reaccionaron las autoridades locales?
–Todo el mundo estaba muy interesado en esto. Policía Federal y la División de Drogas Peligrosas nos prestaron una gran colaboración. La actuación del juez Rodolfo Canicoba Corral también fue excelente. En cambio, la SIDE, aduciendo que estaba colaborando con los norteamericanos, no quiso compartir con nosotros ningún dato o investigación.
–¿Es decir que la SIDE trabajaba en la Operación Casablanca con los norteamericanos y ustedes con la Federal?
–Nosotros no hicimos ningún tipo de operación encubierta o clandestina. Hicimos nuestra denuncia ante la Justicia argentina, mientras que los norteamericanos y la SIDE nunca hicieron una denuncia de lo que estaba ocurriendo. El primer capítulo de esta historia se realizó con total apoyo de las autoridades argentinas, pero luego ocurrieron cosas que hicieron que se bajara la intensidad y la velocidad del procedimiento judicial y los presuntos responsables de la maniobra iniciaron una contraofensiva judicial contra los investigadores.
–¿Los contactos del cartel de Juárez con la clase política fueron azarosos?
–Fueron azarosos y limitados. Ellos llegaron como turistas, les gustó, tomaron la decisión de afincarse y se pusieron en contacto con personas que estaban al alcance de cualquier ciudadano: inmobiliarias, concesionarias de automotores, etcétera.
–Sin embargo, uno de los abogados deNicolás Di Tullio (agente inmobiliario) se llamaba Fernando de la Rúa y el financista Aldo Ducler era asesor económico de Palito Ortega...
–Los dólares compran el mejor médico, el mejor abogado o lo que sea.
–Pero tanto Ducler como Di Tullio siguieron operando para el cartel después de que se conocieron las primeras denuncias.
–Es cierto. Lo que nosotros caratulamos como célula argentina tuvo el conocimiento oficial de la Justicia norteamericana y del Citibank de que ese dinero era el producto de la venta de cocaína en Chicago el 18 de mayo de 1998. Sin embargo, Mercado Abierto, de Aldo Ducler, no hizo la denuncia. Cualquier operación hecha a partir de esa fecha era hecha a sabiendas
. –En las rendiciones de cuentas del cartel figuran pagos de un millón de dólares a campañas políticas.
–En la contabilidad del cartel figura una autorización para hacer un desembolso de 250.000 dólares a una campaña política. Pero en una rendición hecha por la célula argentina aparece una suma de un millón y, por evidencia confidencial que nosotros tenemos, esto generó una disputa interna porque se habían superado ampliamente los montos autorizados.
–¿Qué ocurrió en el caso argentino?
–Creo que la célula argentina utilizó ese rubro para justificar el desvío de fondos. Es algo que las autoridades argentinas deben investigar.
Una vez establecidos en Mar del Plata, los miembros del cartel hicieron buenas migas con allegados a Diego Ibáñez, el fallecido líder del sindicato petrolero.
–¿Cuánta gente integraba la llamada célula argentina?
–Hay una lista de personas que en mayor o menor medida participaron de las operaciones: hay prestanombres, consignatarios de ganado, veterinarios, seudoempresarios de Mar del Plata y sindicalistas sin cuya colaboración no hubieran podido hacer todo lo que se hizo.
–¿Es cierto que durante un viaje a Israel Palito Ortega se reunió en Italia con miembros del cartel para devolver esos aportes de campaña?
–Según información de algún organismo de inteligencia basado en Italia, está comprobado que hubo una reunión en Roma en la que Palito Ortega restituyó a los financistas del cartel ciertos aportes de campaña.
La campaña electoral argentina produjo una repentina y sugestiva paralización en las investigaciones que despertaron las sospechas de Ponce. Para sacarse las dudas, a fines de 1999 vino personalmente a la Argentina para seguir de cerca la pesquisa: “La investigación en serio empezó recién a fines de 1999”, afirma Ponce.
–Cuando fue relevado de su cargo el anterior jefe de la DEA, Abel Reynoso, denunció la penetración de la corrupción en las instancias políticas del cono sur.
–La salida de Reynoso de la Argentina fue incitada por alguien o por muchos. Lo mismo sucedió en Chile con el jefe de la policía de investigaciones, Nelson Neri, que terminó procesado por la Justicia por haber detenido a personas importantes. Lo mismo le pasó al jefe de la policía uruguaya, comisario general Roberto Rivero, que hizo una muy buena investigación. Las brujas no existen, pero que las hay, las hay... Creo que soy claro, ¿no?.
Revista Veintitrés
ID nota: 10771
Numero edicion: 154 02/01/2001