La filtración de cables secretos de la diplomacia norteamericana realizada por WikiLeaks desnuda la enorme presión que ejerció la Embajada de los Estados Unidos en Buenos Aires para entorpecer la labor del fiscal del caso Amia, Alberto Nisman.
Por Walter Goobar
La filtración de cables secretos de la diplomacia norteamericana realizada por WikiLeaks desnuda la enorme presión que ejerció la Embajada de los Estados Unidos en Buenos Aires para entorpecer la labor del fiscal del caso Amia, Alberto Nisman. Al parecer, la representación diplomática pretendía que Nisman no pusiera su lupa sobre el ex presidente Carlos Menem, el ex juez federal Juan José Galeano y el ex comisario Jorge Palacios, quienes están sospechados del delito de encubrimiento del atentado contra la mutual judía, además de estar procesados por el desvío de la pesquisa y el armado de pistas falsas en la primera fase de dicha investigación. “Los Oficiales (norteamericanos) de nuestra Oficina Legal le han recomendado al Fiscal Alberto Nisman que se concentre en los que perpetraron el atentado y no en quienes desviaron la investigación”, sostiene un informe de la Embajada norteamericana en Argentina. Ese cable revelado por WikiLeaks está, curiosamente, fechado el día 22 de mayo del año 2008. La referencia temporal no es azarosa: ese mismo día el fiscal Nisman solicitaba al juez federal Ariel Lijo la detención y la indagatoria del ex presidente Carlos Menem, de su hermano Munir –recientemente fallecido–, del entonces titular de la SIDE Hugo Anzorreguy, de su segundo Juan Carlos Anchezar, del magistrado Juan José Galeano y del ex comisario Jorge Palacios, quien ahora se encuentra procesado en la causa por las escuchas ilegales porteñas.
Basta revisar las crónicas de aquellos medios en los que la Embajada estadounidense afirma tener “periodistas cautivos”, según admitió el ex embajador estadounidense Earl Anthony Wayne, para corroborar los intentos de manipular y distorsionar la información publicada sobre el tema. El diario Clarín, en su edición del pasado 22 de febrero, tituló: “Según WikiLeaks, Estados Unidos creía que el Gobierno manipulaba la causa de la Amia”. A renglón seguido, el diario hace sus propias especulaciones indicando que: “Nisman seguía órdenes de Cristina Kirchner” (…) “Y que el Ejecutivo usó políticamente los tiempos del anuncio” (...) “La causa fue reactivada en 2008 para frenar la imagen negativa de la Casa Rosada”. Por su parte, el diario de los Mitre replicó tardíamente con un titular que reza: “EE.UU. desconfió del fiscal del caso Amia”. En una nota sin firma, se agregaba lo siguiente: “La embajada de Estados Unidos advirtió a su país que el pedido de detención contra el ex presidente Carlos Menem y el ex juez Juan José Galeano en el caso Amia fue una maniobra del fiscal federal Alberto Nisman para congraciarse con la presidenta Cristina Kirchner mediante la persecución de sus enemigos políticos”.
Varios meses antes de la filtración de los cables estadounidenses en Buenos Aires, una fuente con acceso a información calificada de la Embajada norteamericana le confió al autor de esta nota de que esa legación diplomática había recomendado a sus periodistas “cautivos” omitir todas las informaciones negativas contra Carlos Menem, argumentando que éstas debilitaban a la oposición y favorecían al Gobierno Nacional. Aquella temprana advertencia se vio reflejada en los medios hegemónicos: la dupla Clarín-La Nación omitió publicar los testimonios de sus propios periodistas en la causa que tiene imputado a Carlos Menem por el tráfico ilegal de armas a Croacia y Ecuador.
Hay que destacar que fueron las investigaciones de esos periodistas, las que contribuyeron a que Carlos Menem hoy esté sentado en el banquillo de los acusados. Pese a las presiones políticas y mediáticas, la maniobra estadounidense no tuvo éxito porque se dictaron los procesamientos de todos los imputados. Dicha medida fue confirmada por la Cámara Federal y concluirá en un juicio oral y público. En los corrillos diplomáticos y periodísticos se atribuyen algunas de estas maniobras al ex representante del FBI en Buenos Aires que ahora se desempeña como jefe de Seguridad de una cadena de comida rápida, quien mantuvo estrechos vínculos personales y profesionales con tres de los imputados: el ex presidente Menem, el ex comisario Jorge Fino Palacios y el ex juez Juan José Galeano.
Hasta ahora todos los intentos de salvataje de los procesados naufragaron. Sin embargo, las maniobras no cesaron: en el Juzgado Federal Nº 7, cuyo titular es el actual ministro de Justicia porteño Guillermo Montenegro –y que hoy está a cargo del juez Norberto Oyarbide– se tramita una denuncia donde aparecen involucrados el juez Claudio Bonadío, el ex ministro menemista Carlos Corach, su hijo Maximiliano y el ex comisario Palacios. En dicho expediente se da cuenta del malestar existente entre estas personas con el fiscal Nisman y con el juez Ariel Lijo por las desventuras que atravesaban Palacios y los demás imputados por las irregularidades cometidas en el caso Amia. Además, en ese mismo expediente se lanzan acusaciones contra el actual director general de Operaciones de la Secretaría de Inteligencia, Antonio Jaime Stiuso, responsabilizándolo por el pase a retiro de Palacios, que formó parte de la mayor purga policial realizada por el ex presidente Néstor Kirchner en el 2004, y acusándolo también por la denuncia de que Sergio Burstein estaba siendo escuchado por el Gobierno porteño.
En la actualidad, el juez Oyarbide trata de determinar si, como se denuncia, existió un plan para armar una causa contra Nisman y Stiuso, tendientes a sacarlos del medio de la investigación y de tal manera, lograr frenar las investigaciones sobre Palacios, a quién se sindica como de estrecha relación con el juez Bonadío. Sobre este magistrado pesan acusaciones de que habría visitado a Palacios mientras se encontraba detenido en el penal de Marcos Paz. Aquella visita coincidió con la del actor Dady Brieva y Bonadío fue el portador de un mensaje del detenido para el ex ministro de Interior menemista Carlos Corach.
Diario Miradas al Sur
13-03-2011