La operación Odisea al Amanecer se caracteriza por un vasto elenco de fuerzas especiales infiltradas, de Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, más las operaciones encubiertas de la Agencia Central de Inteligencia aprobadas por Barack Obama. Pero el aspecto más novedoso de la operación bélica consiste en que el propio gobierno a derrocar financie su derrocamiento.
Por Walter Goobar
La operación Odisea al Amanecer se caracteriza por un vasto elenco de fuerzas especiales infiltradas, de Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, más las operaciones encubiertas de la Agencia Central de Inteligencia aprobadas por Barack Obama. Pero el aspecto más novedoso de la operación bélica consiste en que el propio gobierno a derrocar financie su derrocamiento.
El Consejo Nacional libio, el grupo con sede en Bengasi que habla en nombre de las fuerzas rebeldes que combaten al régimen de Khadafi, ha nombrado en la dirección de sus operaciones militares a Hifter Jalifa, un ex coronel que desertó del ejército libio y fue reclutado por la CIA, para la que trabajó durante más de dos décadas en su cuartel de Langley, Virginia.
La llegada de Hifter a Bengasi fue recogida por primera vez por la cadena de noticias Al-Jazeera el 14 de marzo; más tarde, el belicista tabloide británico Daily Mail, le hizo un retrato halagador el 19 de marzo. El Daily Mail describía a Hifter como una de las “dos estrellas militares de la revolución”, que “ha regresado recientemente del exilio en Estados Unidos para prestar a las fuerzas rebeldes cierta coherencia táctica”. Sin embargo, el tabloide omitió mencionar sus conexiones con la CIA.
Por su parte, el periódico McClatchy Newspapers publicó un perfil de Hifter el domingo. Titulado El nuevo líder rebelde pasó la mayor parte de los últimos 20 años en los suburbios de Virginia, el artículo señala que fue comandante del régimen de Khadafi hasta “una desastrosa aventura militar en Chad a finales de 1980”. Hifter se pasó entonces a la oposición anti-Khadafi y con el tiempo emigró a Estados Unidos, donde vivía hasta hace dos semanas, cuando regresó a Libia para tomar el mando en Bengasi. El perfil del actual comandante insurgente concluía: “Desde que llegó a Estados Unidos en la década de 1990, Hifter vivía en los suburbios de Virginia, a las afueras de Washington, DC”.
Este perfil es una indicación apenas disimulada del papel de Hifter como agente de la CIA.
La Agencia de espionaje está más que familiarizada con el trabajo político y militar de Hifter. Un informe del Washington Post del 26 de marzo de 1996, describe una rebelión armada contra Khadafi en Libia y menciona a Hifter. El artículo cita testigos de la rebelión que informan que “su líder es el coronel Hifter Jalifa, de un grupo paramilitar con sede en Estados Unidos denominado Ejército Nacional Libio”.
Un libro de 2001, Manipulations africaines, publicado por Le Monde Diplomatique, remonta más atrás incluso la conexión de la CIA, a 1987, informando que “la fuerza de Hifter, creada y financiada por la CIA en el Chad, se desvaneció en el aire con la ayuda de la CIA poco después de que el gobierno fuera derrocado por Idriss Déby”. El libro también cita un informe del Servicio de Investigación del Congreso del 19 de diciembre de 1996, según el cual el gobierno de Estados Unidos prestaba ayuda financiera y militar a la Lnsf y un número de miembros de esa organización fueron trasladados a Estados Unidos.
La improvisada guerrilla conducida por este veterano de la CIA corre el riesgo de convertirse en una comedia de enredos: uno de los máximos jefes militares de la Otan ha tenido que admitir que hay indicios de Al Qaeda entre los rebeldes libios que la Otan pretende armar.
El general James Stavridis, comandante del Cuartel General Supremo de la Otan en Europa, admitió ante el Senado de Estados Unidos que había signos que hacían pensar que entre las fuerzas rebeldes que luchan contra el coronel Khadafi podría haber miembros de Al Qaeda y de Hezbollah.
“Estamos examinando muy de cerca el contenido, la composición y las personalidades de estos grupos –matizó–. Hemos visto indicios. Hemos visto muchas cosas...”
Las declaraciones fueron como un terremoto y las réplicas no tardaron en llegar hasta la capital británica donde se esta discutiendo si se debe armar o no a los grupos opositores.
Preguntada por este asunto, la secretaria de Estado Hillary Clinton, reconoció que Estados Unidos y el resto de países todavía estaban “conociendo” a los miembros del Consejo Nacional de Transición. Su opinión era especialmente relevante, ya que, junto al gobierno francés, Clinton había dado a entender minutos antes que Washington cree que podría ser legal suministrar armamento a los rebeldes.
Los insurgentes que no han logrado derrotar a Khadafi con el auxilio de la Otan, ya han tenido tiempo suficiente para constituir un nuevo Banco Central de Libia y formar una nueva compañía nacional de petróleo. Resulta asombroso que un grupo insurgente pueda combatir en una guerra durante el día y preparar un nuevo banco central y una nueva compañía de petróleo por la noche.
La premura de los rebeldes está relacionada con la decisión de la secretaria de Estado Hillary Clinton de entregar a los rebeldes una millonaria partida de dinero proveniente de las cuentas congeladas de Khadafi. Se trata de una verdadera innovación en el financiamiento de la guerra en la que el derrocado debe pagar la factura de su derrocamiento.
dIARIO mIRADAS AL sUR
03-04-2011