El mundo mira estos días a Siria donde cada manifestación de un “Viernes de Grandeza”, concluye como “Viernes Sangriento”, con cifras que superan los centenares de muertos. Con las protestas sacudiendo el país, la brutal brecha entre la versión oficial y la realidad en las calles se profundiza minuto a minuto.
Por Walter Goobar
El mundo mira estos días a Siria donde cada manifestación de un “Viernes de Grandeza”, concluye como “Viernes Sangriento”, con cifras que superan los centenares de muertos. Con las protestas sacudiendo el país, la brutal brecha entre la versión oficial y la realidad en las calles se profundiza minuto a minuto. La televisión estatal siria no ha mostrado un solo civil muerto ni el funeral de ninguno de los 320 manifestantes asesimados em el último mes. Sin embargo, los informativos que silencian la represión gubernamental se regodean cada noche con imágenes macabras de soldados sirios que según los noticieros han sido degollados o acribillados por bandas armadas insurgentes en las cercanías de Deraa.
El horror, que forma parte de una estratégia de tensión y acción psicológica, no parece tener límites: Al cuerpo de un oficial de veintitantos años– le sacaron los ojos. El comentarista dice que se utilizaron navajas y objetos afilados. Las imágenes muestran los cuerpos, casi lavados para el sepelio, cuando son llevados al hombro por policías militares en ataúdes decorados con banderas. No parece haber duda de que los cadáveres son reales, pero nadie sabe a ciencia cierta si los soldados muertos son víctimas de la venganza de familiares indignados, que han perdido a sus seres queridos a manos de la policía secreta o si es la policía secreta la que los asesina cuando se niegan a disparar contra sus compatriotas en las manifestaciones y refriegas callejeras. Por lo pronto, las autoridades han prohibido la entrada a Siria de periodistas extranjeros que pudiesen confirmar o desmentir esas afirmaciones.
Independientemente de que exista o no una oposición armada que utiliza la violencia contra sus agresores, el macabro show del horror televisado forma parte de la táctica con la que el clan de los Assad ha gobernado Siria durante poco menos de medio siglo, pero que ya no parece surtir el efecto deseado.
Bashar Al-Asad levantó el Estado de emergencia que llevaba en vigor 48 años justo cuando Siria está verdaderamente en Estado de emergencia. Asad había hecho unas cuantas concesiones para calmar las protestas, pero evidentemente no funcionaron. funcionaron.
Las conmovedoras imágenes de un manifestante intentando atacar un tanque T-72 con una botella de vidrio vacía, son la metáfora de una poderosa dictadura sofocando a su pueblo a sangre y fuego. Quienes conocen la historia de la matanza de 1982 en Hama, no dudan de que los baazistas de Siria juegan con las reglas de Hama. En aquella oportunidad Hafez Assad ordenó la matanza de 10.000 personas para sofocar una rebelión chiita, hoy su hijo Bashar aplica las mismas reglas pero en dósis homeopáticas. Sin prisa pero sin pausa, el régimen sirio alienta un baño de sangre que inexorablemente conduce a una guerra civil de proporciones inciertas.
El gobierno sirio afirma haber interceptado camiones cargados de armas de contrabando provenientes de Irak. Han aparecido con ayuda financiera ricos donantes sunnítas del Golfo. Algunos analistas señalan que la militarización del conflicto tiene que ver con los Hermanos Musulmanes, porque gobiernos regionales como el de Turquía y Líbano no quieren ver la caída del régimen. Consideran que el caos subsiguiente sólo beneficiaría a los Hermanos Musulmanes e incluso a sectas más violentas.
Hay un documento sirio que contiene una visión muy interesante. Lo que el régimen define como “conspiración” contra Siria sería un plan estadounidense para compensarse por la “pérdida” de Egipto. Los objetivos serían: hundir a Siria en el caos; inclinarla hacia la influencia saudita; reducir la influencia de Irán en el conflicto global árabe-israelí y torpedear la alianza entre Turquía y Siria.
Algunos expertos en asuntos árabes descarta la toma del poder en Siria por parte de los Hermanos Musulmanes, pero contemplan como posibilidad cierta la caída del régimen, mientras que, otros analistas pronostican la sustitución del presidente Bashar Al-Assad por parte del aparato policial, que pondría en su lugar a otro miembro de su familia o a alguna personalidad de confesión alauita.
Eyal Zisser, experto israelí en asuntos sirios y libaneses y profesor de historia de Oriente Medio en la Universidad de Tel Aviv, afirma que, al contrario de lo que teme el gobierno israelí, no cree que los Hermanos Musulmanes se hagan con el poder en Siria en el futuro. “Israel tiene siempre miedo de todo”, ha añadido, “e indudablemente hay signos fundados de la fortaleza de los Hermanos Musulmanes en Siria, pero no creo que lleguen a tomar el poder, aunque quizás formen parte de las instituciones de gobierno”.
Por su parte, el ex-director general del Ministerio de Asuntos Exteriores israelí y ex-embajador en Turquía, Alon Liel, vaticina que los cuerpos policiales sirios, la instancia más poderosa del país, procederá a “sustituir a Al-Assad en el caso de que lo vea necesario en lo que sería un cambio “técnico”.
Alon Liel añade que la muerte de centenares de manifestantes llevará a la salida de Al-Assad, lo que no representa ningún problema para los aparatos de seguridad sirios, quienes podrían sustituirlo en cualquier momento por uno de los miembros de su familia, como su cuñado Assef Shawkat, rival de Al-Assad. Liel continúa: “No creo que su hermano Maher tenga ninguna posibilidad de sustituir a Bashar porque, en mi opinión, están de acuerdo los dos en responder a tiros a los manifestantes; estoy convencido de que los aparatos de seguridad nombrarán a alguien como a Shawkat, un hombre en conflicto con Al-Assad y general del ejército”.Diario Miradas al Sur
30-04-2011