La muerte de Bin Laden forma parte de un cambio estratégico en la política de los Estados Unidos. El periodista francés Thierry Meyssan considera que la muerte de Bin Laden se hizo indispensable porque el grueso de los rebeldes libios que –apoyados por la Otan– combaten contra Moammar Khadafi son miembros de Al-Qaeda.
Por Walter Goobar
Las revueltas en el mundo árabe no sólo desmoronaron la doctrina estratégica de la guerra global contra el terror acuñada por George W. Bush, sino que dejáron fuera de juego a todas las fuerzas islamistas y, muy especialmente, a la más sospechosa y extremista, Al-Qaeda, que frente a la irrupción de las sociedades civiles como verdaderas protagonistas del cambio pacífico, quedó expuesta al mundo como una secta obsoleta de lunáticos delirantes.
En rigor, hace rato que Al-Qaeda ha dejado de ser considerada un peligro real por los propios expertos norteamericanos. Según la consultora estadounidense privada de inteligencia Stratfor, dirigida por George Friedman, ya hace tiempo que el peligro real son las “franquicias” de la marca en la Península Arábiga y en el Magreb, organizaciones inspiradas por Bin Laden pero con independencia orgánica.
En ese contexto, la muerte de Bin Laden forma parte de un cambio estratégico en la política de los Estados Unidos. El periodista francés Thierry Meyssan considera que la muerte de Bin Laden se hizo indispensable porque el grueso de los rebeldes libios que –apoyados por la Otan– combaten contra Moammar Khadafi son miembros de Al-Qaeda. Otro tanto ocurre en Siria, Yemen y Bahrein donde los discípulos de Bin Laden han sido captados por la CIA que piensa reasignarles nuevamente el papel de “combatientes de la libertad” que tuvieron en la época de la invasión soviética en Afganistán.
En los primeros días de la operación Odisea al Amanecer, que consistió en el bombardeo de Libia, el jefe del Africom, el general Carter Ham tuvo que reconocer ante el Congreso de los Estados Unidos que si Washington entregaba armas a los rebeldes libios éstas irían a parar a manos de combatientes de Al-Qaeda.
Por ese motivo, no existe otra manera de justificar la brusca conversión de sus más temibles enemigos en repentinos aliados que no sea la de eliminar a su antiguo jefe.
Ante la necesidad de sofocar las revueltas pacíficas en el Medio Oriente, Occidente y sus aliados locales a la clásica jugada empleada por las potencias coloniales: apoyarse en el fundamentalismo para aniquilar al nacionalismo. La única novedad que presenta este caso, es el empleo de los reclutas de Al-Qaeda como nuevo brazo armado y a los Hermanos Musulmanes como rama política para sofocar la ola de insurrecciones pacíficas en el mundo árabe.
Thierry Meyssan vaticina que esa fusión será particularmente compleja porque pretende incluir a Hamas que es la rama palestina de los Hermanos Musulmanes.
El nuevo titular de la CIA, el general David Petraeus, fue quien aplicó en Irak la idea de usar a los hombres de Bin Laden para asesinar a los miembros de la resistencia iraquí.
Según la nueva doctrina bélica de Obama, ya no es una cuestión de ocupar los países, sino sólo de mantener las áreas de explotación y llevar a cabo redadas en caso necesario. El Pentágono debe extender a toda la periferia el proceso de fragmentación de la “remodelación” que se inició en el “gran Medio Oriente”. El fin de la guerra ya no es la explotación directa de un territorio, sino la desintegración de toda posibilidad de resistencia.
El Pentágono se está centrando en el control de las rutas marítimas y las operaciones aéreas para subcontratar las operaciones de tierra a sus aliados. Este fenómeno es el que acaba de comenzar en África con la partición de Sudán y las guerras en Libia y Costa de Marfil.
El nuevo escenario bélico es Pakistán que afronta un enorme vacío de poder. Hay serias divisiones dentro del ISI, entre el ISI y una parte del ejército y entre el ejército y el gobierno. Esto sólo puede significar caos. En ese contexto, el Pentágono apuesta a una jugada sumamente peligrosa denominada Operación Atardecer que marca el traslado del teatro de la “guerra contra el terror” de Afganistán a la inestable Pakistán, que está dotada de armas nucleares.Diario Miradas al Sur
08-05-2011