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El periodista que anticipó su muerte

Alrededor de las seis de la tarde de este domingo, el periodista paquistaní Syed Saleem Shahzad dejó su casa en Islamabad, capital de Pakistán, para acudir a una entrevista en un canal de televisión sobre su nuevo libro Al Qaeda por dentro. Nunca llegó a destino, sino que –como él mismo lo había anticipado–, fue secuestrado, torturado y asesinado por el ISI, el temible servicio de inteligencia de su país.

Por Walter Goobar
Para Tiempo Argentino
Alrededor de las seis de la tarde de este domingo, el periodista paquistaní Syed Saleem Shahzad dejó su casa en Islamabad, capital de Pakistán, para acudir a una entrevista en un canal de televisión sobre su nuevo libro Al Qaeda por dentro. Nunca llegó a destino, sino que –como él mismo lo había anticipado a varios colegas–, fue secuestrado, torturado y asesinado por el ISI, el temible servicio de inteligencia de su país. Shahzad era uno de los grandes periodistas de investigación de Pakistán y había estado en contacto por mail con el autor de esta nota hasta hace menos de un mes. A raíz de su más reciente libro, Shahzad fue convocado a escribir un artículo publicado el pasado 8 de mayo en Miradas al Sur, a propósito del asesinato de Osama bin Laden.
El secuestro y posterior asesinato de Shahzad se produjo de manera casi simultánea con las declaraciones de la secretaria de Estado Hillary Clinton exculpando al ISI por la presencia de Osama bin Laden a pocas cuadras de uno de los cuarteles de la central de inteligencia pakistaní.
Shahzad había publicado el primer capítulo de una serie de notas en las que revelaba la desarticulación de una célula de Al Qaeda en el seno de la Armada de su país. La segunda parte de su artículo –que no llegó a publicarse–, iba a tratar del reclutamiento y entrenamiento de agentes de Al Qaeda. Mientras permaneció desaparecido, el representante de la ONG Human Rights Watch Ali Dayan declaró que “según fuentes confiables, Shahzad estaba bajo custodia de agentes del ISI” y que retornaría a su hogar el lunes por la noche. El lunes, la esposa de Shahzad recibió un llamado anónimo indicando que volvería a ver a su marido en 24 horas. Pero el martes apareció su auto abandonado y, más tarde su cadáver con marcas de tortura.
De esta manera, Shahzad, de 40 años, pasó a engrosar el puesto número 15º en el macabro ránking de los periodistas asesinados en Pakistán desde 2010.
El ISI tiene un siniestro historial de intimidación y en algunos casos de secuestro de periodistas críticos que se niegan a cooperar con los servicios de espionaje.
Shahzad comenzó a temer por su vida y la de su familia después de una reunión a la que fue convocado en el cuartel central del ISI en Islamabad, en octubre del año pasado. Al día siguiente, el periodista envió un mail a Human Rights Watch describiendo su reunión con Adnan Nazir, director general del Departamento de Prensa del ISI en la que le exigieron que revelara las fuentes de un artículo. La reunión de tono cordial, terminó con una amenaza velada: “Si nos enteramos que Al Qaeda quiere matarlo, nosotros le vamos a avisar.”En su última nota publicada por el semanario Asia Times, revela que Al Qaeda realizó un arriesgado ataque contra la estación aeronaval de la Armada paquistaní PNS Mehran el 22 de marzo, después del fracaso de las negociaciones entre la Armada y Al Qaeda sobre la liberación de los oficiales navales arrestados por sospechas de vínculos con la red terrorista.
Las fuerzas de seguridad paquistaníes combatieron duramente para despejar la base naval después de que fue atacada por un puñado de combatientes bien armados.
Por lo menos diez personas murieron y dos aviones Orion P3-C de vigilancia y lucha antisubmarina, hechos en los EE UU, por un valor de 36 millones de dólares, resultaron destruidos antes de que algunos de los atacantes escaparan a través de un cordón de miles de militares.
El periodista reveló que tres ataques contra autobuses de la Armada en los que murieron por lo menos nueve personas el mes pasado, fueron disparos de advertencia a los oficiales de esa fuerza para que aceptaran las demandas de Al Qaeda con respecto a los sospechosos detenidos.
Tras el asesinato de Osama bin Laden, la inteligencia de la Armada rastreó a una célula de Al Qaeda que operaba en varias bases de la fuerza naval en Karachi, la mayor ciudad del país y un puerto crucial.
El periodista cita a un alto oficial de la Armada –quien bajo condiciones de anonimato– explicó que el grupo desbaratado se oponía a la dirigencia de las Fuerzas Armadas y a su nexo con los EE UU contra la militancia islámica. Cuando se interceptaron algunos mensajes que mencionaban ataques a los funcionarios estadounidenses visitantes, el servicio de inteligencia tuvo buenos motivos para entrar en acción y después de una cuidadosa evaluación por lo menos diez personas –en su mayoría cuadros inferiores– fueron arrestadas en una serie de operaciones.
En la nota que significó su propia sentencia de muerte, Shahzad escribe que “era obvio que los combatientes de Al Qaeda recibían buena información confidencial ya que siempre sabían dónde estaban detenidos los sospechosos, lo que evidencia una considerable infiltración de Al Qaeda en las filas de la Armada”.
El periodista revela que se convocó una conferencia naval a nivel superior en la cual un funcionario de la inteligencia insistió en que se tratara el asunto con mucho cuidado porque de otra forma las consecuencias podrían ser desastrosas. Todos los presentes estuvieron de acuerdo, y se decidió abrir una línea de comunicación con Al Qaeda.
Probablemente, lo que selló la suerte de Shahzad es que su minuciosa crónica revela “la existencia de más células de Al Qaeda dentro de la Armada de las que había identificado la inteligencia. El temor era que si no se encaraba el problema las líneas de aprovisionamiento de la OTAN podrían enfrentar una nueva amenaza. Los convoyes de la OTAN reciben ataques rutinariamente desde que empiezan el viaje de Karachi a Afganistán; ahora podrían estar en peligro en el puerto de Karachi. “Y los estadounidenses que visitan a menudo las instalaciones navales en la ciudad también estan en peligro”, remataba Shahzad sin saber que esa sería su última investigación.
Tiempo Argentino
02-06-2011
 
 

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