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Palestina busca su lugar en la Historia

Con más de seis décadas de retraso, el Consejo de Seguridad de la ONU escuchará la voz de Mahmud Abas, en demanda del cumplimiento de una de las dos partes del Plan de Partición de la Palestina bajo Mandato Británico, del 27 de noviembre de 1947, que estipulaba la creación de dos Estados, uno judío al lado de otro árabe, y Jerusalén, como capital internacional. De esos dos Estados, sólo se creó el de Israel.
En su discurs

Walter Goobar
El presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmud Abbas pedirá este viernes a la Asamblea General de laONU el reconocimiento de un Estado palestino independiente con capital en Jerusalén Oriental. La propuesta -que ya cuenta con 130 votos entre los que se incluye el  de la Argentina y la mayoría de los países latinoamericanos-, no desafía ni amenaza la existencia, bienestar o estatalidad de nadie, ya sea Israel, EEUU o los países árabes. Los únicos que probablemente tengan razones para sentise amenazados son los colonos de ultraderecha y los fuundamentalistas de Hamas que convergen en su rechazo a la iniciativa con simétrica virulencia y fanatismo.
Asi lo expuso ayer la presidenta Cristina Fernández de Kirchner duramte el discurso que pronunció en la sesión inaugural de la 66 Asamblea: "Mi país, como la mayoría en América del Sur, ha reconocido al Estado palestino, que debe ocupar el lugar número 194 en el concierto de las Naciones Unidas". En otro párrafo, la presidenta señaló que aún cuando para algunos impedir el ingreso de Palestina a la ONU "pueda ser visto como algo beneficioso para Israel", en realidad asumir esta postura propiciará "seguir dándoles coartadas a quienes ejercen el terrorismo a nivel internacional".
Hace un par de días, el premier israelí Benjamín Netanyahu le dijo a Cathy Ashton, la secretaria de Asuntos Exteriores de la Unión Europea, que aceptaría cualquier cosa, siempre que no fuera un Estado palestino. Puede sonar raro, en vista del “histórico” discurso que dio hace menos de un año, en el que expresaba su apoyo a la Solución Dos Estados. Tal vez en aquella oportunidad, Netanyahu estaba pensando en el Estado de Israel y el Estado de los colonos, que se han convertido en un Estado dentro del Estado.
Con más de seis décadas de retraso, el Consejo de Seguridad de la ONU escuchará la voz de Mahmud  Abas, en demanda del cumplimiento de una de las dos partes del Plan de Partición de la Palestina bajo Mandato Británico, del 27 de noviembre de 1947, que estipulaba la creación de dos Estados, uno judío al lado de otro árabe, y Jerusalén, como capital internacional. De esos dos Estados, sólo se creó el de Israel.
En su discurso de ayer, el presidente Barack Obama dejó entrever algo que ya se daba por descontado: que EEUU ejerecerá su derecho a veto en el Consejo de Seguridad donde la membresía palestina  necesita nueve votos de los quince miembros no permanentes y ningún veto de los permanentes. Algo que parece impensable, dado que EEUU ya ha anunciado su veto.
De fracasar, a Abbas le quedará una segunda opción: la de recurrir a la Asamblea General, donde una mayoría simple de votos dentre los 193 Estados miembros, elevará su actual status de entidad, al de Estado observador, equiparándolo al Vaticano.
Sería demasiado ingenuo creer que EEUU hará lo correcto y votará favorablemente o que -aduciendo su condición de mediador honesto-, se abstenga. En todo caso, EEUU e Israel serán parte de una minoría muy pequeña que vote ‘no’. Ese tipo de voto fortalecerá a los palestinos y quizá asuste lo suficiente a Netanyahu para negociar con un poco de buena fe. Pero si así no fuera, las Naciones Unidas habrán declarado que los palestinos son también un pueblo; un pueblo con derechos, incluido el derecho a la soberanía plena en Cisjordania, Gaza y Jerusalén Oriental. En ese momento, la suerte estará echada. La ocupación habrá entrado en una cuenta regresiva, que debe concluir antes de que Netanyahu le haga mucho más daño… a Israel.
La coalición derechista de Netanyahu amenaza con cancelar los Acuerdos firmados hace 19 años en Oslo si la OLP logra el reconocimiento de Palestina como Estado soberano. Pero Netanyahu no solo está muy cerca de devolver a Israel adonde estaba antes del acuerdo de Oslo de 1993, sino que también existe la posibilidad de que lo haga retroceder adonde estaba antes del tratado de paz de Camp David firmado con Egipto en 1979, con el añadido desastre de que la relación con Turquía (que se estableció en 1948) habrá también desaparecido. En un país normal, un record de desastrosos fracasos como esos habría forzada la salida de Netanyahu del poder. Pero no en Israel… Lo peor es que casi todos los problemas del Estado hebreo con sus vecinos podrían resolverse poniendo fin a la ocupación. Incluso la economía saldría beneficiada si el gobierno israelí no estuviera malgastando tanto dinero en los colonos y en sus exigencias desorbitadas.
Aparte de las visiones apocalípticas y las  amenazas sobre lo que pasará el dia después del voto de Naciones Unidas que consagre un Estado palestino, los líderes israelíes y norteamericanos aseguran que tal voto no marcará ninguna diferencia . Si eso es así, ¿por qué tanta resistencia y tantas profecías vaticinando  un baño de sangre? La ocupación seguirá, pero será la ocupación de un Estado por otro.
El hecho de que la inmensa mayoría de las naciones del mundo reconozcan el Estado de Palestina -como Estado de pleno derecho o, en el peor de los casos, como "observador"
-, será un paso histórico.
El conflicto palestino es una de esas tragedias políticas y humanitarias que esperan una solución viable desde 1948. El sector árabe la ha descuidado, la comunidad mundial la ha abandonado mientras el pueblo palestino ha continuado viviendo como refugiado en sus hogares y se ha visto  obligado a vivir por debajo de las condiciones de existencia de los seres humanos.
Este es el último intento del pueblo palestino, en el que, a pesar de los reveses, persevera en la búsqueda de su lugar en la Historia. La actual  iniciativa palestina ofrece la solución a prácticamente todos los problemas de Israel. El presidente Mahmoud Abbas aseguraque una vez que Palestina sea reconocida por el órganismo internacional, reanudará las negociaciones con Israel en todas las cuestiones que dividen a las dos partes. La única diferencia será que las negociaciones se producirán entre dos estados, no entre un estado poderoso y un mendigo que espera que le tiren migajas.
Sin embargo, sería ingenuo subestimar los riesgos y los peligros que encierrael nuevo tablero geopolítico. Un periodista le preguntó al pacifista israelí Uri Avnery si el inminente reconocimiento del Estado de Palestina por parte de Naciones Unidas sería el dia más feliz de su vida.
“Triste y feliz”, respondió el octogenario Avnery que es presidente de la ONG israelí Gush Shalom, autor de una treintena de libros sobre el conflicto de Medio Oriente y una figura emblemática del movimiento pacifista israelí al que dedica su vida desde la independencia del Estado hebreo en 1948.
Durante 62 años Avnery ha defendido el establecimiento del Estado palestino junto a Israel, y  cuando esa perspectiva parece convertirse en realidad, el activista no oculta sus temores: “Si fuera palestino, seguramente estaría contento”, escribe Avnery. “Pero como soy israelí, estoy bastante triste.”
El referente pacifista explica las razones de esos sentimientos ambiguos que lo embargan: Avnery recuerda que salió de la guerra de 1948 con cuatro sólidas convicciones:
1.Existe un pueblo palestino, aunque el nombre Palestina haya sido borrado del mapa.
2.Es con este pueblo palestino con el que debemos hacer la paz.
3.La paz no será posible hasta que a los palestinos se les permita establecer su Estado junto a Israel.
4.Sin la paz, Israel no será el Estado modelo con el que hemos estado soñando en las trincheras, sino algo muy diferente.
Tras la guerra de 1948 mientras se recuperaba de las heridas, y todavía de uniforme, Avnery se reunió con algunos jóvenes, árabes y judíos, para trazar un rumbo común. "Los judíos y los árabes habían luchado unos contra otros con valor; cada bando había luchado por lo que consideraba sus derechos nacionales. Ahora había llegado el momento de extender la mano para hacer la paz. La idea de paz entre dos combatientes valerosos después de la batalla es tan vieja como la cultura semítica ", rememora.
Avnery señala que los israelíes habían luchado y habían vencido, mientras que los palestinos lo habían perdido todo. "La parte de Palestina que había sido asignada por Naciones Unidas a su Estado se la habían tragado Israel, Jordania y Egipto, dejándoles nada a ellos. La mitad del pueblo palestino se tuvo que ir de sus casas convirtiéndose en refugiados", escribe el pacifista irreductible. "Ése era el momento, pensamos, de que el vencedor impresionara al mundo con un acto de magnanimidad y sabiduría, ofreciendo su ayuda a los palestinos para establecer  su Estado a cambio de la paz. Así podíamos forjar una amistad que duraría generaciones", reflexiona Avnery.
El pacifista israelí remarca que la “Solución Dos Estados” que concibió por primera vez en 1948, era una idea de reconciliación, fraternización y respeto mutuo: "Nosotros nos imaginábamos dos Estados muy cercanos, con fronteras abiertas al libre movimiento de personas y bienes. Jerusalén, la capital unida, simbolizaría el espíritu del cambio histórico. Palestina se convertiría en el puente entre el nuevo Israel y el mundo árabe, unidos por el bien común. Hablábamos de una “Unión Semítica” mucho antes de que la Unión Europea se hiciera realidad", escribeel intelectual israelí.
Avnery sostiene que "esta visión fue rechazada por David Ben Gurion, entonces el líder indiscutible de Israel. "Ben Gurion veía un estado palestino independiente como un peligro mortal para Israel. Así que hizo un pacto secreto con el rey Abdulá I de Jordania, y se repartieron el territorio asignado por la partición de Naciones Unidas al Estado árabe palestino. Todos los sucesores de Ben Gurion heredaron el mismo dogma: que un Estado palestino sería un gran peligro. Por tanto optaron por la llamada “opción jordana”, manteniendo lo que queda de Palestina bajo la bota del monarca jordano".
Avnery -que fue amigo personal de Yasser Arafat-,  cuenta que el líder palestino le dijo varias veces, desde 1982 hasta su muerte en 2004, que apoyaría la solución “Benelux” (sobre el modelo de la unión entre Bélgica, Holanda y Luxemburgo), que incluiría a Israel, Palestina y Jordania.
La tristeza y el escepticismo de Uri Avnery se debe a que el pacifista vaticina la puesta en marcha de un plan de guerra para los asentamientos. "En otras palabras: una guerra para decidir si Cisjordania pertenece a los palestinos o a los colonos.
21-09-2011
 

 

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