Para Mahmud Abbas, que a los 76 años es la antítesis de su carismático predecesor Yasser Arafat, esta delicada jugada diplomática es, sin lugar a dudas, la misión más importante de su carrera como defensor del derecho a un Estado palestino.
Walter Goobar
La histórica gestión del presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmud Abbas, comenzó en un salón del tercer piso de la ONU que el secretario general utiliza para sus reuniones. Ban Ki- moon recibió al guerrillero devenido en estadista, con una guardia de honor formada por funcionarios de la ONU, un protocolo usualmente reservado a jefes de Estado. La carta en la que la Autoridad Nacional Palestina pide formalmente a la ONU la adhesión del Estado de Palestina no estaba en un sobre sino en una gran carpeta blanca con los blasones palestinos.
Para Mahmud Abbas, que a los 76 años es la antítesis de su carismático predecesor Yasser Arafat, esta delicada jugada diplomática es, sin lugar a dudas, la misión más importante de su carrera como defensor del derecho a un Estado palestino. Con más de seis décadas de retraso, el Consejo de Seguridad de la ONU tratará este lunes el pedido de Abbas en el que se exige el cumplimiento de una de las dos partes del Plan de Partición de Palestina bajo Mandato Británico, del 27 de noviembre de 1947, que estipulaba la creación de dos Estados, uno judío al lado de otro árabe, y Jerusalén como capital internacional. Sin embargo, sólo los israelíes lograron un estatus de independencia inmediato después de que el 14 de mayo de 1948 David Ben Gurión proclamara el Estado de Israel.
Luego del breve encuentro con Ban Ki-moon, el dirigente de la vieja guardia palestina ocupó el podio de la Asamblea General casi 37 años después de que lo hiciera su antecesor en el cargo, el histórico Yaser Arafat, quien acudió al foro internacional con una pistola al cinto y el pañuelo palestino en la cabeza. Arafat dejó para la historia una frase: “Traigo en una mano la rama verde del olivo, en señal de paz, y en la otra el fusil del combatiente. No permitan que deje caer la rama de olivo.
“Declaro aquí que la Organización para la Liberación de Palestina está dispuesta a volver de inmediato a la mesa de negociaciones sobre la base de los términos de referencia adoptados y un completo cese de la colonización”, fraseó Abbas desde el estrado. Una cerrada ovación rubricó el final de su discurso. En las ciudades autónomas de Cisjordania, en Ramalá, capital política, Hebrón (sur), Naplusa y Jenin se instalaron enormes pantallas para que los palestinos pudieran seguir en directo la gestión de Abbas en Nueva York.
Abbas es uno de los más antiguos activistas del movimiento nacionalista palestino, estuvo entre los fundadores en 1965 de Al Fatah, y fue uno de los principales impulsores de los acuerdos de Oslo de 1993, después de fracasadas todas las guerras árabes-israelíes (1948, 1956, 1967 y 1973). Pero Abbas también ha contemplado el descalabro de los numerosos planes de paz y hasta de una Hoja de Ruta para que la rama de olivo esgrimida por Arafat adquiriera su significado.
El Consejo de Seguridad de la ONU se reunirá este lunes para que sus quince miembros examinen formalmente la solicitud de adhesión a Naciones Unidas que Abbas presentó el viernes. Si Estados Unidos ejerce allí su derecho a veto, a Abbas le quedará una segunda opción: la de recurrir a la Asamblea General, donde una mayoría simple de votos entre los 193 Estados miembros elevará su actual status de entidad al de Estado observador, equiparándolo al Vaticano.
Los líderes israelíes y norteamericanos aseguran que tal voto no marcará ninguna diferencia. Si eso es así, ¿por qué tanta resistencia y tantas profecías vaticinando un baño de sangre? La ocupación seguirá, pero será la ocupación de un Estado por otro. La gran diferencia será que las negociaciones se producirán entre dos Estados, no entre un Estado poderoso y un mendigo que espera que le tiren migajas.
Gideon Levy, columnista del diario israelí Haaretz, sostiene que Israel “no tiene ni un solo argumento convincente en contra de la creación y reconocimiento internacional de un Estado palestino”. Levy recuerda que cuatro primeros ministros, Benjamín Netanyahu entre ellos, han declarado estar a favor del Estado palestino y que debe llegarse a él a través de negociaciones, y a renglón seguido demuele la objeción respecto al carácter unilateral de la iniciativa palestina: “¿Acaso puede haber algo más unilateral que los asentamientos que nos obstinamos en seguir construyendo?”, se pregunta el periodista israelí.
Levy recuerda que hace 32 años Israel firmó un tratado de paz con Egipto por el que se comprometía a “reconocer los derechos legítimos del pueblo palestino” y a establecer una autoridad autónoma en Cisjordania y en la Franja de Gaza en el plazo de cinco años. No pasó nada.
Hace 18 años el primer ministro de Israel firmó los Acuerdos de Oslo, por los cuales Israel se comprometió a mantener conversaciones para lograr un acuerdo sobre el estatuto definitivo con los palestinos, incluyendo las cuestiones centrales, antes de cinco años. Tampoco pasó nada. Desde entonces la mayoría de las cláusulas de los acuerdos han fracasado, la mayoría de las veces por culpa de Israel, sostiene el columnista de Haaretz.
Durante años Israel proclamó que Yasser Arafat era el único obstáculo para la paz con los palestinos. Arafat murió y, una vez más, no pasó nada. Israel declaró que solamente si cesaba el terrorismo se podría alcanzar una solución. El terror cesó... y no pasó nada.
De manera descarnada, Levy escribe: “La verdad es que los palestinos sólo tienen tres opciones, no cuatro: rendirse incondicionalmente y aceptar seguir viviendo bajo la ocupación israelí durante otros 42 años como mínimo, iniciar una tercera Intifada (insurrección), o movilizar al mundo en su auxilio. Los palestinos han escogido la tercera vía, que es el mal menor incluso desde el punto de vista israelí”.
La iniciativa palestina recibió también el espaldarazo de 300 intelectuales israelíes que este jueves se concentraron en Tel Aviv para pedir al gobierno de Benjamín Netanyahu que sea el primero en reconocer a Palestina. El cineasta autor de Vals con Bashir, Ari Folman, el investigador del Holocausto Yehuda Bauer, junto a los escritores Amoz Oz y Yoram Kaniuk, la ex ministra Shulamit Aloni, el ex director general de Exteriores Alon Liel, el filósofo Avishai Margalit y el artista Mija Ulman son algunas de las personalidades que firmaron el petitorio.
“La moralidad humana, la historia judía y los intereses de Israel muestran claramente el camino para ser el primer país en el mundo en reconocer en Naciones Unidas a nuestro Estado vecino y entrar con ellos en negociaciones basadas en la igualdad con intercambios territoriales y acuerdos de seguridad”, reza el texto de la misiva. Los firmantes consideran que “el fin total y completo de la ocupación” de los territorios palestinos es “una condición básica para la libertad de ambos pueblos, el cumplimiento de la Declaración de Independencia de Israel y un futuro de coexistencia pacífica”.
Miradas al Sur
25-09-2011!